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 the shape of leadership

Lidera con alegría

Diez lecciones del apóstol Pablo

Mike Burnette on January 18, 2023

Al comenzar un nuevo año, el optimismo parece elusivo. Después de todo, los últimos tres años no han sido fáciles. Hemos sufrido una pandemia global, tensiones raciales, divisiones políticas, problemas en la cadena de suministro, conflictos internacionales y un aumento de la inflación, todo esto sin un final aparente a la vista.

En tiempos como estos las palabras de Santiago me presentan un reto: «Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho» (Santiago 1:2, ntv).

Me encanta recordar a los demás la poderosa promesa de Dios en este versículo: «… siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse» (v. 3). Incluso he predicado sobre ello, pero en medio del desánimo, a veces me cuesta recibirla para mí mismo.

Pero fíjese en el lenguaje que usa: «… considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho» (énfasis añadido). Esto sugiere una decisión consciente de adoptar una mentalidad de alegría. Sea lo que sea a lo que nos enfrentemos en los próximos meses, espero que podamos tomarnos en serio el mandato de Santiago, escogiendo andar con alegría, a pesar de las pruebas y las dificultades.

¿Cómo es posible? ¿Cómo podemos considerar una gran alegría estar atravesando por el dolor? ¿Cómo podemos confiar en Dios para tener una disposición alegre cuando todo a nuestro alrededor parece desmoronarse? ¿Cómo podemos aferrarnos a la alegría cuando las familias de nuestra iglesia están sufriendo, y nuestras congregaciones luchan por recuperarse?

En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo nos dio un modelo de cómo atravesar el dolor sin perder la alegría del Señor. Pablo soportó más sufrimiento que cualquier pastor o fundador de iglesias que yo haya conocido. Fue perseguido por turbas religiosas enfurecidas, golpeado, azotado, apedreado y dado por muerto, arrestado y encarcelado, y naufragó. Sin embargo, Pablo mantuvo su amor por el Señor y por la gente a pesar de todo.

Aunque Pablo estaba en la cárcel cuando escribió la carta a los Filipenses se suele llamar la «epístola de la alegría». La pasión de Pablo por Jesús y la alegría en su corazón son evidentes en esta carta.

Filipenses revela diez disciplinas para liderar con alegría en tiempos difíciles. Estas lecciones son tan relevantes en 2023 como lo fueron en el primer siglo.

 

1. Primero debe orar

Pablo no comenzó su carta con quejas acerca de su situación, sino que hizo referencia a sus oraciones por los demás (Filipenses 1:3-11, ntv). Sus oraciones eran alegres, llenas de agradecimiento por el crecimiento espiritual de los filipenses. A pesar de su sufrimiento, Pablo se regocijaba al saber que otros prosperaban.

La oración es crucial para mantener un corazón alegre. No importa por lo que estemos pasando, Dios merece nuestra alabanza. Él sigue salvando a los perdidos, liberando a los oprimidos, restaurando matrimonios y trayendo a casa a los pródigos. E incluso cuando no es inmediatamente evidente, Dios sigue obrando en nuestro favor.

En Romanos 8:18, Pablo escribió: «Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante». Podemos elegir la alegría al recordar que Dios es bueno, hace el bien y nos tiene cosas buenas reservadas.

 

2. Siga alegrándose

Pablo reconoció que su encarcelamiento estaba haciendo avanzar el Evangelio, dentro y fuera de la prisión (Filipenses 1:12-14, ntv). Decidió ver sus luchas como oportunidades, no como motivos para alejarse de su llamado.

Algunas personas predicaban con motivos equivocados, tratando de crear más problemas a Pablo (vv. 15-17). Sin embargo, Pablo vio lo bueno incluso en esa dolorosa realidad: «Pero eso no importa; sean falsas o genuinas sus intenciones, el mensaje acerca de Cristo se predica de todas maneras, de modo que me gozo. Y seguiré gozándome» (v. 18).

Estos últimos tres años han sido difíciles para los pastores. Muchos de nosotros hemos luchado por ver los retos como caminos para avanzar con el Evangelio. Los cierres, las restricciones y las interrupciones nos han hecho sentir a veces limitados, confinados e incómodos. Puede que incluso haya habido momentos en los que algunas de nuestras pruebas nos hayan parecido personales.

Nuestras circunstancias pueden cambiar, pero el Señor nunca cambia. Su misión avanza y esa realidad debería darnos una gran alegría.

En días como estos, la tentación de retirarse o abandonar es real. Pero estamos en una misión, así que no podemos rendirnos.

En cambio, podemos pedirle a Dios que nos ayude a aprovechar nuevas oportunidades de ministerio y ver lo que Él está haciendo. Nuestras circunstancias pueden cambiar, pero el Señor nunca cambia. Su misión avanza y esa realidad debería darnos una gran alegría.

Dios sigue sobre su trono. Él no está estresado ni preocupado. Jesús está transformando vidas a través del ministerio que usted está ejerciendo. El hecho que usted puede participar en la construcción del reino de Dios, incluso en tiempos difíciles, es un motivo de alegría.

 

3. Viva confiadamente para Jesús

Saber que la iglesia filipense oraba fervientemente por él fue una fuente de gran consuelo y alegría para Pablo (Filipenses 1:19, ntv).

También hay personas orando por usted. Puede que muchos de ellos nunca le hablen de sus oraciones, pero están intercediendo a Dios a su favor. Usted no está solo en el ministerio. El poder del Espíritu Santo y las oraciones del pueblo de Dios lo sostienen.

Pablo no tenía garantías de que sobreviviría a su situación. Sin embargo, la esperanza de Pablo estaba en última instancia en Cristo: «Tengo la plena seguridad y la esperanza de que jamás seré avergonzado, sino que seguiré actuando con valor por Cristo, como lo he hecho en el pasado. Y confío en que mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o muera. Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor» (vv. 20-21).

Parafraseando: «Mientras viva, viviré cada momento para Jesús, y si dejo esta vida, estaré con Jesús». ¿Cómo puedes perder con esa perspectiva? Nada podía desanimar a Pablo de la alegría de servir a Jesús.

El versículo 27 es mi favorito de toda la Escritura: «Sobre todo, deben vivir como ciudadanos del cielo, comportándose de un modo digno de la Buena Noticia acerca de Cristo». Ese debería ser el objetivo de todo ministro y, de hecho, de todo seguidor de Jesús.

Ante el dolor y la incertidumbre, manténgase plenamente dedicado a Jesús y a Su misión. No pongas su esperanza en cosas volubles, como los números de asistencia, las cifras de donaciones, las visitas a los sermones en línea, o incluso su salud física. Espere en Cristo, alegrándose en el privilegio de servirle fielmente. En las buenas y en las malas, viva cada día para glorificar a Dios y llevar a la gente hacia Él.

 

4. Imite al Señor

Antes de que Pablo sufriera por el Señor, el Señor sufrió por él, y por nosotros. En vista de ello, Pablo recordó a los filipenses que no hicieran nada por ambición egoísta, sino que siguieran el modelo de Jesús (Filipenses 2:1-8, ntv).

De hecho, Pablo les dijo que tengan «la misma actitud que tuvo Cristo Jesús», que «adoptó la humilde posición de un esclavo» (vv. 5-7).

Qué privilegio es servir a los demás como nuestro Señor nos sirvió a nosotros. Hebreos 12:1-2 dice: «corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios» (énfasis añadido).

A quien debemos imitar es a Jesús. Él sufrió por nosotros y antes de nosotros. Isaías llamó a Cristo «… hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo» (Isaías 53:3). También «Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo» (Lucas 10:21). Nuestro Señor conoció el dolor como nosotros, pero siempre mantuvo una perspectiva eterna y un corazón de siervo.

Cuando sienta la tentación de rendirse o de perder la alegría, recuerde el ejemplo de Jesús. Él mantuvo la motivación viendo el panorama más amplio y la victoria llena de alegría que estaba por llegar.

Mientras sirve en tiempos dolorosos, pide al Espíritu Santo que lo llene de la alegría del Señor. El ejemplo que usted da ayudará a llevar a la gente a Jesús, que merece toda la gloria. Porque «Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:9-11).

 

5. Tenga cuidado con lo que dice

Pablo dijo a los filipenses: «Hagan todo sin quejarse y sin discutir» (2:14, ntv). Tal vez había escuchado algo que lo impulsó a decir esto o tal vez Pablo había tratado con gente de la iglesia lo suficiente y sabía que necesitaban un recordatorio.

En los últimos años, me ha dolido ver a pastores y líderes cristianos perder la calma, despotricar en Internet y estallar contra las mismas personas a las que están llamados a pastorear. Estas acciones dividen a la iglesia y aumentan el escepticismo de muchas personas ajenas a la fe.

Cuando sienta la tentación de rendirse
o de perder la alegría, recuerde el ejemplo de Jesús. Él mantuvo la motivación viendo el panorama más amplio
y la victoria llena de alegría que estaba
por llegar.

Todo el mundo tiene opiniones, incluidos los ministros. Pero nunca debemos dejar que nuestras opiniones personales eclipsen el mensaje del Evangelio. Se supone que debemos ser sal y luz, no vinagre en una herida ni gasóleo en un incendio. Algunos líderes han perdido la alegría porque están debatiendo y protestando con el mundo en lugar de guiar a la gente fuera de la mundanalidad.

A veces, lo mejor es no entrometerse: contener la lengua y guardar el corazón. Las palabras de un líder tienen mucho peso, por eso dice: «Aférrense a la palabra de vida» (v. 16). Aproveche su plataforma para predicar el Evangelio en lugar de adoptar una postura sobre cuestiones culturales o políticas.

No permita que su corazón se enrede tanto en lo que sucede en el momento que pierde la perspectiva de la eternidad. Recuerde el mandato de Pablo en Colosenses 3:1-2: «Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra».

Cuando fijamos nuestra atención en las cosas temporales, corremos el riesgo de perder la alegría por las cosas de arriba. Pablo se negó a morder ese anzuelo. En cambio, pudo decir: «Claro que sí, deberían alegrarse, y yo me gozaré con ustedes» (Filipenses 2:18).

 

6. Busque asociaciones

Una de las principales quejas que escucho de los pastores es que el ministerio es solitario, especialmente el liderazgo superior. Entregamos nuestra vida a Dios y al servicio de su pueblo, y de alguna manera, en el camino, nos aislamos en el ministerio.

Pablo no ejerció el ministerio solo, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Pablo se asoció con otros, incluyendo a su hijo espiritual Timoteo y a su compañero de trabajo Epafrodito (Filipenses 2:19-30). Incluso en la cárcel, Pablo contó con la ayuda de sus amigos. Le aligeraron la carga y el ánimo (versículo 19).

El dolor y el estrés son inevitables. Compartir la carga con los demás es esencial si quiere mantenerse activo y sano en el ministerio. Un proverbio africano dice: «Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado». Yo lo reformularía de esta manera: «Si quiere disfrutar sirviendo al Señor durante mucho tiempo, hágalo con personas que le aporten alegría».

Cultive amistades. Invierta en alguien o en algunas personas. Asista a las reuniones de ministros. Dedique tiempo para comer con los miembros de su equipo. Dé a otros la oportunidad de ministrar a su lado mientras los guía y desarrolla.

 

7. Confíe en Dios

Hay un enorme valor en desarrollarse como líder, aumentar sus conocimientos académicos, sentarse en la sala con pensadores influyentes, avanzar en su carrera y tener una larga permanencia donde Dios le ha puesto. Todo ministro debe ser un aprendiz permanente y seguir creciendo.

Sin embargo, nuestra confianza no debe provenir de nuestro crecimiento, conocimientos académicos, habilidades o tenencia. Somos líderes guiados y llenos del Espíritu. Caminamos por fe en Jesús, somos guiados por el Espíritu Santo.

Pablo dijo a los filipenses que por encima de todo confiaran en el Señor. Después de compartir su impresionante currículum, Pablo dijo que no valía nada comparado con conocer a Jesús (Filipenses 3:3-8, ntv). De hecho, Pablo comparó su lista de elogios con un montón humeante de basura o estiércol.

A pesar de tener uno de los mejores currículos ministeriales de todos los tiempos, Pablo sabía que el verdadero premio era «ganar a Cristo y llegar a ser uno con él», llegando «a ser justo por medio de la fe en Cristo» (vv. 8-9).

«Quiero conocer a Cristo», dijo Pablo, «y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!» (vv. 10-11).

Como un hámster en una rueda, tenemos la tendencia a girar y girar en nuestras fuerzas y habilidades. Cuando algo va mal o alguien sufre, corremos al rescate. Nuestros motivos son nobles, pero nuestra energía es finita. Y cuando nos agotamos por confiar en nuestras propias fuerzas, perdemos la alegría.

Al principio de la pandemia, desayuné con otro pastor. Como hacía con todos mis amigos pastores, le pregunté: «¿Cómo van las cosas? ¿Cómo manejas toda la locura que está sucediendo a nuestro alrededor?».

Al poner nuestra confianza en Jesús,
la paz y la alegría inundarán nuestros corazones.

Mi amigo me dijo calmadamente: «Me va muy bien. Ningún cambio para mí en absoluto».

Fue la primera persona que lo dijo así. Me opuse a esta respuesta, pensando que mi amigo podría compartir conmigo tranquilamente algunos momentos de crisis. Pero me dijo: «Nada de esto ha sorprendido a Dios, y nada de esto ha interrumpido mis mañanas tempranas con el Señor. Sigo reuniéndome con Él cada mañana, y hago lo que me dice. Nada ha cambiado».

Dios nos ha llamado a seguir a Jesús, no una carrera. Nos dice que caminemos por fe, no por temor. Debemos aprender a encontrar nuestra alegría en seguir a Cristo por encima de cualquier otra búsqueda. Al poner nuestra confianza en Jesús, la paz y la alegría inundarán nuestros corazones.

 

8. Céntrese en el futuro

La canción en inglés «Moving Forward» [Seguir adelante] de Israel Houghton, últimamente se ha convertido en un grito de guerra privado para mí. La letra dice: «No vuelvo atrás, sigo adelante. Estoy aquí para declararte que mi pasado ha terminado en ti. Todas las cosas son nuevas, entregué mi vida a Cristo».

Esas palabras recuerdan lo que Pablo escribió en Filipenses 3:12-14 (ntv):

«Pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús».

Durante las interrupciones por la pandemia, mi esposa y yo llegamos a un punto en el que nos expresamos nuestro dolor el uno al otro y a Dios. Lamentamos la pérdida de las relaciones y lloramos por lo que nunca volvería a ser para nuestra iglesia e incluso para nuestra nación. Entonces decidimos que todavía había un futuro para nuestro propósito y vocación, y que seguiríamos adelante hacia él.

Pablo amonestó a los cristianos de Filipos para que mantuvieran su fe centrada en el futuro y siguieran adelante. Los desafió con su ejemplo a no mirar atrás, a olvidar lo que había detrás de ellos y a centrarse en lo que tenían delante.

Siga poniendo un pie delante del otro, y mantenga sus ojos en Jesús. Alcance a los perdidos. Construya la iglesia. Alimente a los hambrientos. Ore por los enfermos. Y, sobre todo, crezca en su relación con Cristo (v. 10). 

Muchos de nosotros hemos pasado más tiempo recordando lo que fue en vez de centrarnos hacia dónde Dios nos está llevando. Los días de gloria para la iglesia están siempre por delante, nunca por detrás.

Si se queda en el pasado seguirá sufriendo. Si usted se centra en los tiempos buenos que pasaron, nunca dejará de lamentar que esos tiempos se hayan ido. Si mantiene su atención en el dolor o en los errores de su pasado, constantemente verá la vida a través de la lente de la pérdida y el dolor.

Sea futurista. Mire hacia delante y vuelva a soñar. Dios siempre está en movimiento. Su reino siempre avanza. Pídale a Dios que le dé una nueva visión para su ministerio. Luego alinee su corazón y enfoque con el plan de Dios.

Recuerde que «somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador» (Filipenses 3:20).

 

9. Alégrese una y otra vez

Cuando se disponía a finalizar su carta, Pablo animó a los creyentes a mantenerse «fieles en el Señor» (Filipenses 4:1, ntv).

Pablo también les dijo que eligieran una actitud alegre: «Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense!» (v. 4). Este es un lenguaje es imperativo. Alegrarse es un imperativo tan vital para la vida cristiana que Pablo sintió la necesidad de repetirlo.

A veces parece que hay pocas cosas que nos entusiasman en nuestro mundo lleno de dolor. Hay tantas cosas que nos quitan la alegría y nos distraen de la adoración y la alegría. Pero debemos adoptar una postura alegre, hoy, y de nuevo mañana, y varias veces al día siguiente.

Pablo nos orienta sobre cómo hacerlo, explicando que debemos concentrarnos en las cosas correctas:

«Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza. 9 No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes». (vv. 8-9)

Si mantiene su mente y su corazón en el lugar correcto, alegrarse una y otra vez será mucho más fácil. Apaga los noticieros diarios durante una temporada. Desconéctese de las redes sociales por un tiempo. Dedique más tiempo a leer la Palabra de Dios y a la oración. Vuelva a salir con su cónyuge. Ríase con sus hijos.

Si mantiene su mente y su corazón en el lugar correcto, alegrarse
una y otra vez será
mucho más fácil.

Alégrese en el Señor, una y otra vez, día tras día.

 

10. De generosamente

Por último, Pablo agradece a los filipenses por su generosidad (Filipenses 4:10-19, ntv). Se habían convertido en fieles colaboradores financieros de su ministerio.

Pablo tuvo cuidado de no presionar a la congregación para conseguir más dinero. Aseguró a los filipenses que su satisfacción no dependía de sus recursos. Dios había sostenido a Pablo en los buenos y malos momentos y seguiría estando con él. Pero Pablo también quería que los filipenses supieran que estaba profundamente agradecido por su renovado compromiso financiero.

A medida que los creyentes contribuían al ministerio, Pablo y su equipo podían hacer más cosas. Los obreros predicaban el Evangelio, servían a los pobres y llevaban a la gente a Cristo gracias a la generosidad de los que daban. La fecundidad del ministerio de Pablo estaba directamente vinculada al apoyo de los filipenses, y Dios se dio cuenta e iba a recompensarlos «por su bondad» (v. 17).

Jesús dijo: «Hay más bendición en dar que en recibir» (Hechos 20:35). Si usted quiere volver a experimentar la alegría, dé. Apoye a los misioneros. Dedíquese por completo al trabajo de compasión por medio de organizaciones como Convoy of Hope [Convoy de Esperanza]. Dedique un tiempo al mes para servir a los menos afortunados de su ciudad y para ayudar a los que sufren. Dé más de lo que haya dado alguna vez.

Deles una generosa gratificación a sus empleados. Llame a los líderes de su distrito para decirles que los quiere y que ora por ellos, y luego envíeles una tarjeta de regalo a cada uno.

La generosidad trae alegría y bendiciones. Pablo dijo: «Y este mismo Dios quien me cuida suplirá todo lo que necesiten, de las gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús» (v. 19).

Dé generosamente y verá cómo la alegría vuelve a su vida.

 

Unas palabras finales

Tal vez esté luchando por andar en el gozo del Señor. Tal vez esté trabajando con esmero para Dios sin un sentido de Su presencia, o ha olvidado lo que es ministrar del desbordamiento del tiempo que pasa con Él. Tal vez usted se siente como si estuviera en la rueda del hámster de correr en su poder en lugar del de Dios.

En la Biblia, es evidente que Dios quiere que las personas experimenten Su alegría. Consideremos estos versículos:

  • «Porque el gozo del Señor es su fuerza!» (Nehemías 8:10, ntv).
  • «El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría» (Salmos 30:5).
  • «Pero el ángel los tranquilizó. “No tengan miedo — dijo — . Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente. ¡El Salvador — sí, el Mesías, el Señor — ha nacido hoy en Belén, la ciudad de David!”» (Lucas 2:10-11).
  • «… El Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad» (Gálatas 5:22).

Pídale a Dios que le llene de nuevo con su Espíritu y renueve la alegría. Ríase de nuevo. Vuelva a tener esperanza. Siga el ejemplo de Cristo. Absténgase de entrar en discusiones inútiles. Desarrolle alianzas en el ministerio. Recuerde la victoria que tiene en Jesús. Deje el pasado atrás. Elija la alegría cada día. Dé generosamente.

A veces la vida es dolorosa, pero tenemos la promesa de la alegría. Así que alégrese siempre en el Señor. Lo diré otra vez: ¡Alégrese!

 

MIKE BURNETTE, D. Min., es pastor principal de LifePoint Church en Clarksville, Tennessee.

 

Este artículo aparece en el invierno 2023 de la revista Influence.

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