Enfrente los desafíos de pastorear con realismo y esperanza
Nunca ha sido más esencial administrar nuestra vida con sabiduría e intención
Otro trágico titular que conmociona todas las plataformas de las redes sociales: «Se suicida un pastor que perdió su lucha contra la depresión». Mientras tanto, otros ministros calladamente dejan vacante sus púlpitos, luego de agotarse por completo, quebrantarse o traspasar las barreras morales.
¿Qué está sucediendo? ¿Debemos anticipar estos colapsos como parte del llamado a la vida que diseñó un Salvador benevolente? ¿O será que ser pastor en Norteamérica se ha desviado en algunos aspectos del diseño del Señor?
A lo largo de los años he trabajado muy de cerca a cientos de pastores, como otro miembro en sus filas, como un consultante, ayudándolos con sus desafíos, como un líder en el distrito y en funciones nacionales, y como un decano académico en la Universidad Southwestern Assemblies of God en Waxahachie, Texas.
A menudo me ha preocupado el aparente aumento de las expectativas que provienen de una fuente relativamente nueva: las exigencias del liderazgo en las organizaciones que se están expandiendo. A veces me sorprendo preguntándome si hemos hecho del pastoreado una tarea que con mucha facilidad excede la capacidad humana.
Es difícil no ver la evidencia u obviar el continuo fluir de historias que dejan constancia de los colapsos en el ministerio. En mi función académica escucho a los estudiantes hacer preguntas que difieren a los de años previos: «¿Podré sobrevivir como un pastor?» «Si líderes fuertes y respetados tienen esos problemas, ¿qué me sucederá a mí?»
Este tipo de preguntas requieren más que un tuit motivacional y superficial. A través de mi trabajo con pastores he aprendido que las luchas son mayores que lo que una cultura de conferencias pulidas desea reconocer. Sin embargo, muchos de nosotros insistirían en que la vida en el ministerio de una iglesia local sigue siendo la senda más gratificante que hayamos podido tomar.
Es un llamado que yo quiero con toda certeza que mis estudiantes sigan sin temor alguno. La vida de servicio a Dios y a su pueblo merece un entusiasta «sí». Por esa razón debemos desear confrontar algunas preguntas difíciles y trabajar unidos en oración para encontrar soluciones.
¿Por qué sucede esto?
Hoy, las iglesias más grandes de Norteamérica son más numerosas que nunca, incluso en las denominaciones donde la asistencia total está decayendo. Como un coordinador de investigaciones para la Iniciativa de Hechos 2, recientemente informé que el tamaño de una iglesia promedio en las Asambleas de Dios en EE.UU. estableció otro record en 2018, ahora excede los 155 miembros, a pesar de que la asistencia a la iglesia mediana ha declinado a 67, siendo este el punto más bajo en más de cuatro décadas.
En pocas palabras, aunque la mayoría de las iglesias no están creciendo, las iglesias grandes están creciendo a un porcentaje extraordinario. Este crecimiento viene acompañado de demandas aún más grandes para los ministros, tanto para aquellos que están tratando de mantenerse al día como para aquellos que se esfuerzan para ponerse al día.
En 2018, las Asambleas de Dios también vieron un alto nivel de iglesias estancadas o en declive desde que comenzó este informe en 1980. Ahora, el 70% de las iglesias caen en esa categoría, y muchos pastores se esfuerzan con urgencia para entender por qué sucede esto. Ellos sienten el peso de la responsabilidad espiritual, además de las expectativas que tienen otros de ver aumentos mensurables en las finanzas, en los miembros y en experiencias inolvidables.
Esta presión, junto a otras miles de tensiones que los ministros encaran, al final afectan la salud mental, física y relacional de muchos.
Salud mental
En el año 2012, en su libro Rebound From Burnout: Resilience Skills for Ministers [Recupérese de su agotamiento total: destrezas resistencia para los ministros], los misioneros retirados de las Asambleas de Dios, Nathan Davis, sicólogo, y Beth Davis, ex directora de los Ministerios AG HealthCare (ahora CompassionLink), presentaron su investigación sobre las tensiones de los pastores.
Ellos usaron la muy conocida escala del estrés Holmes-Rahe, que asigna valores numéricos a los niveles de estrés con relación a una variedad de acontecimientos importantes como la muerte de un miembro de la familia, o de un amigo querido, una enfermedad grave o problemas matrimoniales. Aunque tal vez los ministros no experimenten estas luchas con más frecuencia que los demás, sí se ven expuestos con regularidad a las crisis de otros cuando predican en funerales, hacen visitas a los hospitales y aconsejan a los congregantes.
Como señalaron Nathan y Beth Davis, a menudo los pastores se encuentran en medio de varios asuntos que aparecen en la escala Holmes-Rahe. Esta escala asigna niveles numéricos de estrés que genera una variedad de hechos importantes y sugiere que el promedio de norteamericanos vive año tras año con una puntuación de casi 100 unidades de tensiones provenientes de todos los factores de estrés combinados.
Algunas de las experiencias más altas de tensiones son comunes en todos los pastores. Las crisis, la muerte y las enfermedades que amenazan la vida pueden verse como una parte del horario regular de un pastor que intenta ayudar a su pueblo cuando navega por estas aguas. De hecho, la «exposición vicaria» a otros en crisis agrega una tensión importante a la carga del ministro y con frecuencia a su familia.
Al usar la escala Holmes-Rahe, el matrimonio Davis sugiere: «cada instante de tensión vicaria que traen la iglesia y los miembros de la comunidad agrega de 29 a 39 unidades adicionales de tensión, dependiendo del grado de profundidad de las amistades e intervención del ministro». Los Davis concluyen que muchos ministros pueden estar viviendo con niveles de estrés de 500 a 600 unidades.
Con frecuencia los ministros sienten que están altamente comprometidos, tratando de resolver situaciones vicarias estresantes, aunque sean asuntos que estén más allá de su control. Cuando un ministro procura ayudar a mantener unidos a un matrimonio de la iglesia, a mediar en una disputa entre parejas, o a tomar otra acción que requiere que alguien más tome la mejor decisión, sufre una incertidumbre que solo agrega estrés.
Sin duda alguna, hay numerosas ocupaciones que intrínsecamente traen un estrés importante a aquellos que las realizan, y no estoy diciendo que la vida del ministerio exceda a todas las demás. No obstante, como insisten los Davies, los ministros tienen que desarrollar destrezas para manejar el estrés y lograr una resistencia mayor.
Salud física
Durante los años 2008 al 2016 La Universidad Duke hizo un estudio longitudinal de más de 1,100 clérigos de la Iglesia Metodista Unida y entre estos ministros descubrió una taza altamente anormal de obesidad y síndrome metabólico, factores riesgosos para enfermedades del corazón, embolias y diabetes. De hecho, 80% de los miembros masculinos del clérigo y 64% de los miembros del clérigo femenino padecían sobrepeso o eran obesos.
A pesar del estrecho ejemplo demográfico, el estudio Duke es uno de los más grandes que se enfoca en el estado físico de los ministros de EE.UU. Los líderes de la iglesia a menudo están tan ocupados sirviendo a la congregación que descuidan su salud física, la cual puede afectar otras áreas de su vida.
Los investigadores pidieron a los participantes que calificaran sus satisfacciones en varias áreas de su vida, incluyendo el bienestar material y físico, las relaciones, participación en la comunidad, logros y desarrollos personales, y recreación. Los encuestados que no hacían ejercicio con regularidad tenían una puntuación de satisfacción en la vida menor que el promedio de los norteamericanos.
A las personas que no se ocupan de su cuidado personal se les hace más difícil cuidar de otros. Este es un principio sencillo, pero uno que a los pastores pasan por alto con facilidad.
Salud relacional
Mientras que los pastores informan tener buenas relaciones con sus respectivas familias y amistades, la vida ministerial también puede crear tirantez entre las relaciones. Las relaciones en el matrimonio y en la familia del pastor le aportan fuerza y refugio, así que los ministros deben proteger sus hogares de las acometidas de expectativas no realistas que pueden dominar esas relaciones.
En febrero de 2017, Barna informó que el factor principal que pone a los pastores en la categoría de alto riesgo en sus relaciones es que el «ministrar a su iglesia actual ha sido difícil para la familia». Historias recientes revelan un alto nivel de quebrantamientos entre las familias de los pastores que están en crisis. En realidad, dichos traumas no están alcanzando a cada hogar pastoral, pero las habilidades para llevar la carga y las dinámicas de la familia saludable son críticas para todas las familias del ministerio.
Según mis observaciones, a medida que viajo y converso con ministros, parece que la calidad y el carácter de las relaciones con líderes clave en la iglesia también afectan la salud emocional de los pastores. La dinámica de pastor-diácono juega un papel importante tanto en la satisfacción de los líderes como en el riesgo de agotarse totalmente. Donde tales conexiones no son saludables, el estrés emocional para los ministros continúa elevándose.
Una encuesta informal
Entonces, ¿cómo nos va en las Asambleas de Dios? Hace poco dirigí una encuesta informal de 35 líderes nacionales y de distrito, evangelistas y otros que viajan mucho por toda la comunidad pastoral. Aunque solo respondieron 35 participantes, vale la pena reconocer que los líderes de distrito que participaron en esta encuesta supervisan más de un cuarto de las 13,000 congregaciones de la denominación en EE.UU., mientras que los ejecutivos nacionales aportan una perspectiva incluso más amplia.
En los resultados fue notable la creencia general de que los pastores están haciendo un mejor esfuerzo por cuidarse a sí mismos físicamente que hace 10 años. Más de la mitad de estos líderes estuvieron de acuerdo en que la condición física está mejorando, mientras que solo unos pocos confesaron que habían visto un descenso en este aspecto.
Un líder notó que los pastores se están uniendo a la tendencia cultural de ir más a los gimnasios. Otros mencionaron que parece haber más métodos para levantar fondos que incluyen actividades físicas, tales como largos viajes en bicicleta o hasta actividades tipo triatlón. Un líder dijo: «Los pastores que pasan tiempo con su gente a menudo lo hacen durante una actividad física».
A las personas que no se ocupan de su cuidado personal se les hace más difícil cuidar de otros.
Los pastores están dando prioridad a su cuidado físico, pero no se puede decir lo mismo sobre el manejo de su salud mental y emocional. Cuando se preguntó si los pastores estaban lidiando con el estrés más eficientemente, la respuesta fue un «no» rotundo. Dadas las razones para aumentar los niveles de estrés ya mencionados, este resultado, aunque informal, debiera generar preocupación.
La disponibilidad de recursos puede ayudar a explicar la diferencia entre el esfuerzo para mejorar la salud física versus la salud emocional. Después de todo, ser miembro de un gimnasio normalmente es más económico que las citas para consejería. Y aunque algunos ministros prominentes han reconocido su propio uso de la consejería para la salud mental y animan a las amistades del ministerio para que hagan lo mismo, a menudo persiste el estigma.
Solo dos de los 35 encuestados consideraron que las familias pastorales tienen menos dificultades hoy que hace una década. Casi dos tercios no estaba de acuerdo en que tales dificultades estén menguando. Dado los desafíos que ya se han mencionado, no debe sorprendernos que la vida ministerial no sea más fácil. Si los ministros no están cuidando bien su salud emocional, es muy probable que los recursos para guiar a sus familias también disminuyan.
Menos de la mitad de nuestros amigos que viajan creen que los pastores son más constantes en «descansar un día» de cada semana. Esto es desalentador, dado que muchos de estos líderes están animando a dichos pastores a cuidarse. Vale la pena notar que los ministros más viejos, incluso algunos de los mismos líderes de distrito, reconocieron que ellos habían dejado de establecer dicha práctica, admitiendo que los hábitos de su trabajo se formaron en una era en que el cuidado personal era algo no muy común.
Cuando se les preguntó si el conflicto de la iglesia estaba disminuyendo, la respuesta muy categórica también fue «no». Los que tomaron esta posición eran el doble de los que sugirieron que los conflictos habían disminuido en la década pasada. Al parecer, la posibilidad de un posible alivio para los niveles de estrés del pastor está muy fuera del alcance de ellos.
¿Qué podemos hacer?
Algunos ministros han demostrado una fuerte resistencia a la sugerencia de que el cuidado de uno mismo es urgente. Quizá algunos crean que la naturaleza de su trabajo o el grado de su compromiso trae inmunidad para tales luchas. Pero, al parecer, a medida que pasan los años son más los que desean encarar sus necesidades. Como hace poco me preguntó un estudiante del ministerio: «¿Cuántos pastores tienen que suicidarse antes de que alguien cambie algo?»
Es posible que en vez de hacer sonar alarmas fuera mejor si pudiéramos beneficiarnos de las estrategias prácticas de aquellos que superan estos peligros con gozo y un fuerte sentido de propósito. Tal vez una o dos de las siguientes decisiones puedan nivelar el barco de un pastor en dificultades. Por lo menos, podemos saber que hay otros que han encontrado esperanza en estas decisiones.
1. Dé prioridad a las relaciones familiares. La mayoría de los pastores buscan un balance entre la vida del hogar y la vida de la iglesia, pero cada vez más esto se está considerando como un juego de tiro de cuerda para el tiempo disponible del pastor. La congregación hala en una dirección, y la esposa e hijos del pastor sufren la quemadura que produce la cuerda en el otro lado.
La competencia entre la iglesia y la familia del pastor nunca producirá ganadores verdaderos. Cada inversión que hace el pastor en las relaciones familiares provee mayores fuerzas y salud para la obra de la congregación. Cuando la salud de la familia del pastor es buena, todos ganan.
2. Redistribuya el trabajo del ministerio. Una pregunta que todo pastor debe considerar es esta: ¿Cuánto peso congregacional descansa sobre mis hombros?
Efesios 4 ofrece más que solo una clara descripción de las tareas únicas del pastor. El pasaje también demuestra la exclusividad (no superioridad) de este llamado. El papel del pastor es edificar el cuerpo de Cristo al preparar a los miembros para el trabajo del servicio. La congregación forma la primera línea de combate, y el verdadero trabajo del pastor es suministrar lo que necesite la congregación. El modelo actual del ministerio a menudo hace que el pastor cumpla las funciones de todo un ejército, mientras que los demás lo observan desde una distancia prudente.
Parece que de la única manera que la descripción del trabajo de un pastor podría llegar a ser realista es que él o ella se enfocara más en la tarea de Efesios 4. Esto también requerirá que los diáconos y otros diseñadores de las expectativas pastorales se unan a un concepto más bíblico. Por lo tanto, sobre ellos recae la responsabilidad de la crisis de salud entre los pastores.
3. Comparta la visión. A veces, los pastores tienen dificultades para encontrar socios que los ayuden en sus esfuerzos ministeriales porque los invitan cuando ya es demasiado tarde en el proceso, es decir, luego de haber establecido la visión, la dirección y haber tomado las decisiones fundamentales. Cualquier sentido de asociación entre el pastor y el pueblo depende mucho de la disposición del pastor para involucrar a otros en estas etapas iniciales.
De acuerdo a Barna, seis de diez pastores dicen que ellos son «principalmente responsables de establecer la visión y dirección de la iglesia». Incluso, cuando esta responsabilidad cae dentro de los puntos fuertes del pastor, repartir las responsabilidades hace que sea más fácil llevar la carga.
Las personas que ayudan a soñar el sueño son más dadas a comprometerse con los pasos necesarios para cumplirlo. Ellos tienen un mejor sentido de ser dueños del proyecto desde el principio. Los que no contribuyen con el «por qué» no estarán tan interesados en dar los pasos necesarios para alcanzar el «qué». Tener más participantes requiere dar a conocer los planes de la visión a un círculo más amplio de líderes.
4. Busque amistades en el ministerio. Relacionarse con personas que apoyan y entienden los desafíos de la vida ministerial puede ser una fuente de calidad para la energía emocional.
En años recientes, muchas organizaciones de distritos y ministerio reconocieron esto y reorganizaron sus esfuerzos alrededor de las necesidades relacionales de los ministros. Los grupos relacionales o los círculos de amistades que proveen una conexión muy necesaria para los pastores han reemplazado las estructuras que alguna vez se diseñaron para las funciones administrativas.
Por desgracia, los pastores no siempre toman ventaja de las oportunidades y recursos disponibles. Es posible que la causa sea el estar muy ocupados. Las demandas sociales del pastorado consumen mucho de la energía relacional del pastor. Sin embargo, no hay sustituto para la amistad con otros en el ministerio.
Los antiguos temores de competencia evitan que algunos ministros confíen en otros. Los grupos de colegas pastorales y las reuniones pueden traer inseguridades. Sin embargo, los líderes que participaron en la encuesta informal dijeron que los pastores que con toda intención edificaron relaciones con otros pastores han estado cosechando verdaderos beneficios.
5. Tome un día libre. Muchos pastores todavía no han programado el tener siempre un día libre. Algunos argumentan que ellos tienen una manera diferente de ser e insisten en que se benefician más si tienen un par de tardes de descanso cada semana. Aunque esto pueda verse como una alternativa práctica, no viene al caso porque los seres humanos necesitan un sabbat.
Dios diseñó el sabbat para más que solo un descanso. Al igual que diezmar y ayunar, esto es una manera de demostrar y desarrollar nuestra dependencia de Él.
Las personas tienen necesidades los siete días de la semana, y muchos pastores justifican un ritmo que va a la par de las demandas de los necesitados. Por otra parte, a algunas congregaciones se les hace difícil aceptar o entender que los pastores necesitan un día libre. Esto, por cierto, es parte del problema.
Una manera de comunicar la necesidad de descanso de un pastor es llamar ese día de desconectarse de tales responsabilidades como un «día de familia». Esto le muestra a la gente un enfoque necesario e importante en la vida de su pastor y cómo él quiere pasar este día.
Hasta los viejos santos, cuya generación rara vez pensaba que tener un día de descanso fuera apropiado para un pastor, reconocerán que un día regular de cada semana para invertirlo con familia es una buena idea. Las vacaciones renombradas como «una salida familiar» o «un viaje de familia» también servirán de ayuda para que la congregación reconsidere hacer esas llamadas de teléfono que tanto interrumpen.
6. Busque un desahogo. Las actividades de esparcimiento o los pasa tiempos pueden proveer otros medios para el descanso emocional y mental. Los intereses exteriores están entre las primeras cosas a las que muchos pastores renuncian para en su lugar atender las demandas del horario de la vida ministerial. Algunos hasta han olvidado cómo disfrutar dichos momentos para relajarse.
Un ministro me dijo: «Cuando pasan meses desde que uno ha tenido tiempo para sí mismo, ya se pierde la destreza para disfrutar cosas como pasatiempos o diversiones».
No obstante, buscar vías para descomprimirse mental y emocionalmente puede ayudar a mantener la salud emocional y cultivar una autoimagen positiva. Incluir a los miembros de la familia en esas actividades también puede ser una buena manera de crear recuerdos juntos.
7. Esté dispuesto a buscar ayuda. No hay duda alguna que buscar consejería para la salud mental y emocional necesita llegar a ser una opción que el ministro puede elegir. Los temores y estigmas siguen impidiendo dar pasos hacia la sanidad, a pesar de tener cada vez más consciencia, ánimo y disponibilidad.
La mejor manera de iniciar cambios es vivirlos. Podemos mostrárselo a otros dando el ejemplo de que es aceptable pedir ayuda. Como resultado, esta generación y las futuras generaciones de ministros se fortalecerán.
Mediante las relaciones estrechas, las prioridades del sabbat y la promesa de la presencia de Dios, Él ha provisto lo que nos hace falta para el trabajo al cual Él nos ha llamado. No obstante, es evidente que los ministros de hoy tienen que aprovechar estas provisiones con más eficiencia y estar dispuestos a reconocer su creciente necesidad de ayuda.
Me encanta la iglesia local y el gozo de cautivar su potencial. Un viaje por estas dificultades no debe apártanos de nuestro llamado más de lo que un paseo por los cuidados intensivos de un hospital podría convencernos de darnos por vencidos en la vida. Aun así, no podemos apartar la vista de los problemas porque hay lecciones que podemos aprender de cada historia de quebrantamiento.
La mayoría de los pastores ven el ministerio como una bendición, pero eso no significa que siempre será fácil. Dirigir nuestra vida y limitaciones con sabiduría e intencionalmente nunca ha sido más esencial.
Mike Clarensau, D. Min., es decano de la Escuela de Biblia y Ministerios de la Iglesia en Southwestern Assemblies of God University in Waxahachie, Texas.
Este artículo apareció originalmente en la edición enero/febrero 2020 de la revista Influence.
Influence Magazine & The Healthy Church Network
© 2024 Assemblies of God