Desconocimiento Bíblico
Redescubriendo hoy el poder de las Escrituras
El apóstol Juan comienza su evangelio al declarar, "En el principio era el verbo ..." Lo cual enfatiza el hecho de que todo lo que Dios hace comienza con su Palabra. A veces es una nueva palabra que se alinea con su revelación en las Escrituras, y algunas veces es un recordatorio de su Palabra ya establecida. Pero podemos estar seguros de que, si Dios está haciendo algo, comenzará con su Palabra.
Es posible que haya visto la lista de la revista GQ donde aparecen Los 21 libros que usted no necesita leer. No me sorprendió en absoluto ver a la Biblia en esa lista. La llamaron "repetitivo", "insensato" e incluso "contradictorio". No me sorprende porque me doy cuenta de que el diablo sabe que el quitarle la importancia a la Palabra de Dios, la Biblia, es una de las mejores maneras de detener el avance del Evangelio y la Iglesia. Por supuesto, cuando se trata de asuntos espirituales, nunca deberíamos solicitar al mundo recomendaciones de libros. Como la Iglesia, el único libro que siempre debemos recomendar y comenzar es la Biblia.
En una encuesta reciente de la Sociedad Bíblica de América (American Bible Society), solo el 16 por ciento de los encuestados dijeron que la lectura de la Biblia es parte de su rutina matutina, mientras que más del doble (37 por ciento) dijeron que comenzaban el día con café.
La falta de un estilo de vida primordial bíblico puede ayudar a explicar el por qué, según los hallazgos recientes del Grupo Barna, más de la mitad de los que asisten a la iglesia ahora no pueden identificar las prioridades básicas bíblicas, incluida la Gran Comisión. Y parece que la brecha de conocimiento de la Biblia continúa ampliándose de generación en generación.
Me pregunto si lo que hemos visto en las últimas décadas: la desintegración de la familia, el aumento de la adicción al alcohol y a las drogas, y la aceptación de los pecados sociales, por nombrar algunos, son el resultado de un cambio accidental distante del enfoque bíblico. Como ministros, es nuestra responsabilidad hacer que la Biblia sea una parte vital de cada creyente. Para que podamos aumentar el número de lectores, la vida y la comprensión bíblica, debemos hacernos estas preguntas: ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cuál es el mayor factor que ha puesto a la Palabra de Dios en desacuerdo con tantos? ¿Y cómo podemos revertirlo?
Es hora de hacer del conocimiento bíblico algo más que solo eslogan; debe convertirse en un objetivo claramente definido.
El acceso y la asistencia no son suficientes
En las últimas décadas, la iglesia estadounidense ha convertido la asistencia a la iglesia en una prioridad. Hemos encontrado muchas formas creativas para atraer a cristianos y no cristianos a nuestras iglesias. Hemos trabajado arduamente para eliminar todas las barreras que pudimos encontrar y hacer que la asistencia a nuestras iglesias sea lo más conveniente posible. Hemos elaborado cuidadosamente nuestras presentaciones tanto del culto como del mensaje para satisfacer las necesidades sentidas en nuestras comunidades. Hemos inventado términos como el "buscador sensible" y la "asimilación de iglesias" para describir estos procesos. Y de muchas maneras, ha funcionado. La gente que de otra forma no asistirían a la iglesia ahora están ocupando nuestros asientos.
También hemos puesto un gran énfasis en el acceso a las Escrituras. A medida que nuestras iglesias han crecido, supimos que necesitábamos llevar la Palabra de Dios a la mayor cantidad de gente posible. Hemos traducido la Biblia a muchos de los idiomas del mundo. También hemos reelaborado las versiones en inglés de las Escrituras para cumplir con las demandas de la audiencia de hoy. Junto a la versión tradicional de King James se encuentran versiones más comúnmente comprensibles, como la Nueva Versión Internacional, la Biblia Amplificada e incluso El Mensaje.
Nos hemos liberado de las limitaciones de la página impresa y ahora tenemos las Escrituras, en todas sus versiones, en nuestras computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes. No importa a dónde vaya hoy, la Palabra de Dios está tan cerca como el dispositivo en su bolsillo.
Pero a pesar de la facilidad de acceso a la Palabra y la familiaridad del idioma, hay pocas personas que realmente lo leen, lo estudian y (especialmente) viven de él. La asistencia a la iglesia y el acceso a una Biblia por sí sola no pueden convertirnos en lo que Dios quiere que seamos. Vivir como Cristo tomará un compromiso mucho más profundo para aprender y vivir las Escrituras.
Puede ser que nuestro enfoque en el crecimiento numérico nos permita, tal vez incluso requiera, que usemos nuestros calendarios, nuestros relojes y nuestra creatividad solo para atraer a la gente a la puerta. Los servicios múltiples que requieren desalojar los carros del estacionamiento para el próximo grupo nos han obligado a reducir nuestros servicios. Y por accidente, hemos -en algunos casos y de alguna manera- restado importancia a la Escritura. Simultáneamente, hemos diseñado más programas para nuestros hijos con el fin de mantener la atención de ellos qué para discipularlos. Esto también puede haber jugado un papel en la producción de un déficit en la apreciación del conocimiento bíblico entre los jóvenes.
No estoy sugiriendo que llenemos nuestras iglesias con aulas y conferencias. Sin embargo, en la década de 1960, más personas asistían a la Escuela Dominical, con su énfasis en un fuerte aprendizaje bíblico, que el servicio de adoración. Nuestras congregaciones tenían un amor por la Palabra que era evidente en nuestra forma de vivir. Eso, a su vez, afectaba a nuestras comunidades. A medida que la asistencia solo para adorar ha aumentado, los foros de aprendizaje han disminuido. Creo en el poder de la adoración, pero no debería perjudicar el aprendizaje bíblico.
Simplemente tener una aplicación de la Biblia en nuestros teléfonos o un logotipo creativo en el letrero de la iglesia no hará una diferencia en nuestros vecindarios. ¡Pero profundizarnos en la Palabra puede cambiarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea! Como pentecostales, creemos en el poder del Espíritu que es nuestra fortaleza y nuestro maestro, pero si ignoramos su libro de texto y sus proféticas promesas, estaríamos obstaculizando su habilidad para cumplir su voluntad entre nosotros. La Biblia es la caja de herramientas del Espíritu.
¿Qué es el conocimiento bíblico?
¿Qué significa tener un conocimiento bíblico? En cierto sentido, es una profunda comprensión y conocimiento de la Biblia como una serie de libros conectados durante milenios que revela el plan de Dios para la salvación. Sin embargo, usted no puede demostrar su conocimiento bíblico simplemente pasando una prueba escrita.
Para entender realmente las Escrituras, primero debe entender que este es un texto vivo que Dios diseñó para que sea nuestro sustento espiritual, nuestro pan de cada día. Hebreos 4:12 dice que “la Palabra de Dios es viva y eficaz.” Cuando te compenetras en ello, se adentra y revoluciona tu vida. Ves el mundo de otra manera, escuchas de otra diferente, y reaccionas de otra manera cuando lees y conoces la Palabra de Dios.
A pesar de la facilidad de acceso a la Palabra y la familiaridad del idioma, hay pocas personas que realmente lo leen, lo estudian y (especialmente) viven de él.
Una vida dedicada a Dios es la mejor demostración del conocimiento bíblico. Es la forma en como actuamos hacia quienes nos rodean. Es la profundidad del amor que tenemos hacia nuestra familia, nuestra iglesia y nuestro prójimo. Se trata de rechazar el pecado y reconciliar a los demás con Cristo. Una vida enfocada en producir el fruto del Espíritu comienza con un corazón sintonizado con la Escritura.
El conocimiento bíblico trata sobre la lectura y la comprensión de las Escrituras en su propio idioma. Es por eso que el acceso es tan importante para el conocimiento bíblico. Pero no es el único componente. Leer la Biblia, lo cual es poderoso, es fundamental y valioso, pero no suficiente.
El conocimiento bíblico se trata de compartirlo con otros. Las personas que saben leer y escribir en un idioma no solo pueden leer en ese idioma, sino que también pueden comunicarse con otros. Criar cristianos entendidos bíblicamente significa que compartimos y comparamos nuestro entendimiento bíblico con otros dentro y fuera de la iglesia. Aprendemos más rápido y con mayor precisión dentro de una comunidad. Hablar y escuchar a otros hablar sobre lo que dice la Biblia ayuda a penetrar dichas verdades en nuestros corazones. Confesar y proclamar la Palabra de Dios ayuda a establecer e incrementar nuestra fe. Después de todo, "porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).
El componente final del conocimiento es ser capaz de pensarlo. Si está aprendiendo un nuevo idioma, el último indicador de determina si hablas con fluidez es la capacidad de pensar y planificar su vida en ese idioma. Debemos permitir que las Escrituras transformen nuestras mentes (Romanos 12:2). Una vez que la Biblia cambie nuestro pensamiento para que planeemos y reaccionemos de acuerdo con lo que revela la Palabra de Dios, viviremos una vida transformada.
Como llegamos allí: El púlpito, el proceso y la devoción personal
Necesitamos asegurarnos de que la Biblia esté al frente y al centro de nuestras iglesias y luego en el hogar. Hacer eso requerirá un focalizado esfuerzo grupal que nos llevará por tres caminos.
El primer camino es el púlpito. Semanalmente, nuestros pastores tienen la oportunidad de dar forma a las vidas de las personas presentando la verdad de las Escrituras para que puedan aplicarla. Lo que predicamos es más importante de cuanto tiempo nos toma o cuan creativos seamos. Nuestros sermones deben estar basados en la biblia y ser intencionalmente instructivos si queremos aumentar el conocimiento bíblico. Creo que debemos diseñar nuestros servicios de la Biblia.
Dentro del celo del movimiento de iglecrecimiento, los líderes con demasiada frecuencia han diseñado sus púlpitos para que sean lugares de atracción en lugar de educación, información o corrección. Eso puede producir una iglesia muy amplia, pero a menudo cristianos muy superficiales. La buena noticia es que el iglecrecimiento y el conocimiento bíblico no tienen que ser mutuamente excluyentes.
El profeta Samuel creció y comenzó su ministerio en una época en la que Israel consideraba la Palabra de Dios con desprecio. Primero Samuel 3: 1 dice: "En aquellos días era rara la palabra del Señor..." Esto se refiere a las palabras proféticas, pero si me permiten un poco de margen, también podría ser una descripción de la falta de conocimiento bíblico en aquel entonces. Si Eli hubiera predicado la Palabra de Dios, él habría tenido que confrontar el pecado de sus hijos y de los demás. Por lo tanto, al final de la vida de Eli, los enemigos se llevaron el arca de la presencia de Dios, y la declaración trágica de que la gloria de Dios se había apartado de Israel se convirtió en el legado de este ineficaz sacerdote (1 Samuel 4: 21-22).
Una de las responsabilidades principales de un pastor -una que mantendrá que el "Ichabod" no aparente estar en la iglesia o en el corazón del congregante- es el desarrollar y ofrecer un proceso coherente e integral que permita a todos los miembros de la iglesia, de todos los grupos demográficos, convertirse en una persona letrada en lo bíblico y practicante de una vida de exactitud bíblica. Predicar y enseñar el consejo completo de Dios desde el púlpito es
el medio principal para lograr eso. Por supuesto, el predicar solo no llegará a todos los corazones y a todos los grupos demográficos. ¿Puede un pastor realmente cumplir toda la misión en un sermón por semana? ¿Puede él o ella liderar, sanar, ganar a los perdidos y alimentar adecuadamente a toda la iglesia a través de un mensaje cada fin de semana? Yo no lo creo.
Debe haber un proceso administrado en su lugar, que es el segundo camino para incrementar el conocimiento bíblico. Fue claro desde el principio que la Palabra de Dios era la prioridad en la agenda de la iglesia en Hechos. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42).
En primer lugar, se dedicaron a la doctrina de la Escritura. Se comprometieron a conocerlo y aplicar dichas doctrinas a sus vidas. ¡Se convirtió en una parte importante del proceso como el compartir los alimentos y el compañerismo!
Más tarde en Hechos 2, Lucas informa que se reunían regularmente, de casa en casa y en el templo, donde creo que no solo compartían la Santa Cena sino también las Escrituras que los apóstoles les habían dado para compartir. ¿Cuál fue el resultado de este proceso? “Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.” (Hechos 13:49). La iglesia primitiva experimentó no solo un aumento en el número de discípulos, sino un aumento en el conocimiento de la Palabra. No fue solamente la predicación apostólica, sino un proceso centrado en conocer verdaderamente la Biblia y aplicarla en sus vidas y en sus vecindarios.
En el pasado, hemos utilizado múltiples programas para inculcar principios bíblicos y la enseñanza en los corazones y las mentes de nuestros niños, jóvenes, niñas y muchachos, hombres y mujeres, e incluso personad maduras. La Escuela Dominical fue uno de esos programas o estructuras. Fue una buena idea; funcionaba. Aprovechaba el horario de los asistentes juntándolo con el servicio de adoración -y juntándolo en lo que era el día libre para la mayoría de la gente. Muchos líderes también han utilizado la opción de la mitad de semana, y algunos han utilizado grupos en casa. ¿Qué deberíamos usar tú y yo? ¡Lo que mejor funciona en nuestro entorno!
Aunque algunas iglesias están regresando a los programas mencionados con anterioridad, ya sea a través de grupos pequeños o reiniciando la Escuela Dominical, quiero recordemos que, para ser eficaces, requerirá más de un solo día en el calendario y mas de un espacio en la casa de alguien con el fin de conversar, leer un libro juntos o mirar un video. La Escritura, su significado y su aplicación, debe ser el centro de atención. Convertirse en una iglesia bíblicamente correcta tomará más de tres a seis meses y requerirá más trabajo de lo esperado. Se requerirá un compromiso permanente del pastor, el personal de trabajo, y cada miembro de la iglesia.
Cada iglesia debe tener un proceso que lleve a cualquier persona desde cualquier nivel demográfico y desde cualquier nivel bíblico al conocimiento bíblico completo. Para que eso suceda, necesitamos una comprensión general de todo el canon de la Escritura. Los pastores deben guiar a su gente hacia un proceso de lectura disciplinada que los guíe a través de pasajes claves de las Escrituras, comenzando en Génesis y terminando en Apocalipsis. Nuestras iglesias necesitan recorrer la historia de la Biblia a medida que se desarrolla -con especial énfasis en Jesús y el trabajo del Espíritu hasta el final. Esto debe comenzar en la iglesia, pero debe continuar en el hogar, con apoyo desde el púlpito y refuerzo en todos los demás entornos de enseñanza de la iglesia.
El resultado deseado es una base de conocimiento bíblico sobre la cual podemos construir. Debe ser adaptable por cada equipo de ministerio y aplicable para cualquier entorno. Permitiría a los pastores alimentar con confianza al rebaño de Dios y ayudarlos a hacer crecer a su pueblo en salud espiritual, fortaleza, y eficacia.
También debemos ayudar a las personas a saber aplicar lo que aprenden, darle sentido a lo que han leído y convertirlo en un estilo de vida bíblico. Esto incluye cubrir las verdades fundamentales de la Biblia, pero también debe incluir la enseñanza práctica que ayude a las personas a ver el mundo a través de los lentes de la Palabra. Lo que leen en la Biblia debería comenzar a cambiar su forma de pensar sobre el sexo y el matrimonio, las finanzas, el culto, el evangelismo, etc. Esta es la fase de conversación, donde la discusión y la interacción van a un nivel completamente nuevo. Todos aprendemos y avanzamos mejor en grupos: primero la familia, luego la iglesia. El poder del grupo está en la conversación. Necesitamos hablar de la Biblia en la casa y en la iglesia.
El tercer camino es vivir y compartir la Palabra. Ahora que ha leído las Escrituras completa, ha aprendido a hablar el idioma y ha comenzado a pensar de manera instintiva, ¿cómo lo va a vivir a diario? Creemos que la fase final es la práctica. Es como si Jesús estuviera enviando a sus discípulos delante de él. Como si personas parcialmente conocedoras participan en la iglesia y en el mundo que los rodea, de acuerdo con y a la luz de la Biblia. Es como si nosotros fuéramos esa Biblia que otros leen.
Una vez más, esto comienza con el púlpito y continúa a través de un proceso, pero en última instancia depende de nuestra devoción personal e individual a la Palabra. Pastor, la forma como usted ve las Escrituras determinará la actitud de su congregación hacia la Biblia. La cantidad de tiempo que dediques a la Palabra establecerá el nivel de cuán dedicado está tu rebaño a alimentarse de él.
Jesús nos enseñó a través del Sermón del Monte que nuestra primera prioridad es entrar en nuestro lugar secreto, nuestro armario, y dedicar una parte de nuestro día a buscar su rostro, orando por su voluntad y nuestras necesidades, y apoyándonos en su Palabra. Dios nos dice que estar con Él en privado es tan importante que, si solo nos acercáramos a Él, nos bendecirá cuando nos hayamos ido. ¡No hay mejor oferta en la mesa!
Para los pastores, nuestra tarea es tan importante que no podemos hacerlo sin antes recibir la Palabra por nosotros mismos. En los relatos del Evangelio sinóptico sobre la alimentación de los 5,000, Jesús primero les da el pan a los discípulos antes de que puedan alimentar a la multitud. Sin recibir el pan del Señor, no tenían nada que ofrecer. Pero después de tomarlo de la mano del Maestro, ¡pudieron alimentar a miles!
La parte más sorprendente de ese pasaje puede ser que no solo tenían algo para alimentar a la gente, sino que también tenían cestas para llevar a casa. Si queremos alimentar a nuestro rebaño, debemos mirar al Pan de la Vida como nuestra fuente. Cuando nos dedicamos a una dieta diaria de la Biblia, no solo somos ministros más efectivos, sino que también nos convertimos en cristianos rebosantes.
El fuego del Espíritu Santo y la Palabra de Dios
Hace más de 100 años, un grupo de hombres y mujeres llenos del Espíritu necesitaba una iglesia. Entonces, formaron las Asambleas de Dios. Lo diseñaron para proporcionar acceso a las experiencias educativas, para rendir cuentas y fomentar el compañerismo. El primer objetivo de esta nueva iglesia pentecostal fue mostrar al mundo el mayor evangelismo que jamás se haya visto. Debemos continuar nuestro enfoque en la evangelización del mundo con todo el poder del Espíritu Santo y luego pasar ese propósito a la próxima generación. Pero también es importante recordar que el poder de Dios a través del bautismo en el Espíritu Santo comenzó con una revelación de su Palabra.
Los pentecostales modernos no venimos primero de una experiencia, pero nuestra experiencia vino de entender correctamente la Biblia. Para aquellos de nosotros que hemos heredado esta iglesia, nuestra responsabilidad hoy es asegurarnos de que se mantenga bíblicamente correcta. Cuando entiendas bien tu comprensión bíblica, te seguirán todas las demás cosas correctas. ¡Todo lo que Dios hace comienza con su Palabra!
Si deseamos mantener esos mismos propósitos anteriores, debemos permanecer pentecostales en cada punto, continuar evangelizando en su poder a cada vecino, cercano y lejano. Y también debemos ser una de las personas mas bíblicamente conocedoras sobre la faz de la tierra. ¿Cómo logramos eso? ¡Al enfatizar, celebrar, predicar, enseñar y vivir la Palabra de Dios en todo momento!
¡Todo lo que Dios hace comienza con la Palabra!
Rick DuBose es el tesorero general del Concilio General de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri.
Este artículo apareció originalmente en la edición Septiembre/Octubre 2018 de la revista Influence.
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