Un corazón tierno, una piel gruesa, un espíritu dócil
Tres características de los ministros resilientes
Una caricatura de Gary Larson publicada en Far Side muestra a dos ciervos parados en un bosque mirándose el uno al otro. El de la izquierda tiene una diana roja en el pecho. El de la derecha le dice, «Una marca de nacimiento malísima, Hal».
Ser el blanco de las críticas es una «marca de nacimiento malísima» para los ministros. Es un resultado inevitable de trabajar con la gente.
Cuando la gente no comparte tu sentir, se empeñan en compartir su disgusto.
El apóstol Pablo experimentó esas críticas en carne propia.
Algunos corintios lo compararon desfavorablemente con los llamados «superapóstoles» porque Pablo era un mal orador, trabajaba para mantenerse y sufría persecuciones (2 Corintios 11:5–12,23–30).
Un individuo atacó a Pablo personalmente, tal vez físicamente. Pablo le dijo a Timoteo, «Alejandro—el que trabaja el cobre—me hizo mucho daño» (2 Timoteo 4:14, NTV).
En un momento crítico, muchos de los amigos y compañeros de trabajo de Pablo acabaron por abandonarlo (2 Timoteo 1:15; 4:10,16).
M. Scott Peck es famoso por decir: «La vida es difícil». Sin duda alguna, esto es cierto en el ministerio.
Ser una diana no lo es todo. Pablo describió a los filipenses como «hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía» (Filipenses 4:1, NBLA). El ministerio puede ser una cruz, pero también una corona.
Amo el ministerio, ¡y quiero que tú también lo ames!
El asunto es cómo desarrollar la resiliencia para que las duras pruebas del ministerio no nos roben el gozo ni la eficacia. La respuesta está en tener un corazón tierno, una piel gruesa y un espíritu dócil.
Un corazón tierno
Un corazón tierno confía en Dios en medio de las dificultades de la vida y del ministerio.
Se cuenta la historia de un pastor que viajaba en avión durante una intensa tormenta.
«Esperamos turbulencias», anunció el capitán por el intercomunicador.
Segundos después, una azafata dijo: «No serviremos bebidas en este momento, así que permanezcan sentados y abróchense el cinturón de seguridad».
Repentinamente, se escuchó un fuerte trueno y un relámpago iluminó la cabina. El avión se remeció violentamente como un corcho arrojado al océano.
Los pasajeros estaban comprensiblemente angustiados. Algunos lloraban mientras otros oraban.
Entonces, el pastor se fijó en una niña al otro lado del pasillo, que jugaba tranquilamente con una tableta. No parecía preocupada ni asustada.
Intrigado, el pastor le preguntó a la niña después que el avión aterrizó cómo se había mantenido tan calmada.
«Mi papá es el piloto, y me estaba llevando a casa», dijo.
Esta historia es una parábola de la vida y el ministerio cristiano.
En Efesios 2:8-9; Pablo escribió: «Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios;no por obras, para que nadie se gloríe» (NBLA).
Como aquella niña que confiaba plenamente en el piloto porque era su padre, nosotros podemos confiar en Dios en todas las cosas porque Él nos concede constantemente Su gracia. Nuestras obras no nos salvan; Él lo hace. Más bien, nuestras obras reflejan nuestra confianza en Dios.
La fe es la esencia de un corazón tierno. Para mantener la ternura de nuestro corazón, necesitamos recodar constantemente que la gracia es el fundamento de nuestra vida y ministerio.
Un día sin crecimiento no es bueno ni para ti ni para las personas que lideras.
Nunca pierdas tu asombro por la gracia de Dios.
Me encanta la última estrofa del himno «Grace Greater Than All Our Sin» [Gracia más grande que todo nuestro pecado]:
Gracia maravillosa, infinita, incomparable,
Dios concede a todos los que creen.
Para todo el que anhela ver Su rostro,
¿recibirás en este momento Su gracia?
Esa gracia incluye el don del Espíritu Santo. Apóyate en el Espíritu constantemente. No permitas que las distracciones del mundo enmudezcan la voz del Espíritu. Y no permitas que lo que te dices a ti mismo sea más fuerte que lo que dice Dios.
Por último, puesto que el Espíritu inspiró las Escrituras (2 Timoteo 3:16-17), mantén la Palabra de Dios activa en tu corazón. Cuando tu emoción se enfríe y tu fe esté decaiga, las promesas de la Biblia mantendrán viva tu fe y tu llamado.
Una piel gruesa
La resiliencia en la vida y en el ministerio también requiere de una piel gruesa.
No me malinterpreten. El objetivo de desarrollar una piel gruesa no es volverse indiferente ante la gente. Las personas son nuestro trabajo. Debemos amar a quienes Dios nos ha llamado a servir. Cuando ya no sentimos interés o simpatía por la gente, es hora de reevaluar nuestro llamado.
Más bien, el objetivo es proteger nuestro corazón de palabras críticas y heridas traumáticas que, de otro modo, pueden encallecernos.
Proverbios 4:23 dice: «Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida» (NTV).
Jesús dijo algo parecido en Lucas 6:45: «Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón» (NTV).
Nuestra vida y ministerios reflejan nuestro corazón, para bien o para mal.
Entonces, ¿cómo desarrollar una piel gruesa para capear las críticas, la negatividad y los ataques personales?
Ten siempre presente el ejemplo de Jesús: «cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia» (1 Pedro 2:23, NBLA).
Observa que Jesús no respondió a los ataques con la misma moneda. Su ejemplo nos recuerda que no tenemos derecho a vengarnos solo por haber sido agraviados. Si todo el mundo respondiera ojo por ojo y diente por diente, ¡el mundo se quedaría muy pronto sin ojos ni dientes!
Jesús se encomendó al Padre. Puso su vida, su poder y su autoridad en manos de Dios. En lugar de aferrarse a rencores o agravios, Jesús se los fue entregando al Padre.
No podemos ser rencorosos y, al mismo tiempo, servir eficazmente a los demás.
Una piel gruesa protegerá de las críticas a un corazón tierno.
Un espíritu dócil
Finalmente, necesitamos un espíritu dócil para desarrollar la resiliencia. Un espíritu dócil mejora nuestra capacidad de escuchar tanto a Dios como a los demás.
La realidad es que somos obras en progreso, y a veces nuestros críticos tienen razón. Un espíritu dócil nos ayuda a mejorar como líderes de la iglesia cuando estas dos verdades se combinan.
Proverbios 12:1 nos da a elegir con una franqueza admirable: «El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que la aborrece es un necio» (NVI). Los buenos líderes aprenden de sus errores, incluso cuando los críticos se los señalan.
Entonces, ¿cómo cultivamos un espíritu dócil?
Comprométete a crecer. Si somos obras en progreso, siempre hay espacio para mejorar, ya sea en la santificación personal o en la eficacia ministerial. Un día sin crecimiento no es bueno ni para ti ni para las personas que lideras.
Practica la humildad. Cuando no sepas algo, haz preguntas. Las personas humildes siempre están aprendiendo porque están abiertas a la corrección.
Una actitud orgullosa es la razón por la que muchos líderes no logran crecer. Estos líderes actúan como si tuvieran las respuestas, incluso cuando no las tienen.
El orgullo es una máscara de la inseguridad. Y la inseguridad te impide buscar ayuda y avanzar hacia la superación.
No tengas miedo de hacer preguntas. El crecimiento nunca viene a buscarte. Es tu responsabilidad tomar la iniciativa y encontrarlo.
Por último, asume tus errores. Decir «lo siento» cuando te equivocas genera confianza en las personas a las que lideras. Disculparse puede ser una lucha a corto plazo, pero la confianza produce eficacia a largo plazo.
La esencia del ministerio es servir a los demás. La clave para una mayor eficacia en el ministerio es desarrollar resiliencia ante la adversidad. Un corazón tierno, una piel dura y un espíritu dócil nos protegerán de ser aplastados por la crítica o saboteados por nuestros propios defectos.
Doug Clay es el superintendente general de las Asambleas de Dios.
Este artículo aparecerá en la edición de primavera de 2025 de la revista Influence.
Influence Magazine & The Healthy Church Network
© 2025 Assemblies of God