La iglesia innovadora
El mensaje de Cristo no cambia, pero los métodos de la Iglesia sí deberían cambiar
Hace dos años, en el otoño, muchos de nosotros estábamos creando los planes estratégicos para nuestros ministerios eclesiásticos para el año 2020. Entre lo más destacado entre esos planes estaba la planificación, la elaboración del presupuesto y la contratación de personal que nos enfocábamos en el objetivo de alcanzar a más personas para Jesús.
En vez de eso, llegó el COVID e hizo añicos nuestros planes. Confinamientos y cuarentenas impidieron que nos reuniéramos en persona. ¡Adiós, cronograma previsto! Con servicios limitados o sin servicios presenciales, algunas congregaciones experimentaron una disminución en las ofrendas. ¡Adiós, presupuesto previsto! Sin un presupuesto estable, nos vimos afectados económicamente y algunos miembros del personal perdieron sus empleos. ¡Adiós, planes de contratación de personal!
De la noche a la mañana, a duras penas logramos elaborar un Plan B para tener un ministerio eficaz bajo condiciones difíciles. Los servicios presenciales pasaron a hacerse en línea. Hicimos la recolecta de las ofrendas a través de aplicaciones en los teléfonos inteligentes. Los voluntarios encontraron maneras alternativas para servir.
En síntesis, innovamos.
Las iglesias que fueron capaces de cambiar con rapidez de dirección al Plan B progresaron. La mayoría de las iglesias hicieron el cambio más lento y sobrevivieron. Algunas nunca pudieron hacer los cambios necesarios y cerraron sus puertas.
La innovación es necesaria porque nuestras circunstancias están en constante cambio. Los últimos 21 meses nos han ofrecido un laboratorio de aprendizaje para pastores y otros líderes de la iglesia. ¿Qué lecciones acerca de la innovación tenemos que seguir implementando en el futuro?
Un paradigma bíblico
La pandemia no fue la primera vez que los creyentes fueron creativos respecto al ministerio. La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de cómo la innovación hizo posible que el evangelio avanzara.
Tu Biblia misma es un ejemplo de dos innovaciones: la traducción de la Escritura de sus idiomas originales a la lengua vernácula y el uso de la imprenta para producir copias a un precio accesible.
Más importante aun, la Biblia es un registro de las maneras creativas en que el pueblo de Dios ha llevado a cabo la misión redentora de Dios en el mundo.
Considera el libro de los Hechos, por ejemplo. Jesús les dijo a sus seguidores: «Recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra» (1:8). Cada fase de expansión geográfica requirió cambios en la manera en que la iglesia ministraba a las personas.
Pablo captó la esencia de esos cambios cuando escribió: «Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles» (1 Corintios 9:22).
Para Pablo y los primeros cristianos, el mensaje del evangelio nunca cambió: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores» (1 Timoteo 1:15). Pero los métodos que ellos usaron para comunicar el mensaje sí cambiaron.
Cuando la misión importa, y la nuestra ciertamente importa, no la abandonamos. ¡No podemos dejarla! Hay demasiadas cosas en juego. Así como los amigos del hombre paralítico en Marcos 2:1-21, nosotros encontramos una vía por donde avanzar. Innovamos.
Estos hombres llevaron a su amigo a Jesús porque sabían que Él podía hacer milagros. Pero cuando llegaron a la casa donde Jesús estaba enseñando, no pudieron entrar porque había demasiadas personas. Así que subieron al hombre en su camilla al techo, hicieron una abertura, y lo bajaron. Al ver Jesús al hombre, primero lo perdonó y luego lo sanó.
El sentido fundamental de este relato es teológico y espiritual. A nivel teológico, Jesús tiene autoridad para perdonar y poder para sanar (versículo 10). A nivel espiritual, debemos poner nuestra fe en Él, tal como lo hicieron el paralítico y sus amigos (versículo 5).
Pero al considerar el esfuerzo que hicieron los amigos del hombre paralítico para acercarlo a Jesús, también podemos extraer varias lecciones acerca de la innovación que se aplican a nuestro contexto ministerial.
Primero, la cuestión más importante en toda innovación eclesiástica es el acceso a Jesús. Solo Él tiene autoridad para perdonar y sanar. Si nuestros ministerios de la iglesia no llevan a las personas a encontrarse con Jesús, no los estamos ayudando. Cualquier ministerio que impide que la gente tenga acceso a Jesús debe cambiarse.
Segundo, la innovación suele darse en un momento de necesidad. Por lo general, lo que motiva a las personas a acercarse a Jesús es algún tipo de necesidad. En el caso de ese hombre, la necesidad que apremiaba era la sanidad. Las innovaciones de sus amigos se centraban en llevarlo a Jesús para satisfacer esa necesidad.
Sin embargo, el hombre tenía una necesidad más profunda: ser perdonado. No sabemos si el hombre paralítico sentía esa necesidad. De todas formas, Jesús satisfizo ambos tipos de necesidad.
La innovación en la iglesia siempre debe cubrir las necesidades. La meta de tu vía de discipulado siempre debe ser satisfacer las necesidades más profundas a través del evangelio. Si hay algún obstáculo, quítalo.
Tercero, la innovación funciona mejor cuando hay colaboración. La posibilidad de que un hombre pudiera llevar a su amigo paralítico ante Jesús era escasa. Pero con cada persona adicional tomaba una punta de la camilla, la posibilidad de la sanidad era mayor.
Los miembros de la iglesia son personas con quienes ministramos, y no personas a quienes ministramos. Deben ser participantes activos en el ministerio, no receptores pasivos de él. Nuestro trabajo como ministros es «capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo» (Efesios 4:12). ¡Realmente nos necesitamos unos a otros!
Una cuarta lección es que a veces solucionar problemas viejos crea nuevos problemas. Cuando la multitud alrededor de la casa bloqueó el acceso de los amigos a Jesús, implementaron una nueva estrategia. Un boquete del tamaño de una camilla solucionó el problema del acceso del paralítico a Jesús, y a la vez creó un problema en el techo del dueño de la casa.
Tu iglesia está enfrentando un problema y tú necesitas una solución. A todos nos gusta avanzar de la manera más ordenada y simple. Pero a veces la mejor respuesta requiere más trabajo y remover múltiples obstáculos.
Considera, por ejemplo, la transmisión en vivo. Aunque las iglesias encontraron plataformas gratuitas para la transmisión de sus servicios en línea, muchas tuvieron que comprar equipos nuevos, capacitar a voluntarios y designar a alguien la tarea de moderar la conversación.
Quinto, la innovación genera oposición. Cuando uno reorganiza el statu quo (el orden establecido), habrá quienes se le opongan.
Vemos esto en el ministerio de Jesús. De hecho, los maestros de la ley pensaban que Jesús estaba blasfemando cuando Él afirmó tener autoridad para perdonar pecados (Marcos 2:6-7). Más tarde, en el mismo capítulo, esos líderes religiosos continuaron quejándose del hábito de Jesús de «comer con los cobradores de impuestos y otros pecadores» (versículo 16).
¿Era la teología de Jesús innovadora? Que Dios pudiera perdonar pecados no era una verdad nueva. Por otro lado, Dios encarnado en Jesús, dándole autoridad para perdonar pecados, sin duda era una novedad para los fariseos.
Los compañeros que elegía Jesús para cenar eran lo que más calificaba como una innovación en el ministerio. Estaba violando la tradición farisea acerca de la clase de personas con las que uno puede compartir la mesa. Nota que la motivación de Jesús era dar acceso directo a la gente (los «pecadores») que más necesitaba de Él (versículo 17).
Cuando nos enfrentamos con oposición a la innovación, debemos sopesar los beneficios en relación con los costos. Si gracias a un ministerio innovador alcanzamos a personas nuevas con el poder trasformador del evangelio, definitivamente valió la pena el costo de la oposición.
Por último, debemos ser cautelosos y no conformarnos demasiado rápido. Rebobina al comienzo de ese relato: resulta evidente que podría haber tomado un rumbo muy diferente de no haber sido por la persistencia y la fe del hombre y sus amigos.
Hubo muchos momentos en los que el paralítico podría haber dicho: «Esto es demasiado. Llévame de regreso a casa». O los amigos podrían haber dicho: «Bueno, lo intentamos. Perdón, pero no se te va a dar».
La meta de tu vía de discipulado siempre debe ser satisfacer
las necesidades más profundas a través
del evangelio.
Cada vez que nos topamos con problemas, está la tentación de ignorar las alternativas posibles porque parecen estar muy lejos de nuestro alcance. Con demasiada frecuencia, nos conformamos con lo que tenemos porque lo familiar es lo único que conocemos, pero no es lo más deseable. Estamos resignados al hecho de que las cosas simplemente son así.
Solemos oír la frase: «Así es la vida». Esa perspectiva, aunque disfrazada de contentamiento, es más a menudo mera auto resignación.
Dios ve la situación en que nos encontramos, pero quiere movernos a donde necesitamos estar. Él es capaz de hacer lo que nosotros no podemos hacer. Es una de las muchas razones por las cuales lo buscamos de continuo en oración. Ofrecemos a Dios lo que no podemos solucionar por nosotros mismos y Él obra, tanto en nosotros como a través de nosotros, para su gloria y nuestro beneficio.
Al fin y al cabo, la innovación es el poder creativo de Dios obrando a través de nosotros.
Innovación reactiva
Hay dos tipos diferentes de innovación. El primero es la innovación reactiva. Como lo implica el nombre, este tipo de innovación se produce cuando reaccionamos a un problema o una crisis que estamos experimentando. La innovación reactiva es cambiar porque debemos hacerlo. Ahí es donde la mayoría de nosotros ha vivido en los últimos 21 meses.
La pandemia proveyó más que su buena dosis de malas noticias a las iglesias. Sin embargo, si miramos en la dirección correcta, la buena noticia también abundó. Por ejemplo, Nik Baumgart de la iglesia The Grove de las Asambleas de Dios (AD) en Marysville, Washington, fue uno de los primeros en instituir un concepto de iglesia en el automóvil. Esa idea creativa pronto se extendió a todo el país.
Algunas iglesias — por ejemplo, la iglesia Evangel (AD) en Scotch Plains, Nueva Jersey — se convirtieron de repente en centros comunitarios para la distribución de alimentos para los que acababan de perder el empleo.
Todos aprendemos algo. Las iglesias sin presencia en línea antes de la pandemia llegaron a ser expertas en la transmisión en vivo de los servicios de los domingos y en las reuniones virtuales durante la semana. Pasamos de varios servicios en persona a servicios de grupos pequeños en las casas de los miembros de la iglesia para ver juntos la transmisión en vivo.
La pregunta crucial en torno a la innovación reactiva es: ¿qué hacemos de aquí en adelante? ¿Debemos dejar las innovaciones a medida que las condiciones vuelven a la «normalidad», o debemos conservarlas? Para determinar los próximos pasos, debemos hacer cuatro cosas:
1. Recordar. Tú y tu equipo de liderazgo necesitan reflexionar sobre todas las lecciones que han aprendido en estos tiempos extraordinarios. ¿Qué cambios hicieron en respuesta a la pandemia? ¿Quién tomó la decisión? ¿Cómo fueron implementados los cambios?
2. Evaluar. Puede dar la sensación de que la innovación reactiva es como tirar cosas contra una pared para ver qué es lo que se pega a ella. Después de haber hecho una lista de todas las innovaciones que implementaron durante la pandemia, consideren lo que funcionó. Por ejemplo, es probable que las transmisiones en vivo de los servicios del domingo por la mañana les hayan resultado prácticas a los miembros de la iglesia; pero, ¿necesitan realmente un video devocional a diario?
3. Retener. Después de identificar lo que funcionó, retengan esas cosas como una parte continua de su ministerio. Creemos que la transmisión en vivo está aquí para quedarse, y asimismo las aplicaciones para las ofrendas y los grupos pequeños virtuales. Las iglesias que no tenían redes sociales antes de la pandemia necesitan mantener activas esas nuevas cuentas. Hagan que esas innovaciones reactivas sean «la nueva normalidad» en su ministerio.
4. Adaptar. No conocemos las crisis que enfrentaremos en el futuro. Sin embargo, sí sabemos que enfrentaremos crisis. Y cuando sucedan, necesitaremos reaccionar de manera innovadora en el ministerio. Ten un procedimiento listo para el peor de los casos para que tu equipo sepa cómo responder si sucede algo malo.
Innovación proactiva
Si la innovación reactiva es cambiar porque debes hacerlo, la innovación proactiva es cambiar antes de tener que hacerlo.
En Steering Through Chaos (Dirigir durante el caos), Scott Wilson sostiene que el mejor momento para realizar cambios en el ciclo de la vida normal de una iglesia es cuando tienes un impulso ascendente, y no cuando estás experimentando una crisis o un descenso.
El problema es que, cuando una iglesia está experimentando un impulso ascendente, la mayoría de miembros no ve el propósito de los cambios. Desde su punto de vista, la iglesia crece y las cosas marchan bien. Entonces, ¿para qué cambiar? Como dice el viejo refrán: «Si no está roto, no lo arregles».
Sin embargo, «si no está roto» no es una buena filosofía de ministerio. ¿Por qué? Considera otra frase del mundo de los negocios: «Cada sistema está perfectamente diseñado para obtener los resultados que obtiene». Un sistema puede funcionar pero sin dar los resultado que deseas.
Si quieres otros resultados, tienes que cambiar el sistema.
La tendencia más significativa en la religión en Estados Unidos en las últimas cuatro décadas es el incremento de personas que responden «ninguna» en las encuestas. Según la General Social Survey (Encuesta Social General), entre 1972 y 2018, el porcentaje de estadounidenses que afirma no tener afiliación religiosa aumentó de 5.1% a 23.7%.
Gran parte de ese cambio representa el alejamiento del protestantismo histórico y del catolicismo, cuyas membresías disminuyeron precipitadamente en las últimas cinco décadas. Incluso el cristianismo evangélico está disminuyendo. En 1972, los evangélicos constituían el 17% de la población estadounidense, alcanzando su pico máximo del 29.9% en 1993. Pero desde entonces, han disminuido a tan solo 21.6%.
Si cada sistema está perfectamente diseñado para obtener los resultados que obtiene, esos números indican que los sistemas de las iglesias estadounidenses necesitan cambiar.
Repito, la cuestión más importante en todas las innovaciones eclesiales es el acceso a Jesús. Los sistemas eclesiásticos — la adoración, el evangelismo, el discipulado y la compasión — existen para ayudar a la gente a encontrar a Jesús en su necesidad particular. Los líderes de la iglesia deben seguir haciendo dos preguntas importantes.
Primero, ¿quién falta en la iglesia actualmente? Si estás en una comunidad pequeña, tal vez sepas sus nombres. En una comunidad numerosa, quizás notes sus categorías demográficas. De un modo u otro, haz un análisis profundo de quién no ha oído el evangelio en tu comunidad.
Segundo, ¿cuáles son los puntos de acceso efectivos para los que están fuera de la iglesia? Por muchos años, los expertos en el crecimiento de la iglesia abogaron por un modelo de ministerio atrayente en el que los miembros de la iglesia invitaban a sus vecinos a «venir y ver» lo que estaba sucediendo en la iglesia los domingos por la mañana.
El problema con este modelo es que un número cada vez mayor de personas no quiere ir a la iglesia los domingos, aunque tal vez esté dispuesta a participar en la vida de una iglesia si se les dan alternativas. Esas alternativas pueden incluir grupos pequeños, oportunidades para servir, ministerios de recuperación, y actividades semejantes.
Tu iglesia debería ofrecer múltiples maneras para participar a fin de captar el mayor interés posible de la comunidad.
Después de que tu iglesia implemente eficazmente la innovación proactiva, a los miembros les quedará claro que el cambio fue beneficioso. Sin embargo, a través del tiempo llegará el punto en que cada metodología, sistema o programa que estemos usando para alcanzar a los perdidos deje de ser eficaz. Cuando eso suceda, es tiempo de cambiar de nuevo.
Un liderazgo de iglesia exitoso requiere aprender a innovar de manera proactiva para alcanzar a los perdidos y hacer discípulos ... con regularidad.
Conclusión
La necesidad de innovar, ya sea reactiva o proactivamente, exige dotes de liderazgo. John Maxwell dice que los líderes ven más que los demás y ven antes de que otros vean. Presentarse ante los demás y pedir cambios no es fácil, pero ésa es la carga del ministerio.
Sin embargo, como Pentecostales no creemos que sea una carga que llevamos solos. Al contrario, el Espíritu Santo nos sostiene. Él ve más y antes que nosotros. Si hay alguien que está interesado en expandir el acceso a Cristo, es el Espíritu. Por eso tenemos que recurrir a Él como nuestra fuente de poder para dar testimonio (Hechos 1:8).
Los últimos dos años han sido difíciles, pero los problemas que estamos enfrentando ahora no son nuestro capítulo final, sino el más reciente. Hay dolor y tristeza, desilusión y desaliento, quebranto y devastación. Pero también hay perdón y sanidad, esperanza y aliento, mucho fruto y efectividad.
¡Que Dios nos dé mediante el Espíritu Santo el poder y la creatividad que necesitamos para hacer los cambios que debemos de manera que muchos se acerquen a Jesús durante el próximo año!
Jeffery Portmann, D.Min., es director de la Red de Multiplicación de Iglesias para el Concilio General de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri. John Davidson, Ph.D., es director del desarrollo de liderazgo para el Concilio General de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri.
Este artículo aparece en la otoño 2021 de la revista Influence.
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