Influence

 the shape of leadership

Una fe preparada para cualquier crisis

Recordar el carácter de Dios en medio de los desafíos de la vida

Doug Clay on July 17, 2024

La vida a veces se vuelve desalentadora. Las pruebas se tornan pesadas, las demoras, frustrantes, las personas, agotadoras, y las enfermedades, devastadoras. Como dijo M. Scott Peck: «La vida es difícil».

Cuando la vida se pone difícil, los cristianos suelen recurrir a los Salmos. Ese libro bíblico tiene más páginas manchadas de lágrimas que cualquier otro. Jesús mismo hizo referencia a los Salmos durante su traición (Juan 13:18; cf. Salmo 41:9) y crucifixión (Marcos 15:34; cf. Salmo 22:1).

Juan Calvino llamó a los Salmos «una anatomía de todas las partes del alma». Calvino dijo: «No hay emoción de la que alguien pueda ser consciente que no esté representada aquí, como en un espejo».

Los Salmos describen los sentimientos humanos con suficiente precisión como para recordarnos que no somos los primeros en sentir el dolor.

Sin embargo, también encontramos esperanza. El libro de los Salmos ofrece un puerto seguro para los que han sido azotados por la tormenta, consuelo para los afligidos, amistad para los que se sienten solos, fuerza para los débiles, claridad para los indecisos, sabiduría para quienes buscan conocimientos y perspectiva para los que están perplejos.

Encontramos ayuda en los Salmos. Más precisamente, experimentamos a Dios, a quien el Salmo 46:1 describe como: «nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (NBLA).

 

Lugar seguro

Un refugio representa amparo o protección. Como parafrasea el Salmo 46:1 la versión bíblica del Mensaje: «Dios es un lugar seguro para esconderse».

Éste no es el único texto bíblico que describe a Dios en esos términos. Deuteronomio 33:27 dice: «El Dios eterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos» (NVI). Los salmistas además se refieren al Señor como «mi roca, mi amparo» (18:2, NVI) y «mi refugio, mi fortaleza» (91:2, NVI).  

El Salmo 46 está dirigido a la comunidad creyente, afirmando a Dios como nuestro refugio. Pero estos otros versículos están dirigidos al creyente individual y afirman: Dios es mi refugio. A nivel individual y colectivo, podemos pensar en Dios como un lugar seguro.

Esto no significa que los creyentes sean inmunes a las dificultades. El Salmo 46 menciona desastres naturales (versículos 2 y 3), revoluciones políticas (versículo 6) y guerras internacionales (versículo 9). Otros salmos amplían la lista de desafíos físicos, emocionales y espirituales que enfrenta el pueblo de Dios.

Aunque la fe no nos exime de los problemas, el Salmo 46 reconoce la presencia de Dios en medio de los problemas (versículo 7) y ofrece la seguridad de que las luchas terminarán (versículo 9).

A menudo, oímos que Dios tiene un plan maravilloso para nuestra vida. Eso sin duda es cierto desde una perspectiva eterna, pero la vida no siempre se siente maravillosa en el presente.

La persecución no es maravillosa. El cáncer no es maravilloso. La muerte y la tragedia no son maravillosas. Hay muchas historias en las Escrituras y en la historia de la Iglesia de creyentes que experimentaron cosas que no eran para nada maravillosas.

Pero en medio de estas situaciones, Dios siempre ha sido un lugar seguro para esconderse. Martín Lutero sin duda lo experimentó en carne propia. Escribió «Castillo fuerte» como una interpretación cristiana del Salmo 46:

Castillo fuerte es nuestro Dios,
defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
en todo trance agudo.

Por grandes que sean nuestros «trances agudos», Dios siempre es mayor.

 

Fortaleza divina

Fortaleza es la segunda palabra que usa el Salmo 46:1 para describir a Dios.

Como creyentes, tenemos más fortaleza de lo que creemos. Pero esta fuerza no viene de nosotros. Viene de Dios. Necesitamos su fuerza, porque nosotros somos débiles.

Aunque la fe no nos exime de los problemas, el Salmo 46 reconoce la presencia de Dios en medio de los problemas y ofrece la seguridad de que las luchas terminarán.

Las personas suelen pensar que la debilidad es una aflicción que pueden superar mediante el esfuerzo propio. Sin embargo, la debilidad es parte de la condición humana caída. Así como la oscuridad es la ausencia de luz y, el silencio, la ausencia de sonido, la debilidad es la ausencia de fuerza.

La debilidad humana se evidencia de muchas maneras. Por ejemplo, hay debilidad física, debilidad mental y debilidad en la resolución. La debilidad que más debilita es la espiritual, y surge como resultado de la ausencia de una relación vital con Dios.

Felizmente, Dios nos proporciona toda la fortaleza que necesitamos. Efesios 6:10 dice: «Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor» (NVI). O como dice la traducción de J. B. Phillips: «sean fuertes, no en ustedes mismos, sino en el Señor, en el poder de sus recursos ilimitados».

Sabiendo que el versículo abre el famoso pasaje de Pablo sobre la guerra espiritual, uno podría suponer que esta fortaleza es para pelear. Al fin y al cabo, Pablo está usando una metáfora militar. Sin embargo, resulta interesante que las siguientes palabras de Pablo (en el griego) se refieren a permanecer firmes: «Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo» (versículo 11, NTV).

De hecho, Pablo continúa enfatizando la acción de permanecer firmes tres veces más en los versículos 13 y 14. Jesús, que ya ganó la batalla, nos da fuerza para mantenernos firmes en Su victoria.

Lutero lo expresó tan bien:

Nuestro valor es nada aquí,
con él todo es perdido;
mas con nosotros luchará
de Dios el escogido.

 

Ayuda siempre presente

Finalmente, el Salmo 46:1 describe a Dios como un «pronto auxilio» (NBLA).

Cuando los líderes de la antigüedad esperaban un asedio por parte de un ejército invasor, reforzaban los suministros de alimentos y agua.

Ezequías hizo eso con Jerusalén en el siglo VIII a. C., cuando los asirios invadieron Israel y Judá. Redireccionó el manantial de Gihón, la fuente de agua de Jerusalén, encerrándola dentro de los muros de la ciudad (2 Crónicas 32:30). Eso aseguró un suministro protegido de agua.

El Salmo 46:4–5 usa la imagen de un suministro constante de agua como metáfora de la presencia de Dios:

«Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
la santa habitación del Altísimo.
Dios está en ella, la ciudad no caerá;
al rayar el alba Dios le brindará su ayuda» (NVI).

En el evangelio de Juan, Jesús prometió proporcionar agua viva mediante el Espíritu Santo (4:10; 7:37–38). Cuando nos sentimos asediados por el enemigo y experimentamos problemas a nuestro alrededor, Dios envía al Espíritu Santo para revitalizarnos y revivirnos. Éste es un tremendo aliento para los creyentes.

La omnipresencia es uno de los atributos de Dios. Él está presente en todas partes y, por ende, siempre está cerca. Dios nunca tiene que viajar distancias para ayudarte, porque Él ya está ahí y está obrando.

Entonces, cuando parezca que hay demoras en el cumplimiento de las promesas de Dios, recuerda a Abraham, quien se aferró a la esperanza contra todo pronóstico.

Cuando haya contratiempos, recuerda a José, a quien Dios ascendió del abismo al palacio.

Si experimentas depresión, recuerda a Elías, quien experimentó cuidado y provisión sobrenaturales.

Cuando te enfrentes con pruebas inesperadas, recuerda a Sadrac, Mesac y Abednego, porque hay un cuarto hombre en el fuego contigo.

Y cuando las oraciones sin respuesta desafíen tu fe, recuerda a Job, quien descubrió que Dios nunca se apartó de su lado.

Para citar de nuevo el himno de Lutero, Dios realmente es nuestro Ayudador: “con Su poder nos librará en todo trance agudo”.

 

Lo único que necesitamos

No sabemos las circunstancias exactas detrás de la composición del Salmo 46, pero los autores claramente escribieron pensando en los problemas. Este salmo proporciona una visión de Dios preparada para las crisis, sea cual sea la fuente del problema que encontremos.

Dios es eternamente seguro, tiene una fortaleza infinita y está presente de manera muy atenta. Él es nuestro Refugio, nuestra Fortaleza y nuestro Ayudador. Creer en Él no nos exime de las crisis, sino que nos sostiene en ellas y a través de ellas.

¿Realmente necesitamos algo más que eso?

 

DOUG CLAY es el superintendente general de las Asambleas de Dios de los Estados Unidos.

 

Este artículo aparece en la verano 2024 de la revista Influence.

RECOMMENDED ARTICLES
Advertise   Privacy Policy   Terms   About Us   Submission Guidelines  

Influence Magazine & The Healthy Church Network
© 2024 Assemblies of God