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¿Quién irá?

La prioridad de llegar a budistas e hindúes con el Evangelio

Alan Johnson on August 9, 2023

Mi vocación por las misiones transculturales surgió al conocer que todavía hay grandes poblaciones con poco o ningún acceso al Evangelio.

Cuando mi esposa, Lynette, y yo expresábamos a los líderes de las Misiones Mundiales de las Asambleas de Dios (AGWM) el deseo de proclamar a Jesús en un entorno así, nos dirigieron al mundo budista.

En 1986 llegamos a Tailandia, una nación donde el 95% de la población es budista y solo el 1% cristiana. Aquel primer año, mientras estudiaba idiomas, asistía a reuniones semanales de oración en el apartamento del presidente de campo. Allí vi a misioneros veteranos llorar ante el «Señor de la mies» (Lucas 10:2), pidiéndole que enviara más obreros que se unieran a la labor.

Estas oraciones desesperadas son habituales entre los misioneros en países budistas e hindúes. Con el pasar de los años, he oído a menudo a misioneros de estas regiones describir su labor como abrumadora.

Cuando observo las enormes poblaciones de las crecientes ciudades asiáticas o sobrevuelo vastas extensiones de tierra salpicadas de aldea en aldea sin iglesia, la magnitud y la complejidad de la tarea pueden resultar verdaderamente impresionantes.

Las semillas plantadas en la oración están dando fruto. En las últimas cuatro décadas, varios misioneros han acudido para contribuir a soportar la carga. No obstante, la necesidad sigue siendo grande.

A comienzos de este año, la AGWM anunció su Prioridad Budista Hindú. La visión de esta iniciativa de cinco años incluye un mayor énfasis en la oración y la financiación de estos misioneros, así como el compromiso de enviar 150 nuevos misioneros plantadores de iglesias para ministrar entre los pueblos budistas e hindúes.

Agradezco que el Espíritu Santo continúe el llamado y el envío de obreros a lugares aún no alcanzados, como sucedió en el libro de los Hechos.

 

¿Por qué es una prioridad?

La Prioridad Budista Hindú toma seriamente en consideración a los dos mil millones de budistas e hindúes que necesitan escuchar el Evangelio. Además, reconoce la dificultad de comunicar el evangelio a personas cuyo pensamiento tiene la influencia de una cosmovisión budista o hindú.

El hinduismo se remonta aproximadamente al año 2000 a. C., mientras que el budismo fue fundado por Siddhartha Gautama, quien nació en lo que hoy es Nepal alrededor del siglo quinto, a. C.  A pesar de sus diferencias, el hinduismo y el budismo comparten algunas creencias.

En ambas religiones, el corazón del dilema humano es un ciclo continuo de nacimiento, muerte y renacimiento denominado samsara. El motor de este ciclo es el karma, una ley de causa y efecto.

Los seguidores del hinduismo y el budismo aspiran a liberarse del mundo material, que consideran una ilusión inducida por el karma. La manera de lograr esa liberación y su destino final representan puntos de divergencia entre ambas creencias.

Los nuevos obreros que respondan al llamado del Espíritu para acudir a los pueblos budistas o hindúes enfrentarán tres grandes desafíos.

El primer desafío es la falta de acceso al Evangelio. Cuando trato de explicar la necesidad crítica de que miles de millones de personas tengan acceso al Evangelio, a menudo la respuesta que recibo resulta desconcertante.

Para predicar el Evangelio a personas que carecen de un paradigma se requiere un compromiso a largo plazo y una confianza diaria en el Espíritu Santo.

Un pastor con quien conversé me dijo: «Tus vecinos están perdidos en Bangkok, y mis vecinos están perdidos aquí en Estados Unidos. ¿Cuál es la diferencia?».

Se estima que entre quienes viven en sociedades con escaso acceso al Evangelio, el 86% no conoce personalmente a un cristiano. Tanto si una persona está en Bangkok como en Dallas, la situación de perdición espiritual es la misma. Lo que varía es la oportunidad: la probabilidad de conocer a alguien que pueda compartir la historia del Evangelio de una manera culturalmente relevante e invitar con amabilidad a los oyentes a seguir a Jesús.

Cuando hablo con alguien sobre Jesús en Tailandia, frecuentemente soy el primer seguidor de Cristo que conoce. Después de todos estos años, esa realidad sigue conmoviéndome.

Es precisamente por esta razón que debemos cambiar nuestra manera de pensar respecto a nuestra participación en la misión redentora de Dios. La mayoría de los líderes y miembros de las iglesias piensan en las misiones en términos de donaciones. Lo más crítico es que nuestras congregaciones envíen a los más queridos entre nosotros –miembros de la iglesia y familiares– como obreros transculturales a largo plazo y de carrera, para que puedan convertirse en los primeros cristianos que alguien conozca.

Lo que el apóstol Pablo dijo en Romanos 10:14–15 sigue siendo válido hoy en día: la gente no puede creer en Jesús si no ha escuchado hablar de Él, y no puede escuchar hablar de Él a menos que enviemos obreros a proclamar la buena nueva. Una pareja de la AGWM ha vivido durante años en una remota y montañosa región hindú, recorren peligrosas carreteras y hacen senderismo hasta llegar a aldeas distantes. La mayoría de las personas con las que se encuentran nunca han conocido a un cristiano ni han escuchado una historia bíblica.

Este es un ejemplo típico del ministerio en naciones budistas e hindúes. Para predicar el Evangelio a personas que carecen de un paradigma se requiere un compromiso a largo plazo y una confianza diaria en el Espíritu Santo. La Iglesia necesita adoptar el corazón y la visión de Dios para los pueblos budistas e hindúes, y estar dispuesta a ir y enviar según su indicación.

El segundo desafío es el de la cosmovisión. Las cosmovisiones budista e hindú son extremadamente complejas, lo que complica la tarea de explicar el Evangelio y hacer discípulos. Durante mis primeros años en Tailandia, me vi obligado a replantear constantemente cómo explicar algún aspecto de la Biblia de manera que resultase comprensible para un budista.

Por ejemplo, en tailandés la palabra más común para pecado es bpaap, que evoca connotaciones de demérito, maldad o malhechor. No obstante, la idea de romper la relación con Dios no está implícita. Bpaap es simplemente el lado negativo del karma.

Hace años hablé con una tailandesa cuya hija epiléptica tuvo una crisis, cayó a un charco de agua y se ahogó. La mujer atribuyó la tragedia al kamwen, una manera retributiva del karma. Presumía que la muerte de su hija era el resultado de algún mal que ella o su hija habían cometido en una vida presente o pasada.

Los elementos más fundamentales del Evangelio — el amor de Dios, Jesús el Hijo, la expiación, el juicio y la vida eterna en la presencia de Dios — son especialmente difíciles de comprender para los budistas y los hindúes. Desde su punto de vista, el mundo es una ilusión, todas las acciones tienen consecuencias que se manifiestan a lo largo de miles de vidas, y la liberación es una búsqueda individual que no cuenta con ayuda externa.

Los budistas y los hindúes creen que ya tienen una especie de vida eterna, y precisamente de eso es de lo que intentan escapar. Necesitan la ayuda del Espíritu Santo para comprender la verdad de Dios.

El tercer desafío tiene relación con las barreras sociales. A pesar de que la comunicación evangélica en los contextos budista e hindú puede ser complicada, las mayores barreras son de índole social.

Estas religiones, altamente organizadas, engloban también complejos sistemas sociales. Ser budista o hindú no es tanto una cuestión de creencias como una forma de vida y un sentimiento de identidad personal, familiar, étnica o nacional.

Hoy en día, necesitamos trabajadores interculturales que puedan acompañar a los cristianos locales y ayudarlos a desarrollar movimientos eclesiales autóctonos sanos.

Los budistas y los hindúes pueden creer en todo o en nada. Pueden adherirse estrictamente a los preceptos religiosos o ignorarlos todos. Pueden visitar templos y participar en rituales y festivales religiosos, o limitar su participación a eventos familiares como nacimientos, bodas y funerales. En la mayoría de los casos, no se considera a una persona menos budista o hindú por sus creencias y prácticas.

Sin embargo, la situación cambia cuando alguien decide seguir a Jesús. Para los budistas y los hindúes, los miembros de sus comunidades que se convierten al cristianismo están abandonando sus costumbres ancestrales, renunciando a sus identidades étnicas o nacionales, convirtiéndose en extranjeros y avergonzando a sus familias.

Esto puede dar lugar a situaciones tensas. En un grupo doméstico con el que trabajé, los miembros trajeron a una recién llegada que comenzó a mostrar signos de posesión demoníaca. Después de orar para expulsar los espíritus de la joven, ella se calmó y habló con nosotros.

Los creyentes alentaron a esta mujer a confiar en Jesús y orar a Él. Sabían que necesitaría el poder de Cristo para mantenerse libre de influencias demoníacas.

Más tarde, cuando algunos miembros del grupo fueron a visitar a esta mujer en su casa, sus padres bloquearon la puerta. Prefirieron que su hija estuviera poseída antes que viviera como cristiana.

La Prioridad Hindú Budista se enfrenta a estos desafíos al enviar obreros a largo plazo a vivir entre personas con escaso acceso al Evangelio para que puedan dar testimonio de Jesús. La sinceridad no puede compensar la falta de formación o de compromiso para permanecer en la comunidad.

Los trabajadores deben emprender un recorrido de por vida que incluya crecimiento en la formación espiritual, habilidades lingüísticas, competencia cultural y misionología bíblica.

Aquellos misioneros llenos del Espíritu que dan prioridad a estos elementos esenciales estarán preparados para predicar el evangelio en estos lugares difíciles. Pero más importante es que podrán ayudar a los cristianos locales a llevar a Jesús a sus vecinos budistas e hindúes.

Los misioneros formados también pueden ayudar a los cristianos locales a encontrar maneras adecuadas de mantener la conexión con sus familias y sociedades mientras siguen fielmente a Jesús.

Hace años, los misioneros occidentales en naciones budistas e hindúes acostumbraban a instar a los conversos a rechazar todo aquello relacionado con sus religiones de origen. Esta actitud llevó a las comunidades cristianas a aislarse de la sociedad y a utilizar métodos de evangelización culturalmente insensibles e ineficaces. Hoy en día, necesitamos trabajadores interculturales que puedan acompañar a los cristianos locales y ayudarlos a desarrollar movimientos eclesiales autóctonos sanos.

 

¿Qué hacer?

En Announcing the Kingdom [Anunciar el reino], Art Glasser sugiere que el alcance del mandato misionero de Jesús fue lo que motivó la reunión de oración de Hechos 13:1–3. La idea de que la misión era demasiado grande para una sola red de iglesias impulsó a los creyentes a orar y ayunar. La comprensión de que la tarea era demasiado grande para una sola red de iglesias llevó a los creyentes a orar y ayunar. De manera significativa, la respuesta del Espíritu fue enviar personas para la obra a la que Él las había llamado.

La complejidad de los problemas de acceso al evangelio, los desafíos de la cosmovisión y las barreras sociales en los contextos budista e hindú evidencian la necesidad de plantadores de iglesias apostólicos, llenos del Espíritu Santo, altamente capacitados y competentes en el idioma y la cultura.

Estos obreros surgirán de iglesias que mantengan su compromiso con la Gran Comisión. Existen tres maneras de convertir su iglesia en un semillero para formar nuevos misioneros para los contextos budista e hindú.

Primero, pídale al Espíritu que infunda en los congregantes un sentido de la compasión de Cristo por las multitudes de budistas e hindúes que necesitan escuchar el evangelio (Mateo 9:36). Un énfasis misionero debe comenzar con un quebrantamiento espiritual ante el Señor.

La Prioridad Budista Hindú busca reunir a 50.000 intercesores en todo Estados Unidos, mientras los pastores guían a su pueblo a orar fervientemente al Señor de la Cosecha.

Pídale al Espíritu que infunda en los congregantes un sentido de la compasión de Cristo por las multitudes de budistas e hindúes que necesitan escuchar el evangelio (Mateo 9:36).

Esa oración sentará las bases para alcanzar el objetivo financiero de recaudar 15 millones de dólares y el objetivo de personal de contratar y formar a 150 nuevos obreros de carrera.

En segundo lugar, ore y hable específicamente sobre la necesidad de obreros. Ore de manera personal y corporativa para que, en los próximos cinco años, su congregación envíe al menos un misionero de carrera para unirse a un equipo de plantación de iglesias en el contexto budista o hindú.

Incluya en sus oraciones la defensa de los contextos budista e hindú. Hable sobre este objetivo, predique sobre la necesidad y ofrezca oportunidades durante los cultos para que la gente responda al llamado de Dios.

Diríjase a los jóvenes en grupos jóvenes y universitarios, animándolos a considerar una carrera en misiones y orar que el Señor los guíe según Su voluntad.

Invite a misioneros del mundo budista e hindú a hablar durante los cultos y las reuniones de pequeños grupos. Ore por un avance espiritual entre los budistas y los hindúes. Pídale a Dios que les hable a través de sueños y visiones, señales y prodigios, y encuentros divinos con misioneros y cristianos locales. Ore también para que los nuevos creyentes sean valientes al compartir su fe.

Por último, acepte el papel de su iglesia como semillero para el crecimiento de obreros transculturales a lugares no alcanzados. Las personas de su iglesia pueden convertirse en parte de la respuesta a las oraciones por nuevos misioneros.

Un corazón para la evangelización y el discipulado a menudo comienza en casa. Enseñe y anime a la gente a relacionarse con no cristianos de todos tipos. Comience con el recorrido de los barrios en oración, anote los nombres de las personas que conoce e interceda por ellas. Motive a los miembros de la iglesia a entablar amistad con budistas e hindúes dondequiera que los encuentren.

Joe Gordon, veterano misionero con experiencia tanto en el mundo budista como en el hindú, motiva a los cristianos a invitar a budistas e hindúes a sus hogares y a interactuar a diario con los que siguen estas creencias. Afirma que compartir testimonios personales puede conducir a conversaciones espirituales más profundas.

Aunque los estadounidenses suelen dudar a la hora de hablar de su fe con alguien de otra religión, los budistas y los hindúes esperan que los demás hablen de sus creencias. De hecho, los budistas e hindúes admiran la devoción religiosa.

Gordon dice: «Empieza con: “Mira qué asombroso es Jesús”».

Este es un buen consejo para compartir la fe cristiana con cualquiera. Con mucha frecuencia, la gente empieza con diferencias, que rápidamente se convierten en temas de conversación.

Los cristianos de naciones budistas e hindúes saben que condenar la idolatría fuera de una conexión relacional no solo terminará la conversación, sino que hará imposible una relación.

Por eso enseñamos a nuestros nuevos misioneros a relacionarse con la gente de manera natural, no de forma prepotente o agresiva. Les decimos que hablen de Jesús desde el principio y con frecuencia, dejando en claro a los demás que somos seguidores de Jesús y creyentes de la Biblia.

Pídale al Espíritu que lo guíe a usted y a las personas de su iglesia hacia maneras efectivas de iniciar conversaciones espirituales. Estar dispuesto a aprender y hacer preguntas es un buen punto de partida.

Cuando entable relaciones con budistas e hindúes, hábleles de lo que Jesús ha hecho por usted y por los demás. Ofrézcase a orar por ellos cuando le hablen de sus problemas o necesidades, y confíe en Dios para que haga señales y prodigios que confirmen el Evangelio.

Si llevamos a cabo estas acciones, creo que veremos cómo la gente se acerca a la fe, nuestras iglesias se renuevan y surgen nuevos obreros globales llamados a los pueblos budistas e hindúes. Los 150 nuevos obreros que la iniciativa de Prioridad Hindú Budista pretende reclutar son solo los primeros frutos de este esfuerzo. Se multiplicarán a medida que las iglesias experimenten una nueva inspiración del Espíritu para llevar el Evangelio a quienes no tienen acceso, tanto cerca como lejos.

 

Alan Johnson es un veterano misionero de la AGWM en Tailandia. Dirige el equipo de Recursos Misionológicos del Departamento de Desarrollo de Asociaciones.

 

This article appears in the Summer 2023 issue of Influence magazine.

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