Cantera de líderes de próxima generación

El futuro del ministerio comienza ahora

Patrick Grach on November 19, 2025

A principios de este año, participé en una serie de mesas redondas con varios pastores destacados. A pesar de las historias de éxito en el ministerio, una preocupación dominó la conversación: la falta de líderes jóvenes.

Estos pastores contaban con personal, estrategias y presupuestos, pero les costaba mucho pasar el testigo del ministerio a la siguiente generación.

Sentí un nudo en la garganta. En ese momento, estaba terminando mi investigación doctoral sobre el tema. Mis estudios confirmaron lo que decían estos líderes. La crisis es real y amenaza el futuro de la iglesia en los Estados Unidos.

Mi interés en este tema surgió de mi experiencia personal. Después de fundar la iglesia Lifehouse Church (Asambleas de Dios) hace 20 años en Hagerstown, Maryland, pronto me percaté de que la oferta de líderes estaba por detrás de las demandas de nuestra visión y del crecimiento de la congregación.

Nuestro equipo decidió formar nuevos líderes en lugar de intentar cubrir los puestos vacantes con personal ajeno a la propia iglesia. Nos comprometimos a seguir un proceso lento y relacional, asignando responsabilidades reales, ofreciendo orientación a través de los éxitos y los fracasos, y fomentando una cultura de liderazgo.

Con el tiempo, Lifehouse desarrolló una vía para promover a las personas de los bancos a puestos de liderazgo. Desde entonces, hemos fundado 10 congregaciones, hemos asesorado e invertido en más de 75 nuevas iglesias y hemos enviado a cientos de líderes a estas obras.

La mayoría de los miembros de nuestro personal comenzaron como nuevos creyentes o voluntarios en una de las iglesias que fundamos. Como pastor, una de mis mayores alegrías ha sido ver a estos líderes formar y enviar a otros para poner en marcha nuevos ministerios en nuestra región y más allá.

 

Fundamento de fe

Formar líderes requiere tiempo, recursos y paciencia. No es fácil, pero tampoco es opcional. La continuidad del ministerio depende de un compromiso constante y fiel con la formación de obreros.

La Iglesia ha entendido este principio desde el principio. En el Libro de los Hechos, los líderes guiaron, capacitaron y enviaron a otros a predicar el evangelio.

Bernabé invirtió en Pablo. A su vez, Pablo fue mentor de otros, entre ellos Timoteo y Tito.

Lamentablemente, la Iglesia se ha alejado de este modelo. Hoy en día, son muy pocos los pastores que sirven como mentores a los líderes más jóvenes.

Muchas congregaciones ya no inspiran, equipan ni envían nuevos ministros. Tienen dificultades para cubrir las posiciones pastorales vacantes dentro de sus propias filas porque no han preparado a los líderes con antelación.

Sin una línea de liderazgo sostenible e intencional, la cantera de líderes de la próxima generación continuará sin explotación ni desarrollo, y las iglesias locales no podrán alcanzar todo su potencial ministerial.

Tras esa mesa redonda, me convencí más que nunca de que el impacto a largo plazo de una iglesia no depende de una mejor imagen de marca o de un programa más moderno, sino de un discipulado persistente.

Transmitir la fe a la próxima generación no es solo una buena práctica organizativa. Es un mandato bíblico, una línea que recorre toda la Escritura.

El Salmo 145:4 dice: «Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos y que proclame tu poder» (NTV).

En el libro de los Hechos, Jesús dio a sus seguidores el poder de servir como testigos del evangelio. Este testimonio llegaría hasta los confines de la tierra y abarcaría generaciones (Hechos 1:8; 2:39).

Cada avivamiento, movimiento y ministerio está sustentado en los cimientos de fe establecidos por quienes nos precedieron. No debemos fracasar en continuar esta labor hoy en día.

 

Modelo familiar

El desarrollo del liderazgo a menudo comienza en el hogar. Muchos creyentes señalan el papel que desempeñó un miembro de su familia en la formación de su fe en los primeros años de su vida.

El apóstol Pablo reconoció la influencia espiritual de la familia, diciéndole a Timoteo: «Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti» (2 Timoteo 1:5, NTV).

El impacto a largo plazo de una iglesia no depende de una mejor imagen de marca o de un programa más moderno, sino de 
un discipulado persistente.

Pablo siguió un modelo relacional y familiar de discipulado, refiriéndose a Timoteo y a otros como sus hijos en la fe (1 Corintios 4:17; Gálatas 4:19; Filipenses 2:22; 2 Timoteo 2:1; Tito 1:4; Filemón 10).

De hecho, los principios bíblicos para inculcar la fe en el hogar son aplicables a los hijos e hijas espirituales.

Mientras trabajas para formar a la próxima generación de líderes como discípulos, comparte testimonios de la fidelidad de Dios (Éxodo 12:26–27; 13:8–10,14–16; Josué 4:1–7); enseña la Palabra (Deuteronomio 4:9–10; 6:6–9; 11:18–21; 31:9–13; Salmo 78:5–8); y brinda orientación con amor (1 Corintios 4:14–16).

Invita a los líderes emergentes a participar en experiencias de mentoría que incluyan oportunidades significativas para el ministerio.

Cultiva la conciencia misionera destacando las necesidades, celebrando a quienes sirven y ofreciendo experiencias memorables, como viajes misioneros.

Aborda el desarrollo del liderazgo como discipulado, centrándote en el carácter, no solo en la competencia.

Desarrollar una cantera de liderazgo no se trata de cubrir puestos vacantes, sino de formar hijos e hijas espirituales. Se trata de equipar a los discípulos para que continúen y multipliquen la misión para las generaciones venideras, tanto en la congregación local como en la Iglesia en general.

Este es el modelo que siguió la Iglesia primitiva. Consideremos el encargo de Pablo a Timoteo: «Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús. Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros» (2 Timoteo 2:1–2, NBLA).

Desde su propio ministerio hasta los «otros» que aún no han recibido formación como discípulos, Pablo abarca cuatro generaciones en una sola frase. Es un modelo para cualquier iglesia que desee invertir en líderes emergentes y producir un impacto duradero.

Pablo se preocupaba profundamente por su joven protegido. Pero la inversión relacional del apóstol no era solo por el bien de Timoteo. Pablo tenía una visión a largo plazo para la continuación del ministerio a través de una familia cada vez más numerosa de testigos del evangelio.

Los líderes eficaces planifican el ministerio futuro. Identifican el potencial desde el principio, incluso en lugares olvidados o inesperados, y crean entornos en los que los dones pueden echar raíces y crecer. Proporcionan tiempo y espacio para que se desarrollen las habilidades y madure el carácter, confiando responsabilidades gradualmente y guiando a los discípulos con gracia y verdad.

 

Canteras mal explotadas

Durante mi investigación, identifiqué cinco factores que contribuyen a la ruptura de las líneas de liderazgo.

1. Las congregaciones están tapando agujeros en lugar de formar futuros líderes. Muchas iglesias buscan obreros solo cuando surge la necesidad, descuidando el desarrollo continuo del liderazgo.

2. El desarrollo de líderes es episódico, no sistemático. Los seminarios ocasionales y los programas de reclutamiento inspiran, pero rara vez crean canales estables. Sin un proceso intencional para discipular y equipar a la próxima generación, la reserva de líderes se agotará.

3. Los ministerios generacionales siguen estando aislados. Muchos estudiantes y adultos jóvenes permanecen en subgrupos con otros jóvenes, y tienen poca interacción con el resto de la congregación. Este aislamiento puede convertirse en una barrera para el liderazgo.

4. La sucesión pastoral es reactiva. La mayoría de las iglesias no tienen planes de sucesión. Solo cuando un pastor se va o se agota se inicia una búsqueda seria. Esto puede dar lugar a una pérdida de cultura, continuidad y estabilidad.

5. Hay una falta de inversión a largo plazo en la próxima generación. Más allá de los grupos juveniles, hay pocas estructuras a nivel congregacional para ayudar a los adultos jóvenes a desarrollarse como líderes.

En consecuencia, los ministros están perdiendo oportunidades para construir relaciones intergeneracionales, proporcionar orientación y explotar canteras de liderazgo exitosas.

 

Cuatro prácticas

No tiene por qué ser así. Si preparamos estratégicamente a los líderes jóvenes para la proclamación del evangelio, podremos ver una nueva infusión de obreros del Reino y una renovación espiritual que se extenderá a través de las generaciones.

Hay cuatro prácticas que todas las congregaciones pueden implementar ahora mismo para explotar una cantera de liderazgo duradera.

1. Crear espacios para que la próxima generación pueda servir. Los jóvenes que están deseosos de marcar la diferencia a menudo tienen poco acceso a oportunidades significativas de ministerio en la iglesia local.

Las congregaciones pueden ser más intencionales a la hora de confiar el ministerio a los jóvenes adultos, estudiantes e incluso niños. Las primeras experiencias de servicio abren el corazón a la misión y el llamado de Dios.

Ofrece formación a creyentes de todas las edades para que sirvan como voluntarios. Haz que la línea de liderazgo de la iglesia sea visible, accesible y celebrada.

El servicio es una parte importante 
de la formación 
de la fe. Más que 
un simple puente 
hacia el liderazgo 
futuro, es un primer 
paso hacia una mentalidad ministerial para toda la vida.

Ofrece discipulado en grupos pequeños para los estudiantes interesados en el liderazgo.

Empodera y equipa a los jóvenes adultos para que lideren equipos de oración y otros ministerios voluntarios.

Recuerda a los miembros del personal que busquen el potencial e inviten a las personas a participar.

Crea oportunidades de voluntariado para los niños, como dirigir la adoración durante el servicio infantil u orar con sus compañeros.

El servicio es una parte importante de la formación de la fe. Más que un simple puente hacia el liderazgo futuro, es un primer paso hacia una mentalidad ministerial para toda la vida.

A pesar de la juventud de Timoteo, Pablo lo animó a abrazar su llamado al ministerio (1 Timoteo 4:12). Debemos hacer lo mismo con esta generación de jóvenes.

2. Formar relaciones de mentoría. La verdadera transformación ocurre en el contexto de las relaciones.

Jesús eligió a sus discípulos no porque estuvieran completamente preparados, sino para que pudieran «estar con Él» (Marcos 3:14). Su inversión no fue transaccional, sino profundamente relacional. Jesús caminó con los Doce, dándoles oportunidades para observar y compartir su vida y ministerio.

Este patrón continuó con líderes como Bernabé y Pablo, que se volcaron en los demás a través de relaciones continuas y experiencias compartidas.

Según mi experiencia e investigación, todos los líderes multiplicadores tuvieron un mentor que invirtió de manera constante y paciente en su desarrollo. Estos líderes primero observaron el ministerio, luego lo experimentaron con un mentor y luego lo repitieron de manera independiente.

En Lifehouse, la mentoría y el entrenamiento son parte integral de cada equipo ministerial. Los líderes experimentados forman a aquellos que están comenzando su camino en el liderazgo.

La mentoría se lleva a cabo mientras se toma un café, en momentos de oración, a través de estudios y debates sobre libros, y durante el ministerio práctico. Un contexto relacional permite expresar dudas, celebrar los progresos y recuperarse de los fracasos.

El crecimiento se produce cuando un mentor acompaña a un líder emergente, en lugar de limitarse a rellenar un formulario de evaluación o criticar su rendimiento.

Invita, equipa y empodera a los líderes para que se conviertan en mentores. Proporciona recursos y formación a los mentores potenciales. Organiza reuniones en las que los mentores puedan colaborar, debatir los retos y orar juntos.

Durante las reuniones de personal, asegúrate de preguntar: «¿Cómo estás invirtiendo en la próxima generación de líderes?»

Antes de asumir el liderazgo, los jóvenes necesitan algo más que información. Necesitan acceso relacional a líderes sanos que les digan, como Pablo: «Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el de Cristo» (1 Corintios 11:1, NBV).

3. Construir estructuras para el desarrollo del liderazgo. Pablo no se limitó a reclutar personas capaces. Dedicó su vida a ser mentor y equipar a los líderes emergentes durante largas temporadas, proporcionándoles una hoja de ruta para un liderazgo sostenible.

Bernabé siguió un modelo similar de aprendizaje relacional, formando a Pablo al principio de su ministerio y trabajando junto a él (Hechos 9:26–27; 11:22–26).

Estas relaciones incluían el ministerio compartido, la vulnerabilidad, la corrección y el crecimiento mutuo.

Una vía de desarrollo organizada invita al reclutamiento continuo de líderes nuevos y emergentes, y los líderes existentes se responsabilizan con el crecimiento. Esto inculca una cultura de aprendizaje ministerial.

En Lifehouse, no consideramos que el liderazgo sea solo para unos pocos elegidos. Por el contrario, establecemos vías de discipulado y liderazgo con múltiples puntos de contacto para el crecimiento, que incluyen formación formal, experiencia ministerial en el mundo real y formación espiritual.

Los programas estructurados proporcionan un andamiaje donde carácter y la competencia pueden desarrollarse en tándem.

Cuando se confía a los líderes jóvenes una oportunidad ministerial significativa, hay que darles espacio para que cometan errores y aprendan de esas experiencias.

El fracaso no es definitivo. De hecho, puede ser el campo de entrenamiento para una formación espiritual y de liderazgo significativa.

Crea un entorno seguro en el que los líderes nuevos y emergentes puedan asumir riesgos, e incluso gestionar nuevos proyectos y recursos, para que puedan desarrollarse a través de las dificultades y las pruebas.

Anima a los líderes jóvenes a buscar formación ministerial formal. Aprovecha los programas de grado presenciales y en línea y la educación continua disponibles a través de los colegios y universidades de las Asambleas de Dios.

El desarrollo del liderazgo no consiste en apresurarse o simplemente llenar puestos vacantes, sino en formar líderes con corazón de siervo que sean capaces de formar a otros.

4. Hacer seguimiento de aquello que valoras. Pablo no se centraba en el tamaño de la multitud ni en la marca personal. Predicaba «a Cristo crucificado» (1 Corintios 1:23, NBLA), mientras invertía en los líderes de la próxima generación que se convirtieron en multiplicadores.

En lugar de limitarte a contar cuántos se reúnen, regocíjate por cada persona que equipas, liberas y envías.

El sistema de puntuación del apóstol no se enfocaba en el tamaño de su propio grupo de seguidores, sino la difusión exponencial del evangelio a través de los líderes que preparó y envió. En sus cartas, Pablo celebraba regularmente a los fieles que equipaban y empoderaban a otros.

Pablo no buscaba victorias momentáneas, sino una cosecha duradera.

En Lifehouse, revisamos nuestros parámetros más allá de la asistencia y las ofrendas para incluir desarrollo de líderes, formación de voluntarios, pasantías, mentorías y el envío de ministros y misioneros.

En lugar de limitarte a contar cuántos se reúnen, regocíjate por cada persona que equipas, liberas y envías.

Crea un panel de control para realizar un seguimiento de la participación en la cadena de liderazgo de tu iglesia. Reconoce públicamente a aquellos que están asumiendo nuevas responsabilidades, iniciando mentorías y pasando al ministerio a tiempo completo. Celebra no solo a aquellos que retienes, sino también, y quizás especialmente, a aquellos a los que liberas.

Durante las reuniones del personal y del liderazgo, incluye actualizaciones sobre los nuevos líderes que la iglesia está formando y los hitos que alcanzan. Destaca a los voluntarios que se han convertido en líderes clave y a los estudiantes que están asumiendo funciones importantes.

Haz de la narración de historias el motor del cambio cultural. Presenta testimonios de jóvenes líderes emergentes durante los servicios.

Reafirma en todo momento que el legado de tu iglesia depende de preparar a las personas para el ministerio futuro.

 

Ganar enviando

Las iglesias deben establecer plazos que se ajusten al proceso bíblico de desarrollo lento.

Permite que los líderes sirvan en la oscuridad. Resiste la tentación de satisfacer todas las necesidades promocionándolos demasiado pronto. Fomenta una formación espiritual profunda, de modo que cuando surjan oportunidades, la fe y la integridad de quienes sirven sean sólidas.

En Hechos 13, la iglesia de Antioquía ayunó y adoró, y luego entregó a Pablo y Bernabé al llamado de Dios. Pablo también comisionó y liberó a los líderes que había formado.

Estos apóstoles celebraron el envío de líderes, confiando en que lo que habían sembrado daría fruto mucho más allá de sus fronteras.

Esta es la mayor prueba de la fortaleza de tu cantera de liderazgo: preparar y enviar líderes, no solo acumularlos.

En Lifehouse, nos regocijamos cuando los miembros de la congregación van a plantar iglesias, sirven en el campo misionero o desarrollan ministerios fuera de nuestra red.

La medida del legado de una iglesia no es quién se queda, sino quién responde al llamado de ir. Celebra que el fruto de tu ministerio esté creciendo en otro árbol.

Incorpora la generosidad en la cultura de tu iglesia. Afirma el llamado de Dios en la vida de las personas de tu línea de sucesión, ya sea que el Espíritu los guíe a servir a tu congregación o a ministrar en otro lugar.

Envía a los nuevos ministros con fanfarria, recordando a los feligreses que desarrollar a la próxima generación es esencial y que enviarlos es una victoria del Reino, no una pérdida.

Desarrollar una cantera de liderazgo requiere valentía, paciencia, esperanza inquebrantable y la voluntad de aceptar los errores como parte del proceso de aprendizaje. Sin embargo, los sacrificios, las frustraciones y las inversiones de tiempo y recursos bien valen la pena.

Deja de lado la ilusión del control, confía en que Dios guiará a la próxima generación tal como lo ha hecho contigo, y reforma tu medida del éxito si es guiada solo por lo que se puede ver hoy.

He visto al Señor convertir a personas comunes y corrientes, y a veces poco probables, en líderes, pastores y fundadores de iglesias extraordinarios. La clave no fue su carisma o sus calificaciones, sino la fidelidad de Dios y la obediencia de la comunidad espiritual.

El testigo del liderazgo ministerial está destinado a ser pasado, en lugar de ser llevado indefinidamente por una sola generación.

Una Iglesia saludable en el futuro depende de que construyamos ahora canteras de liderazgo intencionalmente. No es un trabajo glamuroso y rara vez es rápido. Pero es fiel, bíblico y esencial.

Al crear vías, formar a través de las relaciones, afirmar la educación teológica y comprometernos a enviar en lugar de acumular, las iglesias pueden garantizar que una nueva generación de líderes cumpla la misión de Dios.

Deja de esperar que los líderes aparezcan de algún otro lugar. Empieza a prepararlos justo donde estás. La Iglesia del mañana depende de ello.

 

Patrick Grach, D.Min., es fundador y pastor principal de la Iglesia Lifehouse (AG) en Hagerstown, Maryland.

 

Este artículo aparece en la edición de otoño de 2025 de la revista Influence.

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