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Más Allá De La Generosidad

La revolución que se avecina en la economía de la iglesia

Mark DeYmaz on October 16, 2019

Mi esposa Linda y yo nos mudamos a Little Rock, Arkansas en 1993, para servir como pastores del ministerio a los estudiantes en una iglesia suburbana. En los siguientes ocho años la congregación creció de 2.000 a 5.000. La asistencia de jóvenes se cuadruplicó de 150 a 600, y el equipo de jóvenes creció de dos a nueve obreros a tiempo completo. Hasta construimos un nuevo centro estudiantil para nuestros jóvenes que anteriormente se reunían en varios salones de la iglesia.

Con la bendición y el apoyo de los pastores principales quienes reunieron los fondos necesarios, yo mismo diseñé la instalación de 36.000 pies cuadrados que costó 3.5 millones de dólares. En ese momento y en ese lugar el dinero no era un problema; yo no me detuve a pensar de dónde vendría ni cómo reunirlo. Los diezmos y las ofrendas, junto con una ocasional campaña para recaudar fondos, fue más que suficiente para cubrir el presupuesto anual y ayudar al avance de las audaces iniciativas de cada año.

En el 2001 salimos de esa iglesia para plantar Mosaic, una iglesia multiétnica y económicamente diversa en una de las comunidades de la ciudad de escasos recursos económicos. Servimos en un área con un alto nivel de violencia, 30 por ciento de la población vivía en el umbral de la pobreza o debajo este, y 66 por ciento de los niños vivían en un hogar sin figura paterna.

Al estar ese contexto pronto entendimos que los diezmos y las ofrendas no serían suficientes para solventar nuestro ministerio, ni mucho menos expandirlo. Paradójicamente, cuánto más crecíamos, tanto más luchábamos para llegar a fin de mes.

A través de los años, la desesperación nos llevó a la innovación para lograr los fondos que necesitábamos. Además, empezamos a darnos cuenta de que la necesidad de pensar más allá del plato de las ofrendas no era una anomalía ni tampoco una situación que solo se aplica a iglesias en zonas pobres, sino un presagio del futuro de la economía en la iglesia.

En consecuencia, quisiera preguntarle: ¿Cómo está la situación económica de su iglesia? ¿Está luchando en este momento para sobrevivir, está algo estable o es verdaderamente solvente, en lo que a las finanzas se refiere? Tomando en cuenta las crecientes necesidades y el aumento de los costos, ¿qué confianza tiene usted de que contará con fondos en el futuro? ¿Tendrá usted suficientes recursos para solventar su ministerio de aquí a tres, a cinco o a diez años? ¿Está seguro?

Por casi siete años he abordado estas preguntas con los pastores. Así como yo, muchos creen que está llegando a su fin los días en que el dinero ha fluido libremente a la Iglesia. Ciertamente habrá creyentes que continuarán diezmando y ofrendando. Sin embargo, en general, no continuarán dando sistemáticamente o tal vez darán menos de sus ingresos (en término de porcentajes) de lo que sus pastores esperan que ellos den. De hecho, en muchas iglesias en los Estados Unidos se está viendo un estancamiento o una disminución en las ofrendas, como también en la asistencia semanal.

Para financiar el ministerio en un mundo que cambia rápidamente, pronto los pastores tendrán que hacer mucho más que organizar una Universidad para la Paz Financiera, predicar otro mensaje sobre la generosidad y buscar el crecimiento en números que, por cierto, ya no garantizarán las grandes ofrendas como en el pasado.

En efecto viene una revolución en la economía de la iglesia … y cuánto antes usted se aperciba, tanto mejor posicionada estará su iglesia no solo para sobrevivir sino para navegar en los futuros vientos del disruptivo cambio social y financiero.

Comience por considerar esta pregunta fundamental: ¿Cómo podemos aprovechar los recursos de la iglesia para bendecir a la comunidad y generar un ingreso sostenible?

Consideraciones sociológicas

Hay al menos cuatro factores contribuyentes que suscitan la necesidad de una innovación económica en la iglesia local de hoy.

La primera es una creciente carga sobre la clase media. La inflación, los elevados niveles de vida, el aumento del costo de la educación, y el amplio y fácil acceso al crédito han llevado a los estadounidenses a pedir prestado más que nunca. La deuda doméstica de Estados Unidos aumentó, añadiendo $124 mil millones en el primer trimestre de 2019, el décimo noveno trimestre de aumento consecutivo, según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Solo la deuda estudiantil añadió $29 mil millones a su saldo.

Mientras, la brecha de riqueza entre los ingresos altos, medios y bajos de los estadounidenses se ha ampliado en las pasadas cinco décadas, según un análisis realizado por el Pew Research Center en 2018. Así como la gente lucha para salir adelante, las iglesias también luchan junto a ellos.

El segundo factor puede describirse como un aumento marginal en las donaciones religiosas. Como se indica en Chronicles of Philanthropy [Crónicas de la filantropía]: «Las donaciones religiosas siguen siendo fuertes, pero están perdiendo terreno ante las donaciones a otras causas … . De 1985 a 1989, las donaciones a causas religiosas fueron un 56 por ciento del total de todas las donaciones destinadas a la caridad, pero solo un 33 por ciento de 2010 a 2014».

Según un informe más reciente de «Giving USA», las donaciones a la religión aumentaron en un 2.9 por ciento en 2017; aunque esto representó el aumento más bajo en la donación general de caridad a las nueve categorías principales de las organizaciones receptoras que el informe monitorea cada año.

Comparativamente, los aumentos marginales a las donaciones religiosas impactan las finanzas de la iglesia local. Por ejemplo, un informe de Faith Communities Today revela que el presupuesto medio de la iglesia cayó de $150.000 en 2009 a $125.000 en 2014.

Un tercer factor tiene que ver con un cambio generacional del enfoque relacionado con las donaciones y las finanzas. Un reciente estudio conducido por Barna revela que los cristianos practicantes nacidos antes de 1946 a menudo expresan su generosidad a través de las donaciones financieras (41 por ciento), comparado con el 26 por ciento de los Baby Boomers, 17 por ciento de la Gen X, 13 por ciento de los Milenarios, y un 6 por ciento de los Gen Z.

Hay una mayor posibilidad de que los Milenarios y los Gen Z expresen su generosidad a través del voluntariado. Esto no debe sorprendernos, considerando que tienen menos recursos. No obstante, hay menos probabilidad de que los cristianos más jóvenes digan que su máxima meta financiera es hacer donaciones caritativas o servir a Dios con su dinero a diferencia de los cristianos mayores.

Finalmente, hay una población y demografía que cambia rápidamente. Por ejemplo, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, la tasa de crecimiento de la población está disminuyendo. Además, la población está envejeciendo y también cambiando en términos de su composición racial y étnica. Debido a la disparidad de ingresos entre los grupos de personas, tales cosas también llevarán a la pérdida de ingresos y a una restructuración fundamental de la manera en que las congregaciones se financian.

Consideraciones teológicas

Por cierto, ningún diálogo sobre la necesidad de la innovación económica en la iglesia debe tomar lugar sin que haya también una sana reflexión teológica. Los creyentes bien intencionados probablemente denunciarán a los líderes que propongan utilizar el capital de la iglesia para generar ingresos más allá de los diezmos y las ofrendas, sin importar cual sea el motivo. Debemos estar preparados para responder a las siguientes tres conjeturas erróneas:

Conjetura No. 1: «La búsqueda de ganancias a través de la iglesia es intrínseca y moralmente repugnante».

No hay maldad en reconocer que una iglesia local necesita dinero. Para ser claro, no estoy animando a los pastores a que obtengan dinero a expensas de la fe, a que procedan con ambivalencia o a procurar dinero para construir su propio reino. Mas bien, los animo a que den una mirada sincera a la economía de la iglesia. El dinero no es un mal necesario; es una herramienta necesaria. Las iglesias locales necesitan recursos financieros para cumplir la misión, el llamado y la visión que Dios les ha dado.

Conjetura No. 2: «La iglesia está fundamentada en la fe y debe depender enteramente de Dios para sus finanzas».

Piense por un momento. Cuando estamos enfermos vamos al médico, tomamos los medicamentos de la manera que se nos indica y consentimos en someternos a una cirugía para mejorar nuestra salud. Estas acciones no implican una falta de fe de su parte, ¿verdad? Buscar fuentes adicionales de ingreso más allá de los diezmos y las ofrendas no implica que a los líderes no tengan fe en el poder de Dios para suplir las necesidades de la iglesia. Dios nos da creatividad, sabiduría y perspicacia para resolver los problemas y superar los obstáculos conforme obedecemos su mandamiento de predicar las buenas nuevas.

¿Cómo podemos aprovechar los recursos de la iglesia para bendecir a la comunidad y generar un ingreso sostenible?

Conjetura No. 3: «Hacer negocios rentables en la propiedad de la iglesia es ofensivo a Dios».

Las acciones de Jesús en el templo cuando echó a los mercaderes y cambistas parecen sugerir esta idea. Pero, Jesús no estaba reaccionando a una ganancia justa y honrada. Su reacción fue contra las ganancias excesivas, codiciosas e injustas que sucedían en el templo. Cuando los mercaderes y cambistas cobraban tarifas infladas y usaban tasas de cambios más allá de lo razonable, en asociación con los líderes del templo, estaban perpetrando una injusticia económica.

Siempre y cuando el corazón y el propósito no sea la codicia, una iglesia local puede considerar (entre otras cosas) alquilar espacio a otras empresas y organizaciones que están interesadas en el desarrollo redentor de la comunidad, con el fin de generar ingreso pasivo que suplemente los diezmos y las ofrendas.

Consideraciones prácticas

Entonces, ¿cómo pueden las iglesias aumentar sus finanzas para el propósito de propagar el evangelio? He aquí siete pasos esenciales:

1. Libere su mente. Imagine lo que una mejor comprensión de la economía, informada por una buena teología, podría significar algún día para su iglesia. Es cierto, algunos dirán: «Una iglesia debe depender enteramente de Dios para sus finanzas». Pero, esas mismas personas son las que con toda seguridad van al médico.

Los pasos intencionales que se dan hacia un bienestar futuro no significan que la fe sea ineficaz. Al contrario, Dios espera que nosotros pidamos, busquemos y confiemos en Él y que al mismo tiempo seamos deliberados, responsables y que rindamos cuenta de lo que Él nos ha confiado. Lo que es verdad en el plano personal también lo es para la iglesia en general, y su congregación debe entenderlo de esta manera.

2. Deje de mendigar. Para ser claro, el hecho de pedir que las personas ofrenden a la iglesia no es lo mismo que mendigar. La súplica al mendigar surge de la preocupación, las dudas y los temores. Esta busca manipular a los donantes, usando la culpa, la condenación e incluso el engaño.

Sí, es importante que con gracia animemos a los miembros a ser más fieles en sus donaciones y a estar dispuestos a hacer un sacrificio. No obstante, a veces esto no es suficiente. Además de ayudar a las personas a reducir o eliminar sus deudas, y enseñarles a vivir con generosidad, su iglesia tendrá que desarrollar una mentalidad empresarial para cumplir con las demandas financieras en el futuro. Los siervos buenos y fieles no entierran su potencial (Mateo 25:14-30).

3. Cree múltiples fuentes de ingresos. Como un buen equipo deportivo profesional, como parte de su estrategia, desarrolle tres equipos que trabajen sinérgicamente: un equipo espiritual, un equipo social y un equipo financiero.

«Cada equipo tiene diferentes objetivos y razones de jugar juntos y armoniosamente, para el bien de todos», como dijo una vez el entrenador principal de los New York Giants, Tom Coughlin.

El equipo espiritual está compuesto de su iglesia local y sus ministerios. El pastor principal lidera este equipo y las finanzas provienen principalmente de los diezmos y las ofrendas.

Organice un equipo para la obra social paralelo a la iglesia, como otra organización no lucrativa 501(c)(3). Luego transfiera el trabajo de justicia y compasión del presupuesto de la iglesia al presupuesto de esta organización no lucrativa. Al hacer esto, los programas pueden optar a subvenciones, donaciones y recursos humanos que de otro modo no estarían disponibles a la iglesia. Designe un director ejecutivo que lidere este equipo.

Genere ingresos sostenibles al añadir un equipo financiero que maneje una empresa lucrativa de parte de la iglesia. Es posible que el pastor no tenga el don o la pasión para esto, y no es necesario que lo tenga. Asóciese a empresarios que son parte del Cuerpo y empodérelos para que desarrollen y supervisen esta pata del banquillo, como haría un director ejecutivo.

4. Aproveche los recursos de la iglesia. Los pastores en los Estados Unidos tienden a compartimentar los negocios (lo secular) y la misión (lo sagrado), como si estos dos conceptos fueran mutuamente excluyentes. Sin embargo, los misioneros en diversas partes del mundo entienden que un contacto eficaz con la comunidad requiere de un planteamiento tanto espiritual como económico.

Es imperativo hoy que los pastores piensen en estos asuntos de manera correcta, estratégica y creativa. Con esto en mente, ¿cómo podría su iglesia aprovechar los recursos (personas, dinero, instalaciones) para generar un ingreso sostenible?

5. Conviértase en un propietario bondadoso. En Mosaic, alquilamos la mitad de nuestras instalaciones a un gimnasio bastante grande. El ingreso pasivo cubre la mitad del pago de nuestra hipoteca. Desde que hemos hecho esto en el 2015, seis mil personas de la comunidad se han hecho miembros de la iglesia, y se han creado de 15 a 20 nuevos trabajos.

6. Rentabilice los servicios existentes. Hay ciertas cosas que las iglesias ya están haciendo y por las cuales ya están pagando que podrían generar ingreso. Por ejemplo, en vez de pagar por servicios de limpieza, ¿por qué no comenzar una compañía de limpieza que ofrezca empleo y dé ganancias con otros contratos para compensar los gastos de limpieza de la iglesia? Sí, provea café gratis los domingos por la mañana, pero venda otras cosas para obtener ganancia y compensar los costos.

7. Comience un nuevo negocio. Contrario a lo que se piensa comúnmente y de manera errada, una organización sin fin de lucro puede comenzar, tener o controlar un negocio con fin de lucro. Una iglesia en Ogden, Utah, preguntó: «¿Podríamos, como iglesia, adoptar el llamado a sostener el ministerio a través de un negocio?».*

En 2015, esta iglesia cambio el nombre de su edificio como un centro de eventos. Una vez que lo anunciaron, llenaron el calendario con reservaciones. Bodas, reuniones empresariales, actividades del gobierno, de la escuela secundaria, reuniones de exalumnos y familiares, todo se celebró en la iglesia y la gente estuvo dispuesta a pagar para utilizar el espacio.

Adopte el cambio

La sabiduría convencional sugiere que un presupuesto de iglesia que excede los diezmos y las ofrendas no es sostenible. Sin embargo, la revolución que se avecina en la economía de la iglesia redefinirá completamente la noción de estabilidad financiera, ya que un número cada vez mayor de congregaciones no son estables ni sostenibles según esta definición. El mundo está cambiando. Debemos estar dispuestos a ir más allá de lo que es habitual para alcanzar las comunidades para Jesús.

Considerando que podría llegar el día en que los gobiernos locales hagan un avalúo de las propiedades de las iglesias con el fin de cobrar impuesto inmobiliario, o que el gobierno federal elimine completamente la categoría actual de la exención de impuestos, concluimos que el tiempo de hacer el giro es hoy.

En nuestros días, aproximadamente 30 por ciento de los $1.2 millones del presupuesto anual de Mosaic es financiado con ingresos adicionales a los diezmos y las ofrendas. Imagínese lo que su iglesia podría hacer si generara un 30 por ciento adicional de sus ingresos a través de empresas con fin de lucro.

Por otro lado, imagínese lo poco que su iglesia lograría hacer si fuera forzada a cortar el 30 por ciento de su presupuesto, resultando en una reducción significativa del personal, programas, contacto con la comunidad y las ofrendas a misiones. Tal escenario ya está sucediendo en muchas iglesias por todo el país. Ya no podemos aferrarnos a lo que hemos hecho hasta el momento.

Después de escuchar nuestro alborotador planteamiento, algunos pastores expresaron su preocupación de no ser instintivamente emprendedores. Están inseguros si pueden o incluso deberían avanzar en términos de implementar la propuesta. ¿Y las buenas noticias? Usted no tiene que ser la persona que lo ponga en marcha. Como sucedió en nuestra iglesia, probablemente Dios ya trajo y puso cerca suyo a esas personas idóneas y con ese fervor. Tienen una mente perspicaz y son inteligentes en el manejo del dinero. Están enfocadas y son fiables, son personas con una experiencia específica y probada.

Estos hombres y mujeres tienen su corazón puesto en la iglesia y verdaderamente desean que su servicio a la iglesia sea algo más que el de un simple empleado o gerente. Tales personas aceptarán con agrado la oportunidad de hacerse responsables de una u otra área de las que hemos comentado; solo están esperando que usted se lo pida.

*Nota importante: Antes de empezar un negocio asegúrese de consultar con un consejero legal acerca de (1) el impacto que podría tener sobre el estatus de la exención de impuestos de su iglesia, (2) el impuesto por el ingreso imponible que genere el negocio no relacionado y, (3) el efecto sobre la cobertura de la iglesia bajo las disposiciones de no discriminación en las leyes vigentes en un estado o espacio de uso público.

Mark DeYmaz es el pastor fundador de Mosaic Church of Central Arkansas y el cofundador del Mosaix Global Network. Es autor de varios libros, incluyendo The Coming Revolution of Church Economics [La revolución que se avecina en la economía de la iglesia], de donde se han extraído y adaptado las citas para este artículo.

Este artículo apareció originalmente en la edición septiembre/octobre 2019 de la revista Influence.

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