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Cómo prevenir los conflictos antes de que empiecen

Guía pastoral para sembrar la paz usando la sabiduría relacional

Ken Sande on April 21, 2021

Los últimos doce meses han estado plagados de conflictos. La pandemia, las tensiones raciales, los reveses económicos y la temporada política más polarizada de la historia reciente han desencadenado luchas en todo Estados Unidos, que se han extendido a las iglesias locales.

Los desacuerdos sobre estas y otras cuestiones han perturbado a muchas congregaciones. Los pastores han pasado incontables horas hablando con miembros frustrados, desviando los ataques personales y tratando desesperadamente de reconstruir la unidad dentro de sus equipos de liderazgo y sus congregaciones.

En los hogares cristianos también se producen graves conflictos, lo que a menudo aumenta la carga de trabajo de la consejería pastoral. Además de los conflictos matrimoniales y familiares, hay presiones financieras, tensiones en el lugar de trabajo, despidos y luchas con el alcohol y las drogas.

Atravezar la discordia con la sabiduría y la gracia piadosa nunca ha sido más vital para los líderes de la iglesia. Despues de haber conciliado cientos de conflictos eclesiásticos, familiares y legales durante las últimas tres décadas, me gustaría describir once principios relacionales que han demostrado ser eficaces para prevenir y resolver muchas de las disputas que surgen entre los creyentes.

1. Incluya a Dios

Cuando entramos en un conflicto, la mayoría de nosotros nos centramos obsesivamente en dos cosas: nuestra autopercepción de justicia y los errores de la otra persona. A medida que las acusaciones y los argumentos defensivos van de un lado a otro, la brecha relacional se agranda.

Sin embargo, Dios nos llama a ver las relaciones en tres dimensiones, y que recordemos siempre que Él está presente cuando interactuamos con los demás.

Enseñe a los miembros de la iglesia a ser conscientes de sí mismos, de los demás y de Dios en cada interacción personal, especialmente cuando se enfrentan a un conflicto.

Esta perspectiva tridimensional de las relaciones es evidente en toda la Escritura. La Biblia nos enseña a guardar nuestro corazón y a ejercer disciplina en nuestras acciones, a ver y cuidar a los demás con compasión, y a recordar, honrar y servir a Dios en todas las cosas.

Estos principios sientan las bases de seis aspectos de la sabiduría relacional: consciente de uno mismo y conectado con uno mismo; consciente de los demás y conectado con los demás; y consciente de Dios y conectado con Dios. Algunos pasajes de las Escrituras abordan estos seis aspectos (por ejemplo, Éxodo 20:1–21; Mateo 22:37–39; Efesios 4:30–32; y Filipenses 2:1–11).

Cuanto más desarrollen las personas el hábito de pensar en tres dimensiones en todas las situaciones, y permanecer atentos a la presencia y a los propósitos de Dios (Filipenses 4:1–7), más probable será que controlen sus pensamientos, emociones y palabras de manera que honren a Dios y preserven la paz con los demás.

2. Recuerde el resultado de oro

Usted ya conoce la Regla de Oro: «Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti» (Mateo 7:12 ntv). Pero, ¿conoce usted el resultado de oro? Es un corolario de la Regla de Oro: los demás suelen tratarlo a usted como usted los trata a ellos. Por supuesto que no siempre es así, pero a menudo es cierto.

Si usted culpa a los demás, es muy probable que lo culpen a usted. Admita que usted se equivoca, y se sorprenderá la frecuencia con la que los demás harán lo mismo. Escuche con paciencia y franqueza a los demás, evite hacer juicios prematuros, y los demás estarán más dispuestos a tener la misma cortesía hacia usted. Establecer el tono relacional adecuado abrirá el camino al entendimiento y aumentará la probabilidad de llegar a un acuerdo.

Cuando usted se enfrente a un posible conflicto, haga un ejercicio de autoconciencia preguntándose: ¿Cómo me gustaría que otros me trataran? Luego, relacionece con los demás tratándolos de la misma manera. Se sorprenderá la frecuencia con la que este sencillo reajuste del rumbo evita el conflicto y promueve la paz.

3. Lidere con el Evangelio

Nuestra tendencia es recurrir a la Ley en tiempos de conflicto. Nos encanta utilizar la Palabra de Dios para mostrar dónde tenemos razón y dónde se equivocan los demás. Sin embargo, este enfoque bidimensional sólo nos separa más.

Muéstrele a su gente un mejor camino. Sin dejar de reconocer la necesidad de obedecer los mandamientos de Dios, enseñe a las personas a dejar que el Evangelio los inspire y guíe en cada interacción.

El Evangelio revela la paciencia, la misericordia, la bondad y el perdón de Dios hacia nosotros. Dios nos trata mejor de lo que merecemos y nos llama a hacer lo mismo con los demás. Colosenses 3:12–14 (ntv) nos hace esta exhortación:

«Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros. Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía».

Vivir así inspira esperanza, reduce la actitud defensiva, proporciona espacio para la confesión y el perdón, y demuestra el amor de Cristo.

4. Examine el corazón

Santiago 4:1 presenta una visión clave sobre los conflictos: «¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior?».

Los deseos en sí mismos pueden no ser pecaminosos. Pueden ser cosas buenas que deseamos demasiado, o por razones equivocadas. Así comienza una espiral descendente: un buen deseo se convierte en una exigencia consumidora que nos lleva a juzgar a los demás y, finalmente, a castigarlos si no nos dan lo que queremos.

Anime a su gente a hacer un examen sincero del corazón cuando se sientan inclinados a entrar en conflicto. Esto comienza con la formulación de preguntas introspectivas como las siguientes ¿Qué quiero en esta situación? ¿Este deseo ha empezado a controlarme? ¿Lo deseo tanto que estoy dispuesto a herir o romper la relación con los demás?

A medida que crecemos teniendo consciencia de nosotros mismos, aprendiendo a examinar nuestro corazón, podemos destronar los deseos egoístas antes de que nos lleven por el camino del conflicto.

5. Practique el autocontrol

La negación de Cristo por parte de Pedro es un ejemplo clásico de lo que el psicólogo Daniel Goleman llama «El secuestro de la amígdala». La amígdala es la parte del cerebro que activa la respuesta de lucha o huida. En momentos de estrés, la amígdala puede anular las funciones cognitivas más racionales, desencadenando una respuesta impulsiva y a menudo lamentable.

Fue el miedo de Pedro lo que le llevó a decir: «Ni siquiera conozco al hombre» (Mateo 26:72,74 ntv). Después, Pedro se arrepintió profundamente.

La mayoría de nosotros hemos experimentado este tipo de reacciones impulsivas en nuestros matrimonios, así como con nuestros hijos, compañeros de trabajo o miembros de la iglesia. Durante estos tiempos tumultuosos, somos especialmente propensos a dejarnos llevar por nuestras emociones.

La buena noticia es que podemos evitar esta dinámica destructiva y tomar el control incluso de las emociones más intensas. Una manera de hacerlo es aprender a reconocer y nombrar las emociones. Entonces podemos evaluar su origen, anticipar las consecuencias de seguirlas y dirigir su poder hacia un curso más constructivo.

Por ejemplo, supongamos que un miembro acusa a la pastora de adoptar un ritmo de construcción «perezoso». Esta palabra desencadena un torrente de emociones, y la pastora está dispuesto para atacar en respuesta.

En cambio, ella respira profundamente y evalúa lo que siente: el enojo y la actitud defensiva. ¡No soy perezosa! ¡No me merezco esa falta de respeto!

También hay una sensación de tristeza e inseguridad. Las maestras de la escuela solían llamarme perezosa cuando, de niña, luchaba con un problema de aprendizaje que no me habían diagnosticado todavía.

Reconocer cuáles son las emociones y de dónde vienen le da a la pastora la oportunidad de refrenarlas antes de decir algo que sólo agravará la situación.

Ella mantiene el control, y elige una respuesta mejor: «Respeto tu opinión al respecto, pero hemos trabajado árduamente para desarrollar un calendario que nos permita recaudar los fondos necesarios para cada fase de este proyecto».

Cuanto más demuestre su credibilidad, compasión y competencia, las personas serán  más abiertas con usted.

Esto no es solo un ejercicio mental, requiere confiar diariamente en el Espíritu Santo. Después de todo, el autocontrol es uno de los frutos del Espíritu (Gálatas 5:23).

Al enseñar y modelar esta disciplina espiritual, su gente puede experimentar el gozo y la paz que viene de tomar cada pensamiento, emoción, palabra y acción cautiva para hacerla obediente a Cristo (2.ª de Corintios 10:5).

6. Comunique con claridad

La mala comunicación, a menudo por parte de los propios líderes, desencadena e inflama muchos conflictos en la iglesia. Sabemos lo que pretendemos comunicar, pero no siempre nos tomamos el tiempo de elegir cuidadosamente nuestras palabras.

Como me enseñó una vez uno de mis mentores: «Para un líder, no basta con comunicarse para que los demás lo entiendan. Uno debe comunicarse con tanta claridad que los demás no puedan malinterpretar».

Nadie dará con las palabras adecuadas en todos los casos, pero dedicar un poco más de tiempo a un correo electrónico, a un sermón o a los comentarios que se vayan a hacer en una conversación o en una reunión puede contribuir en gran medida a evitar los conflictos.

7. Priorice el respeto

La mayoría de las personas que participan en un proceso de toma de decisiones o de resolución de conflictos centran su energía en conseguir un resultado concreto. Pero, en última instancia, no todos se saldrán con la suya.

Sin embargo, eso no significa que usted no pueda resolver con éxito la tensión. La manera de tratar a todos en el proceso puede marcar la diferencia. Incluso cuando una decisión final no es del todo de su agrado, la gente suele aceptar el resultado con ecuanimidad si la experiencia general ha sido positiva.

Escuche a todas las partes y haga todo lo posible por tratar a todos de forma justa. Dé a cada persona la oportunidad de hablar y presentar su caso. Mantenga una atmósfera de cortesía, orden, igualdad y gracia. En otras palabras, trate a los demás como le gustaría que lo trataran a usted.

Trabajen juntos para llegar a una solución final de la manera más razonable, justa y equitativa posible.

Cuando se da a la gente la oportunidad de compartir sus puntos de vista de manera completa y sincera, y se les trata con dignidad, puede sorprenderle lo contentos que estarán al final, incluso si no están de acuerdo con la decisión final. Modele el diálogo respetuoso y tendrá más probabilidades de recibirlo a cambio.

8. Construya la confianza

Cada vez que usted se conecta con la gente de su iglesia, ya sea durante una sesión de consejería, desde el púlpito o en momentos de confraternidad, usted estará construyendo o destruyendo la confianza.

Antes de que la gente sea abierta y lo deje mediar en sus conflictos, necesita tener confianza en usted. La mayoría de la gente quiere saber tres cosas: ¿Eres digno de mi confianza? ¿Te preocupas por mí? ¿Tienes algo que ofrecer que pueda ayudarme?

Detrás de cada una de estas preguntas hay una serie de cuestiones relacionadas que siempre están dando vueltas en la mente de las personas cuando interactúan con usted y reflexionan sobre sus experiencias pasadas. Por ejemplo, ¿Me decepcionarás como la última persona en la que confié? ¿Soy para ti algo más que un número o un diezmador? ¿Tienes la competencia o la experiencia vital para aconsejarme sobre este tema?

Cuanto más demuestre su credibilidad, compasión y competencia, las personas serán  más abiertas con usted.

9. Haga juicios caritativos

Muchos de los conflictos que surgen en una iglesia comienzan o se intensifican porque la gente asume lo peor sobre las acciones o los motivos de los demás. Evite esta tendencia eal enseñar a su congregación a hacer juicios caritativos.

Esto significa esforzarse amablemente por creer lo mejor de aquellos con los que no se está de acuerdo. Requiere la voluntad de considerar la situación desde más de una perspectiva.

Por ejemplo, si usted es el líder de la alabanza, podría sentir que el anciano que se queja al pastor principal sobre la música está tratando de hacerle la vida imposible. Pero, ¿y si simplemente echa de menos la belleza de los antiguos himnos? En vez de reaccionar a la defensiva, tal vez debería considerar la posibilidad de incluir en la lista de canciones algunos himnos que inspiren a los mayores. Una visión más caritativa puede convertir la enemistad en empatía.

Cuando surja un conflicto, intente acoger las interpretaciones positivas por encima de las negativas, o al menos posponga cualquier juicio hasta que pueda obtener más información.

Queremos que los demás nos den el beneficio de la duda. Por lo tanto, según Mateo 7:12, así es como debemos tratar a la gente.

10. Comprométase con la Escritura

La Biblia ofrece mucha orientación sobre cómo los cristianos pueden navegar con éxito los problemas más difíciles de la vida. Considere las palabras de Pablo en Filipenses 2:3–4 (ntv):

«No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes. No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás».

Piense en todos los conflictos que podríamos evitar si cada miembro de la congregación se tomara a pecho estas palabras. Por supuesto, la naturaleza caída de la humanidad tiende al egoísmo. Pero como seguidores de Cristo, debemos evaluarnos constantemente con respecto a la Palabra de Dios y buscar la guía del Espíritu para que podamos asemejarnos más a Cristo.

Eso incluye amar a los demás como Cristo nos ha amado. Como dice 1 Juan 3:16 (ntv): «Jesús entregó su vida por nosotros. De manera que nosotros también tenemos que dar la vida por nuestros hermanos».

Cuando usted esté lidiando con un conflicto, introduzca la Palabra de Dios en el debate. Lea en voz alta pasajes como 1 Corintios 13:4–5 (ntv):

«El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas».

Hable sobre cómo la guía de las Escrituras se aplica a la disputa, y haga una lluvia de ideas sobre cómo poner en práctica estos principios para resolver la situación. Oriente la discusión hacia soluciones bíblicas y prácticas, y luego ore pidiendo la ayuda del Espíritu Santo para la honra mutua y que Dios sea glorificado.

En vez de permitir que crezca la amargura y la ira, utilice el conflicto como una oportunidad para ayudar a sus congregantes a crecer en la fe y la madurez.

11. Suavice las reuniones explosivas

¿Alguna vez estuvo en una reunión de la iglesia que se sentía como un barril de pólvora? La tensión aumenta con cada comentario. Es sólo cuestión de tiempo que ocurra la explosión y alguien diga algo hiriente. Una vez que se produce el estallido, a menudo es imposible recoger los pedazos.

Estos resultados no son inevitables. De hecho, usted puede convertir las reuniones volátiles en momentos para una humilde introspección que les lleve hacia una resolución constructiva de problemas al aplicar la enseñanza de Jesús en Mateo 7:3–5 (ntv):

«¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo, cuando tú tienes un tronco en el tuyo? ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo: “Déjame ayudarte a sacar la astilla de tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo».

Resuma el tema de debate y luego pida a todos los que intervengan que respondan a cada una de estas preguntas:

  • En breve, ¿qué opinas de este asunto?
  • ¿Qué has hecho que pueda haber contribuido al problema?
  • ¿Qué crees que agradaría a Dios mientras lidiamos con esta situación?
  • ¿Qué medidas has tomado ya para mejorar las cosas?
  • ¿Qué estás dispuesto a hacer ahora para ayudar a resolver este problema?
  • ¿Qué sugieres que hagan los demás para ayudar a resolverlo?

Este enfoque hace hincapié en la introspección, el respeto, la responsabilidad personal y la comunicación centrada en la solución y no en el ataque.

Una onza de prevención

Hay algo que es incluso mejor que resolver con éxito un conflicto: prevenirlo en primer lugar.

Muchos líderes de la iglesia están tan ocupados apagando incendios relacionales que apenas tienen tiempo para asuntos más importantes, como alcanzar a la comunidad con el evangelio. Los pastores pueden reducir drásticamente las cargas emocionales en el ministerio y evitar muchos conflictos si entrenan a su gente a relacionarse entre sí de acuerdo con los principios bíblicos.

Una inversión proactiva de tiempo hoy podría ahorrarle cientos de horas de resolución de conflictos en los meses y años venideros. Como dice Santiago 3:18 (ntvi): «Y los que procuran la paz sembrarán semillas de paz y recogerán una cosecha de justicia».

Ken Sande es el fundador de Peacemaker Ministries y Relational Wisdom 360. Imparte clases a nivel internacional y es autor de numerosos libros, entre ellos Pacificadores: Guía bíblica para la resolucion de conflictos personales. Para más información, visite rw360.org.

Este artículo aparece en la edición de abril–junio 2021 de la revista Influence.

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