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Hagamos PERSONAL el estudio de la Biblia

La meta de la interpretación es nuestra semejanza con Cristo

Lo fundamental de la vida cristiana es seguir a Cristo, quien es revelado mediante la Palabra de Dios.

La lectura de la Biblia es esencial para la identidad y el crecimiento de los cristianos. Buscamos parecernos más a Jesús dedicando tiempo a las Escrituras, que prometen transformarnos.

Para los líderes de la Iglesia, la predicación y la enseñanza requieren un cuidadoso estudio de la Biblia. Sin embargo, muchos pastores se acercan al texto de forma casi agnóstica, siguiendo los principios hermenéuticos que aprendieron en el seminario, pero rara vez consideran que el proceso es particularmente espiritual.

Como en cualquier otra disciplina profesional, existen métodos prescritos para la interpretación de la Biblia. Por ejemplo, podemos examinar el contexto original, leer algunos comentarios y buscar una aplicación adecuada al tema del sermón.

Estas son buenas prácticas, pero seguirlas como una receta trillada para un plato de revelación espiritual disminuye su eficacia. Cuando el estudio bíblico se vuelve tan rutinario que pasamos por alto el objetivo, perdemos algo vital en nuestra vida y ministerio.

Otro peligro es ver las Escrituras como una especie de cofre del tesoro. Escaneamos las páginas en busca de un diamante. Sin embargo, las gemas que sacamos a menudo revelan tanto sobre las perspectivas personales como sobre el texto bíblico. Esto se debe a que no siempre cobramos conciencia de nosotros mismos.

Las presuposiciones pueden influir en el resultado de la interpretación. Por eso, al estudiar las Escrituras, debemos tratar de conocer no solo a Dios, sino también a nosotros mismos. Al leer la Biblia, debemos permitir que la Biblia nos lea a nosotros.

Estudiar la Palabra de Dios, ya sea de manera devocional o para preparar un sermón, es algo más que un ejercicio académico o casual. Cada vez que abrimos la Biblia, esta debe penetrar en nuestros corazones y desbordarse en la obra de nuestras manos.

La interpretación bíblica y la preparación de sermones pueden ser espiritualmente enriquecedoras y personales. Con esa convicción en mente, desarrollamos ocho pasos para reavivar el amor por las Escrituras, utilizando el acrónimo PERSONAL.

No se trata de una fórmula más, sino de un recordatorio para mantener la revelación de Dios en el centro de la lectura e interpretación de la Biblia.

 

Perseverar en la oración

Hay al menos tres razones por las que el estudio de la Biblia debe comenzar siempre con la oración. En primer lugar, para comprender la Palabra, el carácter y los caminos de Dios es necesario depender totalmente de Él. A través de la oración, nos orientamos hacia Dios.

Pide a Dios que te ayude a evitar cambiar el texto bíblico a tu propia imagen mientras lees. Invita al Espíritu Santo a guiarte a través de la Palabra de Dios, transformándote a imagen de Cristo. Ora para que te ilumine, pero también para que cambie tu interior.

En segundo lugar, la oración crea un ambiente de atención a la voz de Dios. Mantén una actitud de oración durante todo el proceso de interacción con las Escrituras. Dios puede irrumpir en cualquier momento, aportando comprensión (mente) y moldeando los afectos y las emociones (corazón).

Es fácil permitir que la disciplina del estudio bíblico se convierta en algo rutinario y no esté impulsada por el Espíritu. La oración es la mejor manera de mantener la sensibilidad a la obra del Espíritu Santo.

Por último, la oración nos posiciona para vivir y proclamar la verdad de Dios. El estudio de la Biblia debe conducir a la aplicación, guiando nuestra enseñanza y nuestras acciones (manos).

Ora pidiendo el poder del Espíritu para aplicar, vivir y compartir la Palabra, de modo que tú y tu congregación puedan parecerse más a Cristo.

El estudio de la Biblia debe comenzar, continuar y terminar reconociendo que dependemos de Dios.

 

Evaluarse a uno mismo

Cualquier lectura honesta de las Escrituras requiere una evaluación personal, con conciencia de nuestra distancia de los contextos de los autores bíblicos y el reconocimiento de nuestras tendencias.

Quienes escribieron la Biblia tenían tradiciones, culturas, lenguas y situaciones geopolíticas distintas de las nuestras. No es de extrañar que no veamos el mundo exactamente igual que ellos.

Llegamos al texto con nuestras propias tendencias o comprensiones previas. Incluso el lenguaje que utilizamos es diferente del bíblico en cuanto a gramática, sintaxis, vocabulario y estilo.

Estas tendencias no son necesariamente buenas o malas, pero pueden ser perjudiciales cuando impiden una interpretación adecuada de las Escrituras. Identificar tendencias facilita la tarea de la interpretación de la Biblia.

Cada vez que abrimos
la Biblia, esta debe penetrar en nuestros corazones y desbordarse en la obra de nuestras manos.

Algunas tendencias son negociables y otras no. Los factores no negociables son los que no se pueden cambiar. Por ejemplo, la lengua materna no es negociable, como tampoco lo es el lugar de nacimiento. La verdad de que la Escritura es la Palabra de Dios tampoco es negociable.

Incluso los aspectos no negociables merecen ser evaluados para ganar perspectiva. No puedes cambiar estas cosas, pero puedes aprender otro idioma, entablar amistad con personas de otras culturas y crecer en tu comprensión de lo que significa vivir y proclamar la Palabra de Dios.

La apertura a la nueva información es importante, pero también lo es aferrarse a la verdad inmutable de Dios. Encontrar el equilibrio adecuado requiere sabiduría, madurez y discernimiento.

La propia Escritura revela cómo algunos prejuicios pueden convertirse en un obstáculo para la obediencia. Pensemos en el profeta Jonás. Tras resistirse inicialmente a su llamado a predicar en Nínive, Jonás se enfadó con Dios cuando los ninivitas se arrepintieron. Los prejuicios etnocéntricos de Jonás le impedían apreciar la obra de Dios o compartir su compasión.

Todos tenemos prejuicios que afectan nuestra lectura de las Escrituras y distorsionan nuestra visión de Dios. Por eso, evaluarnos a nosotros mismos es una parte crucial de la apertura de nuestros corazones al Espíritu Santo, que promete guiarnos a toda la verdad (Juan 16:13).

Los prejuicios culturales son de los más difíciles de eliminar. Sin embargo, cuando nos convertimos en seguidores de Cristo y ciudadanos del cielo, también nos convertimos en críticos de la cultura en la que nacimos.

La ciudadanía celestial reorienta nuestra forma de pensar. Vemos nuestra cultura a través de una nueva lente, centrada en Cristo. A medida que crecemos en la fe, también desarrollamos conciencia de los puntos ciegos culturales.

Por medio de la Palabra de Dios, el Espíritu renueva nuestra mente y nos asemeja más a Cristo. Al mismo tiempo, somos seres humanos, pecadores salvados por la gracia. Seguimos luchando con malentendidos e imperfecciones. Por eso es necesaria una autoevaluación continua cuando nos acercamos a las Escrituras.

 

Releer en contexto

El contexto es clave. Al iniciar un estudio bíblico, lee primero todo el libro (una epístola, por ejemplo), capítulo (como un salmo) o sección (tal vez una profecía). A continuación, vuelve a leer el contexto inmediato, el texto anterior y posterior al pasaje.

Por último, lee el pasaje en diferentes versiones (incluso en las lenguas en que se escribió la Biblia, si fuera posible).

A lo largo de este proceso, no pierdas de vista el contexto. Hay que tener en cuenta dos contextos.

El primero es el contexto original. Considera lo que el pasaje significaba para los oyentes originales, teniendo en cuenta su contexto histórico, cultural y geopolítico.

Haz preguntas como éstas ¿Cómo era su mundo? ¿Qué circunstancias llevaron al autor bíblico a escribir estas palabras?

Explorar estas cuestiones requiere imaginación y curiosidad. Aquí es donde entra en juego la investigación preliminar, utilizando diccionarios bíblicos, léxicos y atlas.

Cuando estudies las cartas de Pablo a los Corintios, por ejemplo, dedica tiempo a conocer la ciudad y la cultura de Corinto.

Como dice Gordon D. Fee en How to Read the Bible for All Its Worth [La lectura eficaz de la Biblia], «Un texto no puede significar lo que nunca pudo significar para sus lectores/oyentes originales».

El segundo contexto es literario. ¿Qué significa el pasaje concreto en el contexto literario más amplio?

Los libros y pasajes bíblicos se clasifican en géneros que exigen distintas pautas interpretativas. Al igual que existen diversas categorías de producciones cinematográficas (como acción, comedia, drama o musical), cada género bíblico sigue ciertas convenciones y estructuras.

Esto significa que debes leer un salmo (poesía) de forma diferente a una epístola (carta). Preguntarse por qué el autor bíblico eligió escribir en ese estilo también es una buena práctica.

No tener en cuenta el contexto literario suele conducir a malentendidos. Por el contrario, leer según la intención original del autor ayuda a dar vida al texto.

Considera la cruda emoción del Salmo 22: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (versículo 1, NTV).

A pesar de sentirse abandonado, el salmista acudió a Dios en su angustia. A lo largo de los siglos, los creyentes se han hecho eco de estas palabras en medio de su propio dolor y sufrimiento. Jesús mismo las pronunció en la cruz (Mateo 27:46; Marcos 15:34).

Los salmos tienen un sentido de intemporalidad porque la poesía apela a las emociones a través de expresiones e imágenes vívidas. La lectura del Salmo 22 en su contexto original y literario nos lleva de la impotencia a la alabanza.

Aunque este salmo se encuentra apropiadamente en el libro de adoración del antiguo Israel, sus lecciones también son relevantes para la vida cristiana moderna. Pero para sacar el máximo partido de éste o de cualquier otro texto, debemos considerar el contexto.

 

Solícitos para buscar

Tras una lectura inicial y una investigación preliminar, profundiza en el pasaje. Concéntrate en las palabras y frases que destaquen. Presta atención a los nombres de los lugares, las personas y los temas.

El proceso de leer el texto cuidadosamente teniendo en cuenta las claves contextuales y lingüísticas es la exégesis. Es una parte importante de la interpretación bíblica.

A continuación, subraya las frases clave e incluso haz un diagrama. Busca conexiones entre el contexto inmediato y el resto del libro.

De nuevo, haz las siguientes preguntas: ¿Cuál era el propósito del autor al escribir este pasaje? ¿Qué preocupaciones expresa? ¿Qué información aportan el contexto y el género literario?

Busca información sobre palabras y temas destacados, como «pacto» o «sacrificio». Utiliza diccionarios bíblicos y recursos similares para comprender los contextos históricos y culturales de estos términos.

Este aprendizaje no es solo para un momento o un sermón. También te equipa para futuros estudios. El conocimiento bíblico es acumulativo.

Por ejemplo, un estudio en profundidad del contexto histórico, político y lingüístico de Filipenses te servirá de ayuda para leer otras obras paulinas.

El proceso de leer el texto cuidadosamente teniendo en cuenta las claves contextuales y lingüísticas es la exégesis. Es una parte importante de la interpretación bíblica.

Un punto a tener en cuenta es que no todos los teólogos de la historia de la Iglesia y del cristianismo global comparten tus puntos ciegos culturales y personales (aunque tendrán sus propios puntos ciegos).

Preguntarse cómo ha entendido el pasaje la comunidad de fe local, global e histórica puede aportar nuevas perspectivas. Esto puede incluir el aspecto imaginativo de contemplar cómo otros podrían haber interpretado el texto basándose en lo que sabemos sobre su visión del mundo o sus inclinaciones teológicas.

Este tipo de investigación puede requerir mucho trabajo, pero dedicar, aunque sea un poco de tiempo y energía a pensar fuera de tu propia identidad cultural te ayudará a ampliar la perspectiva.

Por ejemplo, yo (Jacqueline) enseñé una vez el Libro de Ester a un grupo de mujeres turcas. Cuando llegaron al pasaje en el que Ester invita al rey Jerjes y a Amán a un segundo banquete, les pregunté por qué Ester hizo esto.

La mayoría de los cristianos occidentales han supuesto que Ester se asustó o no estaba preparada para apelar al rey debido a alguna debilidad personal.

Sin embargo, las mujeres turcas respondieron unánimemente que la relación de Ester con Jerjes aún no se había restablecido. Explicaron que este proceso de restablecimiento solo podía producirse en la intimidad de una comida.

La cultura de la hospitalidad de esta comunidad turca cambió mi forma de leer la historia de Ester.

 

Observar con el corazón

Tras centrarte en los distintos contextos y preguntarte qué significaba el pasaje para el autor y el público originales, piensa en lo que significa para ti.

Observa con el corazón, concentrándote en «traducir» el texto del contexto original al tuyo.

Primero, medita sobre el pasaje mientras revisas los resultados de tu investigación.

Luego busca en tu interior. Como dice John Goldingay en Models for Interpretation of Scripture [Modelos para la interpretación de las Escrituras], «Ábrete a la costosa exigencia del texto y comprométete al arrepentimiento y al cambio a la luz de este».

Esta etapa consiste en considerar lo que el pasaje significa para ti y para la congregación.

Aunque aprender sobre el contexto original es esencial, también debemos convertirnos en estudiantes y críticos de nuestros propios contextos contemporáneos. Pasar del «entonces» al «ahora» forma parte del proceso hermenéutico.

 

Notas

Después de leer, buscar y observar el texto, escribe el pasaje con tus propias palabras. ¿Qué significa? ¿Y qué significa en tu contexto? Este paso ayuda a aclarar tu interpretación y su trascendencia.

Anota tus conclusiones y luego compáralas con los comentarios. Utiliza fuentes de calidad y teológicamente conservadoras, como Tyndale; New International Commentary on the Old Testament [Nuevo Comentario Internacional del Antiguo Testamento] (NICOT, por sus siglas en inglés) y New Testament [Nuevo Comentario Internacional del Nuevo Testamento] (NICNT, por sus siglas en inglés); The Expositor's Bible Commentary [Comentario Bíblico del Expositor]; y Word Biblical Commentary [Comentario Bíblico Mundial].

Abre estos recursos cuando hayas terminado con tu estudio. De este modo, conservarás la propiedad de lo que has aprendido del pasaje.

Plantéate preguntas como éstas ¿Qué más he aprendido de los comentaristas? ¿Hay consenso entre los recursos y los comentarios? ¿Debo modificar mi resumen? ¿Cuáles son ahora los puntos clave?

 

Aplicar

Esta etapa consiste en poner en práctica el mensaje. La interpretación de la Biblia debe conducir a una reflexión teológica en oración.

Plantéate hacia dónde deberían ir tú y la congregación a partir de aquí. ¿Hacia qué acciones les está guiando el Espíritu Santo a través del estudio de la Palabra de Dios?

Las Escrituras son algo más que principios y doctrinas. La Palabra de Dios nos lleva a una vida de conocimiento e imitación de Cristo.

Dedica tiempo a la oración, pidiendo a Dios que actúe en ti y a través de ti. Los lectores de la Biblia necesitan la sabiduría del Señor para aplicar correctamente el texto y su poder para ponerlo en práctica. Ambas cosas son necesarias.

Dado que la Palabra de Dios es viva y activa,
el crecimiento y la transformación espiritual están integrados en el proceso mismo del estudio bíblico de calidad y la respuesta obediente.

Establece objetivos de crecimiento personal. Identifica una aplicación o punto clave en el cual centrarte durante la próxima semana, junto con al menos un paso práctico que dar. Haz que este paso sea específico y medible. Por ejemplo, hacer una lista diaria de agradecimientos o hacer un acto de bondad con un vecino.

Con frecuencia, el fracaso en la aplicación del texto es una indicación de que la aplicación es demasiado abstracta. En otras palabras, no identificamos formas concretas de evaluar lo que hemos hecho.

Como estudiante universitario, yo (Paul) me sentí inspirado durante mi lectura de la Biblia a ser más amoroso. Después de una semana de este enfoque intencional, todavía no sabía si era más amoroso que antes.

Así que me fijé metas personales, identificando formas concretas de demostrar el amor de Dios. Por ejemplo, me propuse escuchar activamente a la gente. Me esmeré en servir a los demás, incluidos mis amigos de la universidad. Tener unos objetivos concretos me permitió evaluarme y ver mi crecimiento en este ámbito.

Ya sea para aplicación personal o para sermón, considera las implicaciones de los puntos clave para la vida interior del creyente y su caminar con Dios. A continuación, identifica las acciones, la ética o los comportamientos que deberían adoptarse a la luz de esta comprensión bíblica. La aplicación debe tener componentes internos y externos.

El proceso de aplicación del texto también desempeña un papel importante para ayudarnos a comprenderlo. Vivir la verdad de Dios produce crecimiento espiritual. A su vez, la sabiduría y la madurez piadosas influyen en nuestra forma de leer la Biblia.

Junto con el resto del proceso de interpretación bíblica, la aplicación nos ayuda a desarrollar nuevas comprensiones. La próxima vez que nos acerquemos a las Escrituras, no seremos la misma persona. Habremos crecido tanto en fe como en conocimiento.

A esta interacción entre el texto y el lector la llamamos círculo hermenéutico o, expresado en términos de progresión, espiral hermenéutica. No es posible una interpretación bíblica sólida si descuidamos el paso de aplicar lo que aprendemos.

Después de decidir una aplicación, concluye con una oración para pedir guía y ayuda. El Espíritu de Dios no solo ilumina nuestras mentes para que comprendamos Su Palabra, sino que también nos capacita para encarnar el mensaje. Dios transforma progresivamente nuestros corazones, mentes y manos.

La buena interpretación bíblica comienza y termina con la oración.

 

Liderar con el ejemplo y compartir

Algunos autores consideran que la aplicación es el paso final del proceso. Sin embargo, una respuesta apropiada a la Palabra de Dios debería resultar en un cambio de vida continuo.

Al vivir las verdades de las Escrituras, pasamos de acciones individuales a hábitos permanentes que se convierten en una segunda naturaleza y conforman nuestras disposiciones.

Con el tiempo, el pensamiento, los afectos, las experiencias y la ética se asemejan más a Jesús. Además de desarrollarse como aprendices bíblicos de por vida, a quienes viven la Palabra, Dios «los eligió para que llegaran a ser como su Hijo» (Romanos 8:29, NTV).

Pasamos de las aplicaciones individuales a un estilo de vida integral que incluye el estudio de la Biblia. Al igual que en el paso de la aplicación, esto modifica nuestra comprensión para la próxima vez que lleguemos al texto.

Una extensión de vivir la Palabra de Dios es compartirla con los demás. Esta participación adopta tres formas.

En primer lugar, compartimos la Palabra como parte de una comunidad de fe. Esto incluye interactuar con maestros, predicadores y eruditos aprendiendo de ellos sobre el texto bíblico, así como ayudando a otros a crecer en comprensión. Ambos aspectos son necesariamente recíprocos. Somos una comunidad hermenéutica.

En segundo lugar, compartimos con personas ajenas a la Iglesia, proclamando las Buenas Nuevas de Cristo a personas que no le conocen. Todos los creyentes, pastores y fieles por igual, tienen el llamado a compartir la verdad de Dios.

En tercer lugar, compartimos para facilitar nuestro propio crecimiento. La gente recuerda más cuando enseña a otros. Compartir ayuda a arraigar la Palabra en nuestros corazones y en nuestras vidas.

Además, el intercambio intercultural amplía nuestros horizontes y nos ayuda a superar los puntos ciegos culturales y personales.

 

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El telos, u objetivo final, de las Escrituras es revelar a Dios y llevar a las personas a una relación salvífica con Su Hijo.

La Biblia nos remite a Jesús. Y cuanto más lo conocemos, más nos parecemos a Él.

Individual y colectivamente, crecemos a través del estudio de la Biblia para conocer el corazón y el carácter de Dios y comprender su revelación.

Se trata de una búsqueda permanente. A lo largo de los años de estudio, nos informamos y formamos cada vez más mediante nuestra comprensión y aplicación de la Biblia. Dado que la Palabra de Dios es viva y activa, el crecimiento y la transformación espiritual están integrados en el proceso mismo del estudio bíblico de calidad y la respuesta obediente.

La interpretación bíblica es fundamental para el ministerio y la vida cristiana. Por lo tanto, necesitamos hacer PERSONAL nuestro estudio de las Escrituras, permitiendo que la Biblia transforme nuestros corazones, mentes y manos para la gloria de Dios.

 

Jacqueline Grey, Ph.D., es profesora de estudios bíblicos en el Alphacrucis University College de Sydney (Australia) e investigadora en la Universidad de Sudáfrica y el Centro de Teología Pentecostal.

 

Paul W. Lewis, Ph.D., es profesor de teología histórica y estudios interculturales en el Seminario Teológico de las Asambleas de Dios, Evangel University, en Springfield, Missouri.

 

Este artículo aparece en la verano 2024 de la revista Influence.

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