La iglesia que hace discípulos

Ayudar a los nuevos creyentes a crecer en la fe

Elly C Marroquin on November 22, 2019

En mis días como instructora de inglés como segundo idioma (ESL, por sus siglas en inglés), descubrí que enseñar a inmigrantes es mucho más que darles un conjunto de palabras. Yo brindaba un continuo desarrollo lingüístico, guiaba a los estudiantes en el proceso de asimilación, y fomentaba su crecimiento mientras aprendían a desenvolverse en el nuevo país.

Discipular a nuevos creyentes guarda ciertos paralelismos con esa experiencia. Ellos han llegado a formar parte de una nueva familia con una cultura, un lenguaje y un propósito particular. Cada persona tiene un trasfondo, una perspectiva y un ritmo de crecimiento singular. Pero todos necesitan a personas que estén comprometidas con su éxito inmediato y a largo plazo.

El programa de ESL se aseguraba de que cada estudiante tuviera una red que lo apoyara en su integración. Asimismo, las iglesias que hacen discípulos tienen una cultura de hacer discípulos. Yo creo que Dios planta las semillas del evangelio en los corazones mucho tiempo antes de que la gente llegue a nuestras iglesias. Pero el crecimiento se da en el contexto de las relaciones interpersonales, y a través de la inversión intencional de tiempo y cuidado.

El discipulado no es un proceso uniforme. Sin embargo, cuando las personas dan un paso de fe para seguir a Cristo, debemos tener sistemas para ayudarlas a encontrar sus próximos pasos, desde el bautismo en agua hasta un recorrido de aprendizaje de la Biblia que dura toda la vida. Necesitamos mentores y líderes de grupos pequeños que caminen a su lado … no sólo enseñándoles cómo vivir esta nueva vida, sino dando el ejemplo.

Es natural que los nuevos creyentes tengan preguntas: ¿Cómo leo la Biblia? ¿Qué es la oración? ¿Cómo oro? Una clase para nuevos creyentes puede ser un ambiente adecuado de desarrollo para explorar estas cuestiones. También provee la oportunidad para enseñar verdades fundamentales, tales como la salvación, la supremacía de Cristo, la Biblia como la Palabra de Dios, la Trinidad, y razones para buscar el bautismo en el Espíritu Santo, por solo mencionar algunas. Una vez que las personas completen la clase, pueden pasar a formar parte de los grupos pequeños, que ofrecen una instrucción sistemática de la Biblia.

Por supuesto, uno no aprende un nuevo idioma simplemente al escuchar lecciones. La práctica es vital. Lo mismo se aplica a las disciplinas espirituales, tales como la oración y el ayuno. Leer libros sobre la oración y hablar de la oración no desarrollarán nuestra vida de oración; necesitamos poner en práctica la oración.

Además, oír acerca de la Biblia los domingos no es suficiente. Los nuevos creyentes deben aprender a dedicarse a la lectura de la Escritura durante la semana. Esto significa apartar tiempo para hacer devocionales privados, usar un plan de lectura de la Biblia, y descubrir cómo aplicar el texto a situaciones diarias.

El crecimiento se da en el contexto de las relaciones interpersonales, y a través de la inversión intencional de tiempo y cuidado.

Muchos nuevos creyentes quieren compartir su fe, ¡lo cual es genial! El entusiasmo de alguien que recién ha descubierto la gracia transformadora de Cristo y la presencia constante del Espíritu Santo puede ser tangible. No es inusual que los amigos no creyentes y la familia pregunten: «¿Qué te paso?».

Como consecuencia, los nuevos creyentes tienen oportunidades para hablar de Cristo con personas que de lo contrario se resisten a hablar acerca de cuestiones espirituales. Ofréceles algunas pautas básicas acerca de compartir la fe con miembros de la familia, amigos y compañeros de trabajo, y apóyalos en oración.

Aunque no tengan mucho conocimiento teológico, no descartes su potencial como evangelistas. El celo en su testimonio, el brillo en sus ojos, y la clara evidencia de una vida trasformada poderosamente afirman la verdad del evangelio. La mujer que fue a buscar agua del pozo no se graduó del seminario antes de decir a sus vecinos: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?» (Juan 4:29). Su testimonio guio a las personas a encontrar a Cristo por sí mismas, y muchas llegaron a ser creyentes (versículos 39 a 42).

El discipulado tiene que ver con la reproducción: hacer discípulos que hacen discípulos. Hoy, yo soy una persona que hace discípulos gracias a las personas que invirtieron en mí. Por supuesto, el discipulado también requiere paciencia. El crecimiento lleva tiempo, y la madurez puede ser un blanco escurridizo.

Como pastores, mi esposo y yo notamos que el ritmo de crecimiento espiritual de cada persona era diferente. Nos dimos cuenta de que no podemos apresurar la obra de Dios en el corazón de la persona ni comparar la experiencia de una persona con la de otra. Yo nunca esperaba que los estudiantes de ESL dominaran la lengua de un día para el otro. También comprendí que los factores que afectaban su progreso eran tan variados como sus historias personales. Permite que las personas crezcan a su propio ritmo en su nueva relación con Cristo.

Una parte importante del proceso de crecimiento es aprender a servir. Habla de los dones espirituales, y ayuda a las personas a explorar e identificar los dones que Dios les ha dado. Ayúdalas a encontrar lugares para ejercer sus dones, dándoles mucho ánimo y un nivel apropiado de guía y supervisión a lo largo del camino. Con el tiempo, muchas de esas personas sin duda serán líderes en el ministerio y mentores de otros.

Cuando yo era maestra de ESL, me emocionaba ayudar a los estudiantes a sentirse más seguros y a adquirir las competencias necesarias para ser exitosos en el mundo de habla inglesa. Pero nada se compara con el gozo de ver a los nuevos creyentes crecer y florecer en esta vida emocionante de seguir a Jesús.

Mi oración es que cada congregación busque desarrollar una cultura de hacer discípulos, y que cada persona que camine por el pasillo para aceptar a Jesús también aprenda a «andar en él arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe» (Colosenses 2:6-7, RVR1960).

Elly C. Marroquin es la directora nacional de educación cristiana y discipulado del Concilio General de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri.

Este artículo apareció originalmente en la edición noviembre/diciembre 2019 de la revista Influence.

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