Una Mejor Manera De Servir A Los Pobres

Cómo aprovechar el capital social de su iglesia

R Dale Stephens Jr on October 2, 2019

Ha llegado el fin del mes. Soy fundador de iglesias en Atlanta, y aquí estoy, sentado ante una mesa portátil que uso como escritorio. Mientras cuelo café, escucho mis correos de voz.

«Sí, buenos días, lo estoy llamando porque necesito ayuda para pagar mi cuenta de electricidad», dice una mujer.

Al principio y al final de cada mes, en la iglesia recibimos muchas llamadas parecidas a esta. Escucho cada correo de voz, oro y después respondo a los llamados, muchas veces para desilusión de personas que ya están sin esperanza. Nuestros fondos de benevolencia son limitados y la mayoría de los meses me resulta imposible suplir siquiera una necesidad financiera.

Hacemos todo lo que está a nuestro alcance, pero nos quedamos cortos. La mayoría de las personas que nos llaman están desesperadas por recibir ayuda monetaria y muchas viven en una condición de extrema pobreza.

Después de la última llamada, me quedo con una sensación de culpa de querer hacer más. Pienso en el pasaje en Mateo 25: «todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí» (v. 45).

Jesús, ¿será que, al terminar esta llamada, te dejé con hambre? Si bien es cierto que el llamado a ayudar a los pobres va más allá de gastar todo el dinero que tenemos, hay un pensamiento que me dice persistentemente que podría hacer más. Yo creo, de todo corazón, que Dios quiere más para quienes son más vulnerables. Pero aun así mi congregación y yo creemos que escribir otro cheque no siempre es la respuesta. Esta convicción nos ha llevado a buscar una interpretación más clara de la pobreza, para encontrar una mejor manera de servir.

Pobreza relacional

Escuché tiros mientras caminaba por el vecindario. Asustado, Antoine, un niño de 10 años se acercó a mí en la acera.

No podía dejar de pensar en su potencial. Cuando dimos vuelta a la esquina, se alejó corriendo para saludar a un grupo de narcotraficantes. Sentí que Dios me hablaba: «No será una pistola lo que matará a Antoine, sino las relaciones que tiene».

Las decisiones de vida y muerte que enfrentaba Antoine, a los 10 años, me sobrecogieron. Ese momento me embarcó en un descubrimiento de cómo el capital social, es decir, las redes de relaciones de confianza que sirven como recursos relacionales, pueden afectar los resultados para las personas, las familias y las comunidades.

El Banco Mundial realizó un estudio sobre las familias de bajos ingresos alrededor del mundo, planteando una sencilla pregunta: «¿Qué es la pobreza?». De acuerdo con los entrevistados, la pobreza implica sentirse solo.

Esto nos provee una perspectiva renovada. Descubrimos que la pobreza solo en términos de la condición económica es una posición muy limitada. La pobreza puede afectar a una persona en su espiritualidad, en su situación familiar, sus emociones y mucho más.

Los pobres asocian la pobreza con un sentido de aislamiento. Esta es un área donde la iglesia local tiene mucho que ofrecer. El primer interés de una congregación debe ser señalar a las personas el camino a Cristo. Sin embargo, el evangelio también puede elevar socialmente a la comunidad.

Al anunciar las buenas nuevas y amar como Jesús amó, la iglesia se convierte en un faro de esperanza y un lugar de refugio para los más vulnerables. El cambio del corazón y el establecimiento de relaciones también es una forma de benevolencia.

Capital social

En su libro Bowling Alone [Solo en la bolera], Robert Putnam, profesor de política pública de la Universidad de Harvard escribe sobre los desafíos de la desigualdad en Norteamérica. A partir de sus años de estudio, él concluye que la decadencia de las relaciones está desgastando la trama cultural en Norteamérica.

El resultado es la pérdida del capital social. En 2017, en una audiencia sobre este tema en el congreso, Putnam describió el capital social como las «redes sociales y las normas de reciprocidad y confiabilidad».

Hay otro tipo de pobreza que se está gestando bajo la superficie: la falta de confianza. En la cultura de hoy parece evidente que la confianza se está desmoronando rápidamente. Hay una profunda desconfianza entre el público general, las autoridades civiles y los líderes religiosos.

Los niveles más altos de desconfianza están entre los más vulnerables en nuestras comunidades: los pobres. Los investigadores en diversos campos están comenzando a entender el rol del capital social como un ingrediente clave para el ascenso social. Putnam y otros reconocen que las redes sociales saludables están históricamente arraigadas en la vida religiosa.

Es aquí donde la iglesia puede reafirmarse como una comunidad de personas piadosas situada en ciudades específicas como transformadores culturales. Al hacer nuevos discípulos, también podemos elevar la comunidad al cultivar la confianza de manera individual y colectiva.

La brecha de la confianza

Conocí a Wyteria en la escalera a su apartamento. La iglesia había acabado un evento adopt-a-block [adopta una manzana] de ayuda al vecindario para la limpieza de las calles, un programa para niños y una fiesta para los vecinos en su complejo habitacional. Ella estaba sentada con una amiga y su hija menor. Wyteria tenía veintitantos años y vivía en un complejo de apartamentos subsidiados por el gobierno. Ella tenía cicatrices de cortadas en todo su cuerpo porque a los 14 años un grupo de chicas le dieron una golpiza y la cortaron con navajas.

Pasamos unos minutos conversando amistosamente con las preguntas amables que planteamos cuando conocemos a alguien. Al día siguiente, pasé por el complejo con la furgoneta de la iglesia y la vi llorando. Paré para saber cómo estaba. Me dijo que el papá de su hija, que vivía a unas cuadras, accidentalmente se había dado un tiro y había muerto. Salí de la furgoneta, le di un gran abrazo y oré.

Me sentí conmovido por la situación de Wyteria. Una persona tan joven que ya era madre soltera, traumatizada, marcada físicamente por el abuso y ahora enfrentaba la devastadora pérdida de un ser amado. Ella había perdido la confianza y la esperanza de que algo bueno pudiera sucederle.

Es más, yo mismo tuve un encuentro con esta pérdida de la confianza mientras cursaba algunos estudios sobre el sistema de acogida. Cuando mi esposa y yo nos sentamos para recibir entrenamiento sobre el sistema de acogida, aprendimos de los traumas y las tragedias que sufren los niños. Los trabajadores sociales presentaron historias para darnos una mejor comprensión y contexto que nos ayudaran a entender a los niños que pasan por el sistema. Realizamos ejercicios con el fin de fortalecer la empatía y la comprensión. Escuchamos charlas acerca de los niños y las niñas que entrarían a nuestro hogar desprovistos de la capacidad de confiar en nosotros.

Los pobres asocian la pobreza con un sentido de aislamiento.

Todo esto me recuerda que somos seres humanos heridos viviendo en un mundo caído, pero que aún así Dios busca expresar su amor a través de su iglesia. Estas realidades deberían motivarnos a llevar el evangelio completo a todo el mundo.

La belleza de la confraternidad

Cuando tenía veintitantos años me sentí atraído hacia las iglesias no denominacionales. Algunos mentores me desafiaron a que considerara unirme a las Asambleas de Dios sobre la base de mi afinidad con la teología y metodología ministerial. Después de orar decidí seguir ese consejo.

Hace unos pocos años aprendí con mayor claridad sobre la determinación que tiene las Asambleas de Dios de dar prioridad a la pobreza del alma y al mismo tiempo mantener un compromiso con las necesidades físicas muy reales de esta vida. Tenemos una larga historia de ayudar a las personas más vulnerables de nuestra comunidad y de viajar a los confines de la tierra para llevar el evangelio en palabra y obra. Esa herencia me enorgullece en quienes somos como movimiento. Me inspira con gran convicción a llevar esta cultura y legado a personas desesperadas y que sufren, a presentar a cada alma la fidelidad de nuestro Dios y la confianza que pueden tener en Él.

Por algún tiempo, se ha realizado un evangelismo basado en las necesidades. Muchos fundadores de iglesias identifican las necesidades de la comunidad y ofrecen llenar esos vacíos con dinero, eventos y voluntarios. Generalmente, logramos cumplir estas tareas a través de actividades esporádicas que celebramos durante el año. ¿Sería posible que incorporáramos dentro de los sistemas modernos de la iglesia programas de discipulado que utilicen el capital social de la iglesia para el mejoramiento de familias vulnerables?

La iglesia local

Putnam describe dos tipos de capitales sociales: vínculos (conexiones sociales que nos ligan a otros similares a nosotros) y puentes (conexiones sociales que nos conectan con personas diferentes a nosotros).

Nuestra iglesia enfoca los esfuerzos a la comunidad en torno a estos dos conceptos como un medio para discipular a las familias vulnerables. Creamos maneras de establecer vínculos y construir puentes para que nuestras familias locales y vulnerables se conecten con nuestra iglesia y a la cultura centrada en Cristo que transforma el entendimiento. Dicho de manera sencilla, la iglesia tiene la visión de ver a familias renovadas espiritualmente y transformadas holísticamente.

Como pastor, reconozco la importancia de tener una cultura de vínculos en la iglesia. Por definición, una cultura de vínculos debe tener su raíz en el amor (con confianza), la responsabilidad y la generosidad, como se describe en el Nuevo Testamento. Una cultura de iglesia saludable sitúa al cuerpo de Cristo como un ejemplo y una voz de quienes viven la justicia de Dios.

Construir un puente es crucial para hacer algo más que dar una asistencia de emergencia y dar pasos al discipulado a largo plazo. Junto con la evangelización y la salvación, yo deseo ver que las personas y las familias cultiven relaciones que fomenten normas bíblicas, comportamientos, valores, oportunidades y salud.

Un puente hacia el capital es lo que generalmente los pobres no tienen para su ascenso social. Muchos de nuestros congregantes obtuvieron su posición profesional o su trabajo porque conocían a alguien en una compañía antes de solicitar el empleo. A menudo, los pobres también tienen esta clase de vínculos, pero solo para empleos básicos en vez de un nivel profesional. Sus redes sociales limitadas no contribuyen a la movilidad social.

Esto es solo un ejemplo. Las redes sociales cumplen un papel en todos los aspectos de la vida, desde el cuidado de la salud hasta la educación. Entender estas brechas en las redes sociales le da a la iglesia local más oportunidades para marcar una diferencia a largo plazo en la vida de las personas.

La influencia en la comunidad

Hay formas muy eficientes para influir en nuestra comunidad utilizando el capital social de la iglesia local. A continuación, presento cuatro áreas que podemos considerar:

Primero, continúe predicando el evangelio y el reino de Dios, especialmente afuera de las paredes de la iglesia.

Segundo, vincule su iglesia con los líderes locales de su comunidad, especialmente con los líderes de entidades sin fin de lucro; tal conexión puede ser de beneficio mutuo. La iglesia local no puede ofrecer todos los programas sociales. Sin embargo, puede ser un puente a otras entidades sin lucro, especialmente, organizaciones basadas en la fe que tienen un mismo pensamiento.

Tercero, identifique a los líderes de empresas con fin de lucro que asisten a su iglesia e imparta la visión de ayudar a las familias vulnerables. Hay muchas maneras en que estos líderes pueden servir a la gente, tal como ofrecer entrenamiento laboral, mentoría y enseñanza para el buen manejo de las finanzas.

Cuarto (esta es mi favorita), adopte o sea iniciador de una cena para la comunidad, iglesia o grupo pequeño en un vecindario vulnerable.

Nuestra iglesia local usa estas estrategias para vincular y construir puentes entre las familias vulnerables y Jesús, la vida según la Palabra, las nuevas oportunidades y los proveedores para el cuidado de la salud. Estas son todas maneras tangibles de ayudar a quienes están en una situación de vulnerabilidad para que puedan moverse en la vida y establecer relaciones de confianza.

Hacia el discipulado

Los últimos tres años me han enseñado que la medida del éxito es la obediencia, y que no siempre veremos de inmediato el resultado de nuestra inversión. Hemos visto multitudes que alzan las manos y oran, pero también vemos una cultura local pobre y atrincherada que aún necesita una transformación radical.

El panorama del capital social en una comunidad empobrecida ha despertado en mí la empatía por mis vecinos y un fervor de ver cambios. Ahora entiendo mejor los vacíos de confianza y esperanza en estas comunidades.

Nos inspira el relato en el evangelio que presenta a Jesús como Emanuel, Dios con nosotros. Además, nos sentimos animados al informarnos del estudio de los beneficios del capital social y el mensaje transformador de Jesucristo.

Al adoptar esta teología, conocimiento y metodología, nos concentramos en la búsqueda de una verdadera estrategia de discipulado en vez de tan solo pagar las facturas por los servicios públicos.

R. Dale Stephens Jr., pastor principal de Riverside Church (AD) en Atlanta.

Este artículo apareció originalmente en la edición septiembre/octobre 2019 de la revista Influence.

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