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 the shape of leadership

7 prácticas de discípulos empoderados por el Espíritu

Indicadores en el recorrido del discipulado

Elly C Marroquin on January 12, 2022

Pisé por primera vez una iglesia de las Asambleas de Dios a los nueve años y con una actitud reacia. Estaba determinada a seguir rechazando todo lo que se relacionara con la iglesia. Destruida por el reciente divorcio de mis padres, me molestaba que mi madre había aceptado el cristianismo poco antes, yo lo veía como algo que mi familia no necesitaba.

Me senté atrás de todo en una clase del Ministerio Nacional al as Jovencitas (en ese tiempo, «Misioneritas») esperando a que terminara. A pesar de mis intentos de pasar desapercibida, no podía evitar que las maestras y voluntarias me notaran. Esa noche, ellas se acercaron a mí con compasión y con un amor que me llevó a bajar las defensas.

Aunque no tenía las palabras para eso en aquel entonces, las líderes empezaron a discipularme. Semana tras semana, invirtieron en mi vida. Lentamente, mis muros cayeron. Empecé a imitar sus oraciones, su adoración, entre otras cosas. Estas prácticas me acercaron más a Jesús, y al final lo acepté.

Como una niña recién convertida de 11 años, pensaba: ¿Qué pasaría si algún día Dios me usa para fundar una iglesia? Guardé esa idea en la mente y seguí viviendo el cristianismo de la manera que conocía, o sea, comprometiéndome fielmente con las prácticas que otras personas me demostraban con su ejemplo.

Veinte años después, cuando mi esposo y yo estábamos fundando una iglesia y planificando nuestra estrategia para el discipulado, mi mente volvió a esa clase donde empezó mi formación espiritual. Quería que nuestra nueva iglesia estuviera llena de discípulos cuyas actitudes y acciones demostraran que eran seguidores de Jesús, igual que las personas de la iglesia que me cambiaron la vida.

Los discípulos se forman a través de las actitudes y las acciones, los hábitos y las conductas: las prácticas que identifican a las personas como seguidoras de Jesús. La palabra «discípulo» en el Nuevo Testamento significa «aprendiz o seguidor», y el camino del discipulado es un aprendizaje constante de toda la vida.

A lo largo de mi vida y ministerio, he descubierto varias prácticas indispensables que dan apoyo al discipulado de los individuos y las iglesias. Como directora nacional de Educación y Discipulado de las Asambleas de Dios, con regularidad recibo llamadas de líderes de la iglesia pidiendo orientación acerca del discipulado.

En el último año y medio, nuestra oficina nacional trabajó con líderes de ministerio, directores de discipulado, pastores, profesores y laicos para identificar prácticas de discipulado para cada edad.

Para empezar, definimos «discípulo» como «un seguidor de Jesús de toda la vida empoderado por el Espíritu». Luego, preguntamos qué prácticas son indispensables para los discípulos. Creamos una lista de siete prácticas, y tú reconocerás todas. El objetivo aquí no es compartir prácticas que no has considerado, sino preguntar si tu iglesia está haciendo discípulos en todas estas áreas.

¿En qué prácticas más se destaca tu iglesia? ¿En cuáles necesita mejorar? Usa esta lista para iniciar la conversación con tu personal o equipo de ministerio para evaluar si están haciendo discípulos según el modelo bíblico.

1. La Biblia

Un discípulo empoderado por el Espíritu acepta la Biblia como la verdad autoritativa y aplica sus instrucciones a la vida diaria.

El Antiguo y Nuevo Testamento proveen un punto de partida para un andar más comprometido con Cristo. Aunque enfatizamos el Nuevo Testamento cuando presentamos a Jesús a la gente (en especial en los contextos occidentales), deberíamos enseñar el Antiguo Testamento también, empoderando a la gente para que vea la Biblia como una unidad que es relevante para su vida.

Jesús les dijo a las multitudes que se habían reunido en la ladera de la montaña de Galilea: «No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento» (Mateo 5:17). Esta declaración vino después de haber pasado 40 días en ayuno en el desierto, en los cuales combatió las sucesivas tentaciones con la Palabra de Dios (Mateo 4:1-11). Solo después de que Jesús se comprometió con la Palabra, empezó su ministerio. Así también será para Sus discípulos. El ministerio comienza aquí.

Durante años, el modelo principal de discipulado dentro de las Asambleas de Dios fue la Escuela Dominical. Sin embargo, más y más iglesias han pasado a un formato de discipulado en grupos pequeños. Los grupos pequeños se destacan en el ministerio relacional, aunque a veces corren el riesgo de omitir un estudio sistemático de la Escritura, un rasgo característico de la Escuela Dominical tradicional. La denominación de las Asambleas de Dios busca trabajar con ambos modelos, y se asegura de que la Palabra tenga un lugar central en el discipulado de todas las iglesias y comunidades en desarrollo.

¿Cuál es el modelo que implementa tu iglesia para comprometerse con la Biblia: la Escuela Dominical, los grupos pequeños, o una combinación de ambos? Considera encuestar a tus congregantes. ¿A dónde recurren ellos primero para buscar consejo en cuestiones pertinentes? ¿Es la Biblia el último recurso? ¿Piensan en ella solo durante los sermones del domingo? ¿O están interactuando con la Palabra de Dios a diario?

Recuerda introducir toda la Escritura lo más posible, ya sea a través de la predicación exegética, encontrando paralelos entre el Nuevo y Antiguo Testamento, o explicando los personajes de la Biblia en función del relato de Dios en vez de episodios independientes. Cuando la gente acude primero a la Palabra de Dios y lo hace con regularidad, entonces uno sabe que están andando como sus discípulos.

2. El Espíritu

Un discípulo empoderado por el Espíritu se entrega a la obra continua del Espíritu y busca el bautismo en el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es una Persona, no una práctica. Las prácticas vienen cuando operamos en los dones del Espíritu (1 Corintios 12-14) y dependemos a diario del discernimiento del Espíritu. Cuando Pablo exhortó a los gálatas a «[vivir] por el Espíritu» (5:16), usó la forma imperativa para señalar una acción en curso. Debemos seguir caminando. Como pueblo del Espíritu, practicamos vivir en la presencia de Dios.

Algunas de nuestras iglesias no enfatizan el bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia del hablar en lenguas. Otras se concentran demasiado en un momento determinado en vez de fomentar un camino de toda una vida de «[andar] guiados por el Espíritu» (Gálatas 5:25).

¿Estás poniendo a Jesús, nuestro Salvador, quien bautiza con el Espíritu, nuestro Sanador y Rey que viene pronto, en primer lugar, en tus mensajes y ministerios? Somos llenos del Espíritu para ser sus testigos hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8). ¿Estamos buscando su llenura a diario?

Mike Clarensau, coordinador de investigaciones para Proceso Hechos 2, desarrolló parámetros de medición para la salud congregacional en las iglesias de las Asambleas de Dios usando datos de los informes anuales de ministerios eclesiásticos de 2008 a 2020.

Entre otras cosas, Clarensau examinó la proporción de salvaciones y bautismos en el Espíritu Santo en iglesias con 1000 o más asistentes comparado con las iglesias más pequeñas. Encontró que asistir a una iglesia pequeña se correlacionaba con una mayor probabilidad de recibir el bautismo en el Espíritu Santo.

Las iglesias más grandes no muestran señales de achicar esa brecha. De hecho, los informes de bautismos en el Espíritu en congregaciones de 1000 personas o más ha disminuido un 42% de 2016 a 2020. Es posible que varios factores hayan contribuido a este descenso, incluso la pandemia de COVID-19 y un informe sobre el aumento de conversiones entre las iglesias grandes en 2019.

En todas las iglesias de todos los tamaños, solo 1 de cada 7 convertidos experimenta el bautismo en el Espíritu.

Estos números suponen desafíos a largo plazo para las iglesias grandes en particular. Más allá del tamaño de nuestra congregación, sin embargo, todos debemos preguntar si nuestra iglesia está creando oportunidades para que la gente busque el bautismo en el Espíritu Santo. ¿Enseñamos acerca del Espíritu Santo y celebramos los bautismos en el Espíritu Santo?

En el libro de los Hechos, Lucas enfatiza el bautismo en el Espíritu Santo como algo imprescindible para el crecimiento de la Iglesia (por ejemplo, véase Hechos 8 y 19). Debemos hacer lo mismo hoy.

3. La misión

Un discípulo empoderado por el Espíritu vive la misión de Dios de palabra y obra al orar de todo corazón, dar generosamente, alcanzar a los perdidos, participar en la multiplicación de la iglesia y enseñar a otros a seguir a Jesús.

El misionólogo John York define la misión de Dios, o missio Dei, como «el plan de Dios para bendecir a las naciones a través del evangelio de Jesucristo». La missio Dei es distinta de las misiones, aunque parte de ellas; connota un evangelismo y discipulado multicultural llevado a cabo por aquellos con un llamado de Dios para dejar su cultura de origen.

En una encuesta reciente de Barna, el 34% de cristianos encuestados de 18 a 34 años concordaron en que «en el pasado, el trabajo misionero ha sido poco ético», comparado con el 23% de adultos de 35 años o más. Aunque estas estadísticas señalan un cambio cultural triste, como cuerpo de Cristo, debemos evaluar las maneras en que vivimos — o en que no llevamos a cabo — la misión de Dios.

¿Está contribuyendo nuestra congregación a una percepción poco ética de la misión? ¿O estamos limitando las misiones solo al ministerio en el exterior? Las misiones son simplemente una manera en que la gente vive la missio Dei. A todos los seguidores de Jesús se les encarga llevar a cabo su misión, dado que recibieron directamente de Él el mandato de hacer discípulos a todas las naciones, empezando por nuestro propio entorno (Mateo 28:18-20).

Mi oración es que tu iglesia participe activamente en las misiones a nivel local y en el extranjero, y que impartas a tus congregantes una visión más amplia de lo que Dios está haciendo en nuestro mundo. También pido que tu iglesia capacite a los congregantes a ver su vida diaria infundida con el propósito de Dios. 

¿Estamos desmantelando la división entre lo secular y lo sagrado al empoderar al sacerdocio real de creyentes para que vea su trabajo semanal como un acto de adoración? Capacitar a los santos para su servicio diario — su parte en la missio Dei — es la razón por la cual existe la Iglesia.

Los discípulos se forman a través de
las actitudes y las acciones, los hábitos
y las conductas:
las prácticas que identifican a las personas como seguidoras de Jesús.

4. La oración

Un discípulo empoderado por el Espíritu fomenta su conexión con Dios al pasar tiempo a diario con Él, orando en el Espíritu y orando con fe por las necesidades de otros.

Jesús es el ejemplo máximo de la necesidad imperiosa de orar que tiene el discípulo. Él solía apartarse al desierto para orar (Lucas 5:16), se levantaba a orar mientras todavía era de noche (Marcos 1:35), y concluía sus tardes o extendía sus noches buscando el rostro de Dios (Mateo 14:23, Lucas 6:12). Él les enseñó a sus seguidores acerca de la oración (Mateo 5:44, 6:5-13) y demostró cómo orar (Marcos 8:6, Lucas 23:34, Juan 17).

Sin una enseñanza clara sobre la oración, podemos sin querer comunicar que la oración es el último recurso, una prioridad menor o simplemente una práctica privada, nociones que van en contra del discipulado bíblico. A menos que articulemos y demostremos que la oración tiene un lugar central en todo lo que hacemos — porque tenía un lugar central en todo lo que hacía Jesús — tal vez dejará de tener importancia en las mentes de los discípulos.

Para los nuevos creyentes en particular, la oración en comunidad puede resultar abrumadora. Una reunión de oración puede implicar levantarse temprano, hablar incorrectamente en presencia de santos experimentados que pronuncian oraciones mucho más elocuentes y ricas a nivel bíblico, u oraciones interminables que se prestan para el aburrimiento. Pero cuando les mostramos y decimos lo transformadora que es la oración, los nuevos creyentes llegarán a depender de ella en entornos individuales y grupales. Jesús dio a Sus discípulos un modelo de oración (Mateo 6:9-13) que abarca mucho más que pedir por necesidades para que sean suplidas.

En la iglesia que mi esposo y yo fundamos, nosotros y nuestro equipo de liderazgo enfatizamos la importancia de la fe en la oración. Un domingo por la mañana, durante el servicio de adoración, un hombre sordo pasó al frente y nuestros ancianos lo rodearon para orar con fe. Cuando terminó la oración, ¡este hombre podía oír!

¿Qué puede hacer Dios en medio de ustedes cuando se reúnen para orar como un cuerpo? ¿Vives con la expectativa de lo milagroso? ¿Estás demostrando eso en tu iglesia?

Tal vez tu iglesia se destaque en la oración. Incluso puedes tener muchos grupos de oración para distintas edades e intereses. Toma un momento para considerar si cada ministerio por edad en tu iglesia está explícitamente comunicando la primacía de la oración. ¿Se ora por los bebés en la guardería? ¿Se alienta a los niños pequeños a compartir los nombres de aquellos que necesitan oración? ¿Se pide a los jóvenes que oren unos por otros?

Cuando yo era joven, participaba en vigilias de oración porque mi iglesia esperaba que los cristianos de todas las edades buscaran a Dios con sacrificio. Aunque no estoy exhortando a que hagan que los chicos de su iglesia se queden despiertos toda la noche, sí estoy preguntando si la oración tiene ese tipo de centralidad en la vida de su iglesia.

5. La adoración

Un discípulo empoderado por el Espíritu adora a Dios continuamente y con humildad en cada área de su vida.

En hebreo y griego, las palabras para «adoración» indican arrodillarse e incluso postrarse ante un líder o una deidad. La Biblia no asocia los actos de adoración exclusivamente con la música, y tampoco deberíamos hacerlo nosotros.

La adoración bíblica demuestra sumo respeto y amor a Dios. Nuestra adoración debería venir de un corazón que lo honra a Él por sobre todas las cosas. En un mundo donde millares de intereses rivales compiten para captar nuestra atención, necesitamos enseñar a las personas cómo reorientar su corazón y sentimientos a Dios.

No pretendo restar importancia a la música en los servicios religiosos, ni a la formación necesaria para los líderes de alabanza y los músicos, ni al ambiente que crea el canto congregacional. Mi deseo es que nuestras iglesias sean lugares donde enseñamos a la gente de todas las edades a adorar a Dios «en espíritu y en verdad» (Juan 4:24), y donde les enseñamos a adorar a Dios con su vida de lunes a sábado.

Mi oración es que tu iglesia presente un panorama holístico de adoración que reconozca las tensiones propias de un mundo que lucha por conseguir nuestros afectos y que provee maneras de identificar nuestras proclividades y volver a priorizar nuestro corazón.

¿Cómo presenta tu iglesia una visión holística de la adoración en cada edad y etapa de la vida? Esto sin duda se ve diferente en las distintas etapas del desarrollo humano y en los distintos puntos en el recorrido del discipulado del creyente nuevo al creyente maduro.

Sea que tu iglesia se destaque en el ministerio de la música o que esté orando por un equipo de adoración, promueve una comprensión bíblica de la adoración en cada franja etaria al enseñarles a las personas a poner a Dios en primer lugar en su corazón.

6. El servicio

Un discípulo empoderado por el Espíritu sirve usando sus dones singulares, sus habilidades y sus llamados, reconociendo el valor de cada persona.

Jesús vino a servir y dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28, Marcos 10:45). El servicio era su forma de vida. Lo mismo se debería aplicar a nosotros. Nuestro servicio no debe limitarse a ciertos momentos o espacios. Los discípulos de Jesús deberían servir dondequiera que vayan. De hecho, el compromiso con la comunidad es de importancia fundamental para la salud de una iglesia empoderada por el Espíritu.

La iglesia que fundamos en Nueva Jersey cultivó una relación con una escuela primaria cercana, llenando mochilas para la temporada de inicio de clases, apoyando al cuerpo docente y el personal para demostrar aprecio por los maestros, entre otras cosas. Al fomentar la confianza, con el tiempo llegamos a ser el primer lugar a donde los líderes de la escuela recurrían cuando había familias necesitadas. Se comunicaban con nosotros cuando la casa de un estudiante se prendía fuego o cuando un estudiante estaba sobrellevando un trauma familiar. Eso nos dio muchas oportunidades para convertirnos en las manos y los pies de Jesús por toda la comunidad.

Cuando de servir a la congregación se trata, muchas iglesias tienen un proceso de integración para los nuevos voluntarios en el que se les enseña la misión, la visión y los valores de la iglesia antes de compartir todas las oportunidades de servicio disponibles.

Algunas iglesias tienen más voluntarios de lo que necesitan, pero, la mayoría, no. La gente que sirve suele comunicar el deseo de marcar una diferencia. ¿Estás tú y los ministerios de tu iglesia comunicándoles a las personas que pueden hacer una diferencia — ahora y en la eternidad — o les están pidiendo que sirvan porque a ustedes les faltan voluntarios?

Por supuesto, la motivación más importante para el servicio cristiano es el amor a Jesús y a otros (Marcos 12:30-31). Tal vez puedes crear una imagen de los cambios que tendrán lugar cuando la gente dé el paso y se ofrezca como voluntaria. Pero ¿estás también remitiéndote al ejemplo de Jesús? Su amor lo llevó a rendir su vida por nosotros. Cuando sus discípulos de Jesús sirven a otros, están demostrando el amor del Señor.

Pido en oración que abordemos el cambio de perspectiva que se tiene que dar para que la gente vea toda su vida — y no solo su tiempo libre — como servicio. Esto es de importancia fundamental para una vida de discipulado.

7. La generosidad

Un discípulo empoderado por el Espíritu da generosamente de su tiempo, sus talentos y sus recursos para satisfacer las necesidades de otros.

No se puede hacer una declaración más generosa que la de Juan 3:16. La conexión entre el amor y el dar es indudable y, como en caso de la adoración y el servicio, esta práctica del discípulo empoderado por el Espíritu es holística. Una mayor dedicación a Dios produce generosidad en todas las áreas.

A lo mejor la generosidad no sea parte de la descripción que tu iglesia hace de un discípulo, y eso tal vez se debe a que la gente que no tiene una relación con Cristo también da con generosidad. Sin embargo, la generosidad sigue siendo un rasgo característico de un seguidor de Jesús de toda la vida, empoderado por el Espíritu Santo. Después de todo, Jesús dio hasta que no tuvo nada más que dar.

El himno de Filipenses 2:6-11 ilustra maravillosamente el vaciamiento voluntario de privilegio divino para nuestro beneficio. ¿Estamos enseñando de manera similar que la generosidad implica mucho más que los diezmos? ¿Y qué hay de darle la bienvenida al forastero, o de ofrecer cuidado a los huérfanos y las viudas? El servicio y la generosidad están estrechamente vinculados. Deberíamos estar sirviendo con generosidad, así como Jesús.

Un informe de Barna publicado en 2018 reveló una conexión entre el servicio y la generosidad económica. Los cristianos en los Estados Unidos que dieron más eran los más propensos a decir que habían hecho trabajo voluntario durante la última semana o el último mes. Los discípulos que son generosos en un área son más propensos a serlo en otra. Ambas son expresiones de un corazón que reboza.

Yo me crie en un hogar con una madre soltera donde los recursos eran escasos. Pero cuando mi madre oía que alguien estaba en una situación difícil, siempre daba de lo poco que teníamos, porque la generosidad comienza con el corazón, no la billetera. Recuerdo un día cuando mi madre oyó que alguien estaba enfermo. Solo teníamos una porción menuda de arroz, dos latas de frijoles y una lata de vegetales. Mi madre armó un paquete con la mitad del arroz y una lata de frijoles, y lo donó. No esperó al próximo sueldo. Estaba en su poder practicar la generosidad ese día, y lo hizo.

¿Enseña tu iglesia acerca de la generosidad como una característica distintiva del discipulado? ¿Cómo explicarías la generosidad bíblica en contraste con la generosidad del mundo? ¿Y cómo enseñas y demuestras la generosidad entre los congregantes de bajos recursos?

Estas cuestiones son de gran importancia para vivir una vida generosa basada en el ejemplo de Jesús y sus seguidores. Diezmar y apoyar a misioneros son una marca indeleble de la generosidad, pero los aspectos más holísticos son los que tal vez descuidamos sin querer. Nadie se salva cuando de vivir generosamente se trata. La generosidad es una actitud que, aun en las edades más tempranas, debe ser captada en vez de solo enseñarse.

Conclusión

Los discípulos empoderados por el Espíritu son diferentes en cada cultura, edad y etapa, pero están todos comprometidos con las mismas prácticas centrales que más y más los identifican con la Palabra de Dios hecha carne. Desde la fundación de iglesias al legado eclesiástico, el discipulado debe ser una invitación encarnada en los creyentes a nunca dejar de aprender acerca de Jesús y a nunca dejar de seguirlo.

A medida que tu iglesia mejora su recorrido de discipulado, deseo que estas prácticas de eficacia comprobada alcancen a la niña deshecha en tu ministerio a los niños y al santo experimentado en el altar, para que todos saquen provecho de Cristo y sean uno con Él (Filipenses 3:8-9). De eso se trata ser un aprendiz y seguidor de Cristo de por vida. No hay objetivo más alto que éste.

Elly Marroquin es la directora nacional de Educación Cristiana y Discipulado de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos.

Este artículo aparece en la invierno 2022 de la revista Influence.

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