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Practicar la integridad en Internet

Cómo sostener mejores conversaciones en la era digital

Donna Barrett on March 6, 2024

Las palabras son poderosas. Tienen la capacidad de cambiar a las personas. Por eso las Escrituras nos exhortan a usarlas con cuidado, sobre todo si somos predicadores y maestros del Evangelio (Santiago 3:1).

Proverbios 12:18 dice, «Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina» (RVR1995).

El proverbio menciona la lengua, el órgano del habla, pero se aplica igualmente a los dedos, con los que escribimos o tecleamos. Nuestras palabras, habladas o escritas, mejoran o empeoran las cosas. Hieren o sanan.

 

Amplificación digital

Si las palabras tienen este efecto en persona, imagine su potencial en internet.

Mi oración es que allí donde los teléfonos inteligentes, las tabletas y los ordenadores portátiles se conecten a internet, los usuarios tengan acceso a las buenas nuevas de Jesús en su propio idioma. ¡Que utilicemos la tecnología para amplificar el Evangelio!

Sin embargo, también sé que las plataformas digitales pueden amplificar las voces dañinas.

Con demasiada frecuencia, los usuarios de las redes sociales comparten involuntariamente artículos en la web, entradas de blog y memes (con información incorrecta) porque coinciden con su propio punto de vista.

Algunos publican intencionalmente declaraciones falsas (desinformación) para cambiar la opinión pública mediante el engaño.

En cualquier caso, la falsedad crea un entorno en el que resulta más difícil comunicar la verdad.

 

Pérdida de la verdad

Cuando la gente siente que ya no puede creer lo que oye y lee, el escepticismo abunda.

Consideremos la erosión de la confianza en los medios de comunicación actuales.

Una reciente encuesta de Gallup preguntaba: “En general, ¿cuánta confianza tiene en los medios de comunicación (periódicos, televisión y radio) a la hora de informar de forma completa, precisa y justa: mucha, bastante, poca o ninguna?”

Solo el 32% de los estadounidenses respondió “mucha” o “bastante”. Esto representa un fuerte descenso desde 1976, cuando el 72% de los estadounidenses confiaba en los medios de comunicación.

Los críticos de los medios culpan a la parcialidad periodística. Muchos medios elaboran narrativas y titulares para generar clics entre el público objetivo. Esto explica por qué algunos sitios atraen a votantes de izquierda y otros a votantes de derecha.

Mientras tanto, los lectores quieren historias que no contradigan su forma de ver el mundo, y a menudo desconfían de cualquier cosa que cuestione sus puntos de vista.

Las redes sociales exacerban la desconfianza. Sus algoritmos alimentan a los usuarios con un flujo constante de contenidos que les alejan de puntos de vista alternativos y refuerzan las preferencias partidistas.

Estos contenidos son cada vez más sensacionalistas y provocadores. Refuerzan ideas preexistentes en lugar de aportar información nueva y útil.

Mientras que los medios de comunicación tradicionales emplean redactores y verificadores de hechos, ahora cualquiera puede crear una cuenta en las redes sociales y generar contenidos que viajan por todo el mundo.

 

Se necesita integridad

Todo esto apunta a la necesidad de integridad.

La integridad tiene que ver con la bondad y la cabalidad. Una persona íntegra es digna de confianza.

Proverbios 18:17 dice, «El primero que habla en la corte parece tener la razón, hasta que comienza el interrogatorio». Reemplace «en la corte» por “en las redes sociales” y el efecto es el mismo. Cuando cada lado puede citar una historia mediática a su favor, discernir la verdad es difícil.

La gente que discierne quiere la verdad. Y la gente honesta dice la verdad. Aquellos que desean conocer la verdad buscarán a personas honestas que puedan compartirla.

En Estados Unidos, cuando los testigos suben al estrado para ofrecer su testimonio, juran decir “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Prometen no ofrecer medias verdades, que también son medias mentiras. Tampoco enterrarán la aguja de la verdad en un pajar de información irrelevante.

Si examina sus publicaciones más recientes en las redes sociales, ¿exhiben bondad y cabalidad?

¿Sus mensajes edifican a los demás o se dedican a difamar a aquellos con los que no está de acuerdo?

Efesios 4:29 dice, «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes» (RVR1995).

¿Sus mensajes edifican a los demás o se dedican a difamar a aquellos con los que no está de acuerdo?

¿Sus publicaciones brindan una imagen completa del tema? ¿O son como los ciegos proverbiales que describen un elefante? El primer hombre describe la oreja, el segundo el tronco, el tercero un pie y el cuarto la cola. Ninguno de ellos describe al elefante en su totalidad.

¿Está la gente mejor informada porque le sigue en Internet, o solo recibe medias verdades (y, por tanto, medias mentiras)?

¿Y qué hay de las personas que usted sigue en Internet? ¿Sus mensajes están llenos de gracia y son veraces?

 

Autoexamen

Permítanme terminar ofreciendo algunas sugerencias sobre cómo nosotros, como cristianos y ministros del Evangelio, podemos mejorar lo que se publica en línea.

A los que se dedicaban a buscar faltas en sus días, Jesús dijo: “Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo” (Mateo 7:5, NTV).

Esto sugiere que comencemos con un autoexamen.

No crea todo lo que lea o escuche hasta que haya verificado la información. Es un imperativo bíblico. «Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios» (1 Juan 4:1, NBLA, énfasis añadido).

Haga una pausa antes de publicar algo en las redes o enviar un correo electrónico importante. Déjelo reposar toda la noche. Puede que mañana piense de otra manera. Como dice Santiago 1:19: «todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse» (NTV).

Pablo dice que «hablar la verdad en amor» es una característica de los cristianos maduros (Efesios 4:14, 15, NBLA). Fomente relaciones en las que otros puedan pedirle cuentas diciéndole la verdad con amor.

Acepte que no siempre podrá reivindicarse ante los demás. ¿Ha pensado alguna vez que José murió sin convencer a sus compañeros de que la concepción de Jesús en María era divina? A veces simplemente debemos orar como lo hizo David: «Declárame inocente, oh Señor mi Dios, porque tú haces justicia; no permitas que mis enemigos se rían de mí en mis dificultades» (Salmo 35:24, NTV).

Los mandamientos bíblicos respecto a cómo hablamos de y a los demás no han sido anulados. Como enseñó Jesús: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la Ley y los Profetas» (Mateo 7:12, NVI).

 

Crítica constructiva

¿Cómo puede ayudar a otros creyentes cuando sus publicaciones en Internet carecen de integridad?

Empiece con preguntas. ¿Cuál es la fuente de su información? ¿Por qué creen que es importante publicar sobre este tema? En sus comentarios, oriéntelos hacia una dirección saludable de la conversación en lugar de agregar combustible emocional al fuego retórico.

Proverbios 27:6 dice: «Las heridas de un amigo sincero son mejores que muchos besos de un enemigo» (NTV). Cultive el tipo de relaciones con los demás en las que prefieran escuchar una corrección afectuosa de su parte más que los cumplidos complacientes de otros.

Utilice la plataforma de comunicación más adecuada al contenido que se debate. El apóstol Juan escribió: «Aunque tengo muchas cosas que decirles, no he querido hacerlo por escrito, pues espero visitarlos y hablar personalmente con ustedes para que nuestra alegría sea completa» (2 Juan 12, NVI).

Hay algo en las conversaciones personales que la tecnología no puede reproducir.

Use los mensajes de texto para comunicarse con sus amigos y el correo electrónico para intercambiar información detallada. Pero para las conversaciones difíciles, agarre el teléfono y llámelos, o mejor aún, organice una cita para encontrarse con ellos en persona.

En cualquier caso, no se quede atrapado en un intercambio en las redes sociales. No le conviene una conversación digital pública (y archivada permanentemente) cuando una conversación en privado conseguiría mejores resultados.

Dicho esto, puede llegar un momento en que el Señor le impulse a enfrentarse a alguien públicamente. Pablo se opuso abiertamente a Pedro cuando las circunstancias lo requerían (Gálatas 2:11). Pero ese es un último y desesperado recurso, nunca la primera opción.

En una época de desconfianza, la integridad nunca ha sido tan vital. Como ministros del Evangelio, señalar la verdad es nuestra misión y vocación.

Jesús es la verdad (Juan 14:6). Aquellos que lo representan también deben defender la verdad.

 

Donna Barrett es secretaria general de las Asambleas de Dios (USA).

 

Este artículo aparece en de invierno 2024 de la revista Influence.

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