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No puedes impactar a tu comunidad si ignoras su dolor

Walter Harvey on February 9, 2022

Si tuvieras que cerrar tu iglesia mañana, ¿cómo se sentiría tu comunidad al respecto? ¿Extrañarían tu presencia? ¿Notarían que te fuiste?

La iglesia que yo pastoreaba, Parklawn Assembly of God en Milwaukee, tiene 113 años. Las iglesias no mueren de vejez, como lo hace la gente. Sin embargo, una iglesia puede morir de a poco por ser irrelevante, en especial cuando no se ocupa de las necesidades que tiene su comunidad.

Hace seis años, me di cuenta de que estábamos dejando de ser relevantes en nuestra comunidad y que no causábamos un impacto en ella. De hecho, quedamos en estado de shock cuando comprendimos que, desde su perspectiva, básicamente habíamos muerto por descuidar nuestra responsabilidad de forjar relaciones interpersonales, llegar a la raíz de los problemas humanos y compartir el evangelio, la buena noticia. Si hubiéramos cerrado la iglesia, la comunidad no nos hubiera extrañado.

Mis descubrimientos empezaron una tarde calurosa de agosto de 2016, cuando un joven negro fue baleado por un oficial de policía y murió a solo tres cuadras del campus de nuestra iglesia. Las horas que siguieron a ese acontecimiento estuvieron llenas de agitación en la comunidad, disturbios, saqueos, y la quema de edificios.

Como pastor principal, me sentía obligado a asumir el liderazgo y proveer sanidad para nuestro vecindario. Entonces, convoqué a un grupo de pastores y feligreses. Caminamos hacia el lugar donde el muchacho fue baleado y donde se produjeron los disturbios, y nos relacionamos con las multitudes que estaban reuniéndose en las calles.

Durante la primera noche, algunos de los integrantes de esa multitud me hicieron preguntas que filtraron mis intenciones y desafiaron mis prioridades: «¿Por qué estás aquí? ¿Por qué permites que la policía use tu estacionamiento para hostigarnos mientras protestamos?»

La pregunta más desgarradora fue la siguiente: «¿Dónde ha estado la iglesia?»

Las iglesias no mueren de vejez, como lo hace la gente. Sin embargo, una iglesia puede morir de a poco por ser irrelevante, en especial cuando no se ocupa de las necesidades que tiene su comunidad.

Esta última pregunta me pegó tan fuerte que me abrió los ojos y también despertó a nuestra iglesia. Nos avergonzamos al darnos cuenta de que habíamos estado ausentes del dolor de la comunidad que nos rodeaba.

Nosotros somos ante todo una congregación afroamericana en una zona urbana. No es un secreto que haya división, tensión y resistencia sobre cuestiones de raza en cada comunidad y congregación a través del país, ya sea urbana, rural o suburbana.

Nuestra iglesia fue expuesta en la comunidad por no demostrar que todas las vidas importan. La gente no debería haber protestado para señalarnos eso. La Biblia nos manda que amemos a nuestro prójimo, pero nuestro énfasis estaba en amar a los que vienen a la iglesia de manera regular.

Si hubiéramos mantenido nuestra atención en el Gran Mandamiento y la Gran Comisión, no hubiera habido necesidad de organizaciones que están llevando un discurso falso en cuestiones de la raza. Organizaciones como éstas existen porque la iglesia se ha cansado de mezclar la fe con la desigualdad racial y social.

Miqueas 6:8 dice: «Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios». Sea en Minneapolis, donde George Floyd fue asesinado en mayo de 2020, en mi ciudad o en la tuya, la iglesia debe vivir en la tensión de la división, situarse en los lugares difíciles, y seguir teniendo un impacto y siendo relevante en la comunidad. Eso es lo que hizo Jesús.

Por tanto, ¿cómo navegamos por estas aguas turbulentas? ¿Qué podemos hacer como líderes de la iglesia? Durante los disturbios de 2016, descubrimos que las iglesias interactúan con individuos de tres maneras: dentro, fuera y con.

 

Dentro

La mayor parte de mis 35 años en la iglesia y el liderazgo pastoral, me concentré en el interior del edificio. Este modelo de dentro está basado en la expectativa de que las personas entren y asistan con regularidad.

Así como los fanáticos de un partido de fútbol americano, ellos aparecen fielmente cada semana y ovacionan al pastor mientras él o ella predica. Se mueven de un lado a otro con el equipo de adoración. Aplauden cualquier cosa que suceda sobre la plataforma. Se entretienen en sus asientos mientras los profesionales hacen el trabajo.

Pero en realidad el servicio religioso del fin de semana nunca debía ser el partido de fútbol americano. Debería verse más como un corrillo: el lugar donde se anuncian las jugadas, se confirman las funciones y se da aliento antes de que se reanude el partido. El campo de juego es tu comunidad. Tal vez ahí afuera recibas golpes y te queden moretones, pero ahí es donde está la acción. La iglesia debe volver a meterse en el partido.

Las iglesias locales tienen mucho para ofrecer, pero deben dejar de servirse a sí mismas y lograr un compromiso comunitario más profundo y significativo. Antes de 2016, estábamos sirviendo más que nada a la gente que entraba en nuestro edificio para participar de los programas y eventos. Aquellos que entraban pagaban las cuentas y los sueldos y formaban los equipos de voluntarios que nos permitían a nosotros mantener las instalaciones.

Las iglesias locales tienen mucho para ofrecer, pero deben dejar de servirse a sí mismas y lograr un compromiso comunitario más profundo y significativo.

En muchos vecindarios urbanos, hay iglesias en cada cuadra. Sin embargo, la mayoría de esas iglesias no están interrumpiendo el dolor a su alrededor de manera permanente. Su atención se dirige hacia dentro. Están agotando sus recursos, incluyendo las finanzas, los voluntarios y el tiempo, para hacer que el fin de semana sea la mejor experiencia posible para aquellos que asisten. Ése es el modelo de iglesia que los líderes han aprendido. A menudo, se celebran y por eso se ha mantenido.

Lo mismo ocurre en las comunidades pobres de color. No solo se promueve y protege el modelo de dentro, sino que por la escasez de recursos —económicos, de infraestructura, de asociaciones y gente— nos sentimos obligados a guardar lo mejor para nuestras propias congregaciones. Lamentablemente, nuestra mentalidad tiende a la escasez y la pobreza en vez de la abundancia y la multiplicación.

El modelo de dentro resiste la cultura de enviar y sembrar, favoreciendo la lealtad de la gente que asiste, da y sirve. A cualquiera que hace estas tres cosas, lo consideramos un líder y un cristiano maduro. No obstante, es posible hacer estas cosas y no ser maduro. Y si vamos al caso, es posible hacer estas cosas y ni siquiera ser un cristiano. El modelo de dentro no prioriza hacer discípulos que sigan los pasos de Jesús fiel y obedientemente.

Las noches de los disturbios nos sacudieron para que nos diéramos cuenta de que había gente en nuestra comunidad que jamás entraría en el edificio. Ellos representaban a ese «uno» que Jesús mencionó en Lucas 15:4,7, y ellos no eran nuestra prioridad. Los «noventa y nueve» que ya venían eran el centro de nuestra atención, y gastábamos nuestros recursos para que siguieran viniendo.

Los manifestantes nos dijeron —y nos demostraron a través de su acción de no asistir— que nosotros ya habíamos renunciado a nuestra voz profética y que no teníamos impacto comunitario.

Los pastores y las iglesias en todo tipo de entorno comunitario que reivindican el modelo de dentro dejan de tener influencia. La presencia de recursos financieros e instalaciones solo ocultan el proceso de la muerte. Hay una apariencia de vida que se evidencia a través de la tecnología y los eventos llenos de energía. Pero ignorar el llamado a ir y ministrar a la gente que sufre es un caso terminal.

La gente necesita al Señor. Ellos necesitan una relación con una comunidad que hace discípulos y que los ponga en contacto con la misión de Jesús. Y si nosotros queremos seguir en la misión, necesitamos estar donde ellos están. Es difícil desarrollar el sentir que Dios tiene por la gente y los lugares a menos que estemos comprometidos cara a cara con sus problemas. Jesús demostró el ministerio de la proximidad y la presencia. Él lloró por la gente y los lugares. La iglesia está llamada a ser desinteresada y a estar presente en medio del dolor de la gente.

 

Fuera

Esto no lo aprendí a tiempo. Con el fin de seguir de cerca el modelo dentro y de satisfacer las necesidades de la gente, adoptamos estrategias para llegar a la gente que no estaba entrando en el edificio. Donabamos alimento, dirigíamos una Escuela Bíblica en la acera y facilitábamos un ministerio de autobús. Llenábamos mochilas con útiles para la escuela, proveíamos ropa sin cargo, hacíamos evaluaciones médicas y demás.

Éste es un modelo digno de elogio. La ayuda social es buena, pero por muchas razones se ve limitada a la hora de causar un impacto sostenible. La asistencia social es más que nada transaccional. Suele ocurrir según los dictámenes de la iglesia y no los de la comunidad. Reconozco que la ayuda social tiene un mayor impacto que simplemente quedarse dentro del edificio de la iglesia. Pero igual corremos el riesgo de comunicar que nosotros sabemos lo que es mejor para la comunidad, como si fuéramos los expertos.

Cuando planificamos la ayuda social, casi nunca nos ponemos en contacto con aquellos que ya están en la comunidad, es decir, con la gente que entiende mejor las necesidades que hay y sabe cómo satisfacerlas. En vez de eso, la asistencia social sucede según lo que convenga a la iglesia.

Otro efecto engañoso de este modelo es que puede estimular nuestro amor propio (ego) y mitigar nuestro cargo de consciencia, sin hacer mucho más. Damos por sentado que si nos calma la consciencia o nos hace sentir bien, debe ser lo correcto.

El modelo de ayuda social es mucho mejor que fijar la atención en los 99 que están dentro de la iglesia, pero debemos asegurarnos de que nuestras obras de bien no terminen causando daño.

Insisto, no descarto totalmente la ayuda social. Desde luego, puede ser un camino que lleva al evangelismo, pero no garantiza que estemos haciendo discípulos. El evangelismo es el primer paso necesario de presentar a la gente a Jesús. El discipulado ocurre por la determinación a compartir la vida con otra persona y de hacerlo con regularidad.

Otro problema con el modelo de ayuda social es que nuestros esfuerzos de buena voluntad pueden crear dependencia. ¿Qué pasaría si nuestra acción de donar alimento cada mes, sin una relación personal, fomenta decisiones económicas irresponsables porque la persona que recibe sabe que el alimento gratuito estará disponible para sostenerla?

La dependencia priva a la gente de la autodeterminación y motivación. Jesús dijo: «Hay más dicha en dar que en recibir» (Hechos 20:35). Cuando damos, nos sentimos bien al respecto, pero cuando estamos en el extremo receptor, la psiquis humana tiene una sensación de vergüenza e impotencia. A nadie le gusta esa sensación. Preferimos ser los que damos. Aquellos que tienen más recursos deben tener cuidado de nos ser condescendientes o arrogantes en su asistencia social y en sus iniciativas de trabajo en conjunto.

El modelo de ayuda social es mucho mejor que fijar la atención en los 99 que están dentro de la iglesia, pero debemos asegurarnos de que nuestras obras de bien no terminen causando daño.

 

Con

Hay todavía un modelo mejor y más noble. Estar con la gente. Ésta es la manera en que Jesús lideró. Es un enfoque de alcance interno en lugar de externo.

Este modelo dice: «No solo quiero satisfacer tu necesidad, sino que quiero saber cuál es la causa de tu necesidad. Quiero comprender los sistemas y los desafíos. Quiero escuchar tu historia. Quiero estar en la comunidad día a día. Quiero ser como Jesús y caminar contigo a través de las situaciones difíciles de la vida. No te estoy evaluando por tu asistencia a la iglesia, tus donaciones o tu disposición a ofrecerte de voluntario durante los eventos del fin de semana».

Estar con la gente también dice: «A medida que forjemos una relación, a lo mejor no te moleste si te cuento mi historia y te digo cómo recibir a Jesús en tu vida como Señor (evangelismo). Puedo mostrarte cómo crecer en Jesús y seguirlo a diario (discipulado). Me encantaría presentarte a un grupo de seguidores de Cristo que se apoyan y alientan mutuamente, y sirven juntos a su comunidad como la familia de Dios (comunidad)».

Al crecer y desarrollarse la comunidad, pueden formarse redes de iglesias en los mismos lugares. Estar con la gente en su dolor es un factor clave para empezar nuevas iglesias y revitalizar las ya existentes que, por su falta de influencia e impacto sobre la comunidad, están muriéndose.

Los acontecimientos de 2016 me cambiaron. Como resultado del impulso del Espíritu a través de esa experiencia, empecé un proceso de sucesión en el que dejé la función de pastor principal y me hice cargo de un movimiento de transformación de la comunidad y de hacer discípulos: la Fraternidad Nacional Afroamericana de las Asambleas de Dios. Nuestra congregación me comisionó y envió como una extensión apostólica de la iglesia a nivel local y nacional.

Marcus Arrington me sucedió como pastor de Parklawn en 2020. Él y la iglesia se adentraron aun más en el modelo con de lo que yo había iniciado en 2016. Él convocó a un equipo pequeño de cristianos maduros que se sienten llamados a estudiar, escudriñar y responder a los temas más dolorosos de nuestra comunidad. Arrington a menudo incluye resultados de este estudio comunitario en sus sermones, compartiendo con toda la congregación y preparando su corazón para una movilización mayor. Sabiamente, empezó con la oración y el discernimiento, así como Nehemías cuando se enteró de la condición de su patria.

Muchos servicios religiosos de los domingos de cada mes están dedicados a caminar por la comunidad en oración y escuchar a la gente que reside ahí. Eso conduce a una visión de ministerio que marca la diferencia en la comunidad. Los residentes ya han descrito la circulación imprudente y descuidada de vehículos como un punto problemático grave. Una de las soluciones que presentaron juntos fue clavar carteles en el césped para llamar la atención respecto del problema. Lo logramos junto con ellos, en colaboración con una organización de prevención de violencia cívica.

Estar con la gente en su dolor es un factor clave para empezar nuevas iglesias y revitalizar las ya existentes que, por su falta de influencia e impacto sobre la comunidad, están muriéndose.

La iglesia también fue anfitriona de una reunión para oír las preocupaciones de los miembros de la comunidad. Nos enteramos de que la mayoría de la gente está dispuesta a entablar una conversación cuando alguien está dispuesto a oírlos. Y aprendimos que la consistencia es importante.

Queremos que nuestros vecinos sepan que estamos listos para acompañarlos a través de cualquier batalla que estén enfrentando. Además de brindar amor y de ser compasivos con aquellos que están pasando por dificultades, necesitamos ayudarlos a liberarse de sus luchas. La gente que está dolidaa menudo vive cautiva. Cuando estamos con nuestros vecinos, somos como Moisés y Aarón, y exigimos a los faraones de la pobreza, la violencia y la disfunción que los dejen ir.

Sería sabio de tu parte asociarte con compañeros fuertes de la comunidad que comparten una visión similar. También sería sabio soltar a la gente que va a los servicios religiosos de fin de semana para que vayan a sus vecindarios y ámbitos laborales y áreas de conocimiento.

Maurice Wince es uno de nuestros miembros fieles de la iglesia. Él se sentó conmigo mientras auspiciamos un diálogo comunitario en nuestra iglesia durante los disturbios de 2016. Él oyó los gritos y se rehusó a ignorar el dolor. Captó la visión de nuevas posibilidades y usó su habilidad de promotor inmobiliario para comprar y renovar propiedades en la comunidad, transformándolas en iniciativas sociales.

Uno de esos proyectos es nuestra incubadora de cocina comercial para emprendedores de alimentos, la primera de la ciudad. Otro proyecto es la lavandería automática, donde el encargado sirve como fundador de iglesia, forja amistades con los clientes y hace discípulos entre ellos todos los días.

Y otro proyecto se ocupa del dolor causado por la inseguridad alimentaria y las disparidades de salud. Wince está en el proceso de abrir un almacén que proveerá opciones de alimentos saludables, incluidas frutas y verduras frescas. La acuicultura sobre el techo de la tienda empleará a adolescentes que harán crecer vegetales.

Jesús demostró el potencial de la gente común y corriente cuando eligió a Sus 12 discípulos y los capacitó por tres años antes de enviarlos para cambiar el mundo. De la misma manera, nuestra iglesia ha discipulado y enviado a gente común al mercado para ser sal y luz.

Francisco de Asís dijo: «Empieza por hacer lo que necesario, luego, haz lo posible, y de pronto estarás logrando lo imposible».

Dios ya está obrando en nuestra comunidad. Él se preocupa por la vida de las personas. Toma tiempo para escuchar a Dios y a tu comunidad. Aprende, y luego laméntate de su condición. Al escuchar, no solo descubrirás cómo puedes estar con la comunidad y sacarla de su pena espiritual, económica, social y física, sino que también oirás si eres o no relevante y si estás causando un impacto... o no.

El recorrido de tu iglesia hacia un estilo de vida con la gente no tiene que suceder por una tragedia como la que experimentó nuestra comunidad. Podemos aprender mediante la tribulación o la revelación. A partir de ahora, yo prefiero las lecciones de revelación.

¿Adónde te guía Jesús junto a tu iglesia este año? ¿Cómo te está pidiendo que estés con tu comunidad?

 

Walter Harvey es líder apostólico de la iglesia Parklawn Assembly of God en Milwaukee, presidente de la Fraternidad Nacional de Afroamericanos de las Asambleas de Dios, y un miembro del Presbiterio Ejecutivo, representando a las 24 fraternidades de grupos étnicos dentro de las Asambleas de Dios.
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