La oración establece la agenda
Como Dios dirige tu iglesia cuando oras en el Espíritu con entendimiento y de acuerdo
Era más que nada una manera «de rellenar la oración». Cuando tenía 8 años fui bautizado en el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas. En verdad estaba emocionado porque vengo de una línea de pastores de las Asambleas de Dios y sabía muy bien que valoraban mucho este don.
Por muchos años al orar, cuando me sobraba tiempo, yo oraba en lenguas para rellenar ese tiempo. Yo asumía que esto era aplicar Romanos 8:26: Si no sabía qué orar, el Espíritu intercedería por mí «con gemidos indecibles».
Pero en mi corazón sabía que tenía que haber más que esto. Jesús les había dicho a los discípulos que esperaran en Jerusalén: «Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra» (Hechos 1:8, NTV).
Jesús les estaba diciendo a los discípulos que el poder del Espíritu era absolutamente esencial para que ellos cumplieran sus propósitos. Yo sabía que tenía que haber más sobre la oración en el Espíritu que lo que yo había entendido, pero ¿qué era?
Mucha gente asume que orar en lenguas es una práctica completamente privada. He aprendido que es posible que los equipos, las juntas y las familias pueden orar en el Espíritu, con un profundo entendimiento acerca de la dirección sobrenatural de Dios, y en acuerdo el uno con el otro.
He descubierto que esto tiene múltiples beneficios, cuando dirigimos a la gente, porque nos pone a nosotros y a nuestros equipos en contacto con la voluntad de Dios. De hecho, descubrí que la «oración O3» es la manera más eficaz para que lideremos a nuestra gente. Permíteme explicarte.
La oración en el Espíritu
Hace unos años, Dios me dio un nuevo entendimiento de un pasaje en la Escritura que había enseñado muchas veces.
Pablo le dijo a los Corintios: «Por lo tanto, el que habla en lenguas también debería pedir en oración la capacidad de interpretar lo que se ha dicho. Pues, si oro en lenguas, mi espíritu ora, pero yo no entiendo lo que digo. ¿Qué debo hacer entonces? Oraré en el espíritu y también oraré con palabras que entiendo. Cantaré en el espíritu y también cantaré con palabras que entiendo.» (1 de Corintios 14:13-15, NTV).
Mi lenguaje de oración no es solo para rellenar o una práctica que me hace sentir más cerca de Dios; ¡es una manera para que Dios hable directamente a mi corazón!
Cuando oro en lenguas, el Espíritu Santo está guiando a mi espíritu para orar de acuerdo con su voluntad. Así que cuando estoy orando, mi espíritu ora sin interferencia del alma. Piénsalo. Yo puedo orar la voluntad de Dios al 100% sin mis temores, preconceptos y la interferencia de mis pensamientos egoístas. El Espíritu de Dios quiere guiar nuestras oraciones.
Háganlo con entendimiento
Pero eso no es todo. Mientras seguía estudiando 1 de Corintios 14, me di cuenta de que este tipo de oración puede resultar en mucho más que un sentimiento elevado. Puedo orar con entendimiento ... y puedo cantar con entendimiento.
Sí, orar en lenguas nos edifica (v. 4) al hacernos sentir más cerca de Dios, pero también nos pone en contacto con la mente de Dios para que Él nos dé más entendimiento de su corazón, sus propósitos y sus planes.
En una relación, la manera en que ganamos comprensión es cuando escuchamos, así que en mi tiempo de oración yo decía: «Dios, ¿hay algo que me quieres decir? ¿Quieres darme una palabra de revelación o mostrarme algo acerca de alguien o algo?».
Así que oraba en el Espíritu, y luego me detenía para escuchar a Dios hablarme. Era algo sorprendente. Dios empezó a hablarme en todas las ocasiones.
No escuchaba una voz audible. Dios no tiene que comunicarse necesariamente de esa manera. Dios puede hablar directamente a mis pensamientos. En ocasiones me dio una visión. Otras veces me dio una Escritura o una palabra. Me sentía más vivo y profundamente alentado. Y me sentí humilde de que el Dios de la gloria compartiera conmigo su corazón y su mente.
Por supuesto que esto no está limitado solo para mí y nuestro equipo. Tú también puedes esperar que el Dios de toda sabiduría y verdad comparta contigo su corazón.
Estén de acuerdo
Entonces hice lo que siempre hago cuando Dios obra en mi vida: Compartí estos conceptos con nuestro personal y la junta, y luego los alenté a que oraran con la misma expectación. Orar en el Espíritu con entendimiento revolucionó mi vida de oración y nos animó a todos. Estaba emocionado y asumí que esto era el pináculo de mi experiencia en la oración.
Y entonces, un día mi equipo enfrentó una crisis. Enfrentamos algunas decisiones críticas acerca de nuestras instalaciones y, como siempre, problemas para recaudar dinero. Reuní a nuestro personal, les compartí la situación y les dije: «No sé qué hacer. Necesitamos dirección. Oremos en el Espíritu y veamos lo que Dios nos dice».
Después de haber orado unos momentos en el Espíritu, le pedí a la gente que compartiera lo que habían recibido de Dios en su corazón. Algunos compartieron un pasaje, otros frases o palabras, y algunos habían recibido una idea o una visión. Mientras hablábamos, nos dimos cuenta de que cada uno había recibido una pieza del rompecabezas, y juntos, Dios nos había dado la dirección que necesitábamos.
Me quedé sorprendido. Me estaba convenciendo de que esto podría cambiar radicalmente la manera en que lideraba a nuestro equipo y la manera en que trabajamos juntos.
Muchos equipos de empleados o de voluntarios claves están trabajando esforzadamente, pero sus esfuerzos no están estrechamente relacionados. Pero cuando descubren la belleza y el poder de estar de acuerdo unos con otros acerca de lo que Dios les ha hablado, esto aumenta la unidad.
Tomen notas
Mi amigo Chris Railey, el director de la Red de Multiplicación de Iglesias (CMN por sus siglas en inglés), me pidió que compartiera el concepto con el equipo principal de CMN. Mientras enseñaba los principios y los guiaba en oración, Mark Batterson mencionó a un pastor que siempre registraba las palabras proféticas de las reuniones y mantenía notas acerca de lo que se había dicho. A menudo, sacaba esos archivos para leerlos y ver el patrón de cómo Dios había hablado a la gente y a través de la gente en la iglesia.
Yo nunca había escrito ninguno de los mensajes que Dios le había dado a nuestro equipo. Me acordé de 1 de Pedro 4:11, NTV: «Entonces, habla como si Dios mismo estuviera hablando por medio de ti». Esto no significa que las palabras proféticas estén al mismo nivel de las Escrituras, pero es una comunicación de Dios con nosotros, entregada para su gloria, para satisfacer las necesidades de sus hijos. Es la palabra de Dios para esa casa y para ese momento. Si es así de importante, entonces deberían registrarse.
Pónganlas en práctica
El lunes siguiente en nuestra reunión del personal, compartí lo que Batterson nos había dicho y dije: «Anotaré lo que Dios le dice a cada uno de ustedes en la oración para tener un registro».
En ese momento decidí escribir como si Dios estuviera hablando directamente, así que si alguien decía: «Siento que Dios nos está diciendo que no temamos, sino que confiemos en su poder y demos un paso de fe», yo escribía: «No temas. Confía en mi poder y da un paso de fe».
No escribía todas las palabras dichas por cada persona porque algunas de ellas eran largas. Trataba de capturar la esencia del mensaje de manera clara y resumida. Después que todos compartieron, les dije: «Muy bien, permítanme leerles todo lo que el Señor nos acaba de hablar para que podamos estar de acuerdo con ello».
Cuando empecé a leer las palabras que Dios le había dado a la gente en el salón, todos comenzaron a emocionarse porque todas encajaban entre sí, daban un mensaje poderoso. Todos nos dimos cuenta de que las palabras de cada persona eran una parte importante del todo. Nadie tenía el cuadro completo, sino que Dios nos dio una parte a cada uno.
Era como si cada uno hubiera dicho una frase del párrafo, y al unirlas, era algo claro y convincente. Dios había hablado con cada uno de nosotros, a través de cada uno, para todos nosotros.
Después de leer las palabras y ver una imagen clara de la dirección de Dios, le pedí al equipo que se juntara y que impusieran manos unos sobre otros, y entraran en acuerdo con lo que Dios acababa de hablarnos. Lo recibimos como que vino de Dios, no de seres humanos, y queríamos responder a esto como tal.
En mi corazón sabía que tenía que haber más que esto.
Algunos oraron en el Espíritu, y algunos confirmaron lo que Dios había dicho. Nos dimos cuenta de que esto era una práctica espiritual completa y poderosa: estábamos orando en el Espíritu, con entendimiento y de acuerdo: O3.
Estábamos ansiosos para hacerlo de nuevo la semana siguiente, y las semanas después de esa. Así como con cualquier habilidad nueva, desarrollamos la confianza al practicar la oración, escuchar y registrar lo que Dios nos estaba diciendo. Aprendimos a ser más pacientes y a escuchar con más atención, y Dios nos condujo más específicamente acerca de nuestras circunstancias particulares de ese momento; no siempre, pero la mayoría de las veces.
Denle forma y aclárenla
La oración ya no era solo la manera habitual que comenzábamos nuestras reuniones de los empleados; la oración estableció la agenda para esas reuniones.
Con esta nueva comprensión profunda del texto, volví a estudiar 1 de Corintios 14. Los versículos casi saltaron de la página. En el versículo 26 el apóstol Pablo dice todos tienen algo: un himno, una palabra de instrucción, una revelación, una lengua o una interpretación; por lo que cada uno contribuye al todo.
El versículo 29 dice que dos o tres dan palabras proféticas y otros «evalúen lo que se dice». La persona que está liderando y haciendo anotaciones en el tiempo O3 está escuchando con discernimiento cada palabra, examinando y anotando las partes centrales de las palabras que el Espíritu Santo los lleva a incluir.
Los versículos 30 y 31 son acerca del orden: Cada persona comparte en su turno porque la contribución de cada persona es esencial. Como resultado, nadie domina el tiempo, todos tienen la oportunidad de participar, y la humildad reina porque nadie tiene el cuadro completo. Los resultados son instrucción y aliento.
Los versículos 32 y 33 nuevamente señalan el orden. A medida que la gente comparte, la persona que escribe (a menudo lo hago yo, pero no siempre) establece el ritmo. Por ejemplo, mientras escribo y alguien comienza a compartir, yo digo: «Espérame un minuto que aún no estoy listo».
Cuando termino de escribir, le digo: «Ahora sí, estoy listo para el siguiente».
Esto no debería ser un problema porque, «recuerden que la gente que profetiza está en control de su espíritu» (versículo 32). Tú puedes retener la palabra cuando necesitas hacerlo, y puedes entregarla cuando llega el momento de hacerlo. No tenemos prisa en apresurar el proceso. Queremos escuchar exactamente lo que Dios quiere decirnos al hablar a través nuestro.
Este es el modelo que usamos en todas las reuniones de nuestros empleados y de la junta directiva, y es un proceso que tú también puedes utilizar:
- Pasamos varios minutos orando en el Espíritu.
- Hacemos una pausa para preguntarle a Dios: «Señor, ¿qué es lo que me quieres decir?». Y escuchamos.
- Yo le pido a las personas que compartan lo que sienten que Dios les ha hablado. Mientras lo comparten, lo escribo en primera persona como si Dios estuviera hablando.
- Cuando todos los que quieren compartir han terminado, les leo los mensajes en el orden en que fueron compartidos.
- Al hacerlo, el mensaje se entreteje en una palabra que alienta y fortalece. En nuestros tiempos de oración O3, una y otra vez, recibimos perspicacia y dirección.
- Nos reunimos y oramos de acuerdo, confirmando la voz y la dirección de Dios.
- Con esta agenda dirigida por el Espíritu, planificamos, delegamos, programamos y trabajamos para servir los propósitos de Dios.
El tema de nuestra oración O3 es completamente flexible. Podríamos tener un evento especial cuando necesitamos tener una dirección clara. Podemos enfrentar un desafío intimidante y necesitar una solución, o dar un paso hacia adelante. Quizás estemos lanzando un nuevo ministerio o contratando un nuevo empleado.
Quizás alguien de la congregación o de la comunidad haya pedido oración. O queramos orar por un predicador invitado, un pastor o un misionero. Las maneras de usar el O3 son infinitas porque las oportunidades y los desafíos están en todas partes.
Los beneficios de la oración O3
Para mí, la oración es categóricamente diferente cuando la miro más como un diálogo que un monólogo. No hay nada malo en hablar con Dios alabándole, agradeciéndole, confesándole y pidiéndole, ¡pero cuando Él me habla es emocionante! Ahora, la oración nunca es aburrida.
Siempre que oro, anticipo que el Dios que formó las galaxias en la inmensidad del espacio quiere interactuar conmigo, para compartir su voluntad y darme un poco de su gran sabiduría.
Otro gran beneficio de la oración O3 es la unidad auténtica en el equipo. Por años, he intentado unificar a nuestros empleados en torno a mis ideas o programas. Y como podrá acertar, ese enfoque no siempre ha dado resultado. Ahora, cada persona tiene un papel vital en escuchar a Dios y compartir su mensaje; estamos unidos en el gozo de hacer nuestra parte en el establecimiento y la extensión de la misión más grande que el mundo ha conocido: La Gran Comisión.
Cuando traté de ser la cabeza de nuestra iglesia, creaba más problemas que los que resolvía, pero solo hay una cabeza: Jesucristo. Como pastor, ya no necesito que la unidad ronde alrededor de mí y de mis planes.
Mi esperanza es que tengamos unidad alrededor de Jesús y sus planes. Y O3 es el método principal que nos mantiene en el camino hacia ese propósito. Al usar este método de oración y liderazgo, no estoy abdicando el papel que Dios me dio; lo estoy cumpliendo.
Los empleados saben que su papel no es cumplir mi agenda o pedir a Dios que nos ayude a lograr las metas que hemos establecido por nuestra cuenta. En cambio, cada uno de nosotros tiene el privilegio y la responsabilidad de escuchar a Dios, ser participantes activos en conectarnos con su voluntad y sus planes. Tenemos pasión por su agenda, y estamos alcanzando y capacitando a la gente para su gloria, no la nuestra.
La gente de nuestro equipo me brindaba su apoyo antes, pero ahora es aún más porque se sienten más valorados que nunca. Sigo siendo el pastor y el líder del equipo, pero me doy cuenta de que somos mucho más efectivos, y tenemos mucho más gozo y pasión, cuando todos tenemos una participación en escuchar a Dios sobre la dirección de nuestra iglesia.
Anhelo más reunirme con nuestro personal cada semana y dirigir nuestra iglesia. Creo que esto es lo que significa ser una iglesia dirigida por el Espíritu. Cada vez que nos reunimos, llego con un corazón expectante porque he visto como Dios nos ha dirigido en el pasado, y no tengo ninguna duda de que Él nos dirigirá en el futuro.
Tal vez más que nada, usar el O3 me ha alentado profundamente. Aquellos que me conocen entienden que soy una persona emocional. Me emociono, pero también puedo desanimarme. Cuando me siento como un fracaso, cuando las cosas no parecen estar desarrollándose de la manera que esperaba, cuando la asistencia no está aumentando como lo esperaba, y nuestras contribuciones no son tan altas como se anticipaba, puedo fácilmente encerrarme en mi con toda clase de pensamientos de condenación y derrota.
Pero desde que hemos practicado el O3, a menudo Dios me ha hablado a través de los miembros del personal con palabras como: «No te preocupes, hijo mío. Yo estoy a cargo. Puedes contar conmigo. Estoy obrando, aunque tú no lo veas. Estás en mi cronograma, no el tuyo. Confía en mí».
En El liderazgo es un arte, Max De Pree escribió: «La primera responsabilidad de un líder es definir la realidad. La última decir gracias. En el medio, el líder es un sirviente».
Cuando practicamos el O3, estamos invitando a Dios a definir la realidad para que podamos ver a las personas y las situaciones desde su punto de vista. Al guiarnos Él, nuestro corazón rebosa de asombro y gratitud. Al darnos cuenta de que Dios nos ha confiado la capacidad de escuchar su voz, le servimos con una maravillosa mezcla de gozo, emoción y humildad. Nunca más volveré a los días antes del O3.
Con todo mi corazón, espero que tú también abraces el O3 y sientas a Dios hablándote a ti y a tu equipo como nunca.
Scott Wilson es pastor principal de Oaks Church (AD) en Red Oak, Texas.
Este artículo aparece en la edición de mayo/junio de 2020 de la revista Influence.
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