Influence

 the shape of leadership

¡Cultiva el sueño!

Da lo mejor de ti al Reino

Doug Clay on January 10, 2024

Un sueño es una imagen de un futuro preferido. Cuando la gente hace realidad sus sueños, a menudo nos beneficiamos de ellos. La respuesta adecuada es la gratitud.

Sobre mi cabeza hay una luz eléctrica que brilla. ¡Gracias, Thomas Edison!

Sobre mi nariz hay gafas que me permiten enfocar. ¡Gracias, Benjamin Franklin!

En mi garaje hay un automóvil listo para llevarme adonde necesite ir. ¡Gracias, Henry Ford!

Los sueños tienen un límite de tiempo porque los soñadores humanos son mortales. Moisés lo sabía, por eso oraba: «Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría» (Salmo 90:12).

La brevedad de nuestra vida nos lleva a plantearnos preguntas inquisitivas: ¿A qué sueño estoy dedicando mis mejores energías? ¿Y cómo se beneficiarán los demás cuando ese sueño se haga realidad?

Para los cristianos, especialmente los ministros cristianos, el sueño más grande es el de Dios. Segunda de Pedro 3:9 lo dice de esta manera: Dios «es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido; quiere que todos se arrepientan» [énfasis añadido].

Dios planta este sueño en nosotros como una semilla de posibilidad. Para cultivarlo, debemos tener en cuenta tres cosas.

 

La iglesia

En primer lugar, la iglesia es la principal agencia que Dios utiliza para hacer avanzar su reino. Dondequiera que vaya el Evangelio, Dios convoca a las personas en comunidades de fe centradas en Cristo y animadas por el Espíritu. Jesús prometió a sus discípulos: «edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no la conquistará» (Mateo 16:18, énfasis añadido).

Cuando los informes demográficos sugieren que la Iglesia está en declive, es fácil caer en el pesimismo. Es cierto que las iglesias pueden experimentar retrocesos o incluso temporadas de purificación espiritual, pero esas experiencias no anulan la promesa de Cristo. El Señor edificará su Iglesia.

Cuando los cristianos se apoyan en esa promesa, la multiplicación de la iglesia se convierte en una prioridad, y la revitalización de la iglesia recibe atención inmediata. Dado que la iglesia es el sueño de Dios y el proyecto de construcción de Cristo, su potencial de crecimiento es siempre mayor que la amenaza de la decadencia.

Además, la iglesia tiene el poder de cambiar la cultura. En diversos momentos, los cristianos se han apartado de la cultura, la han despreciado e incluso han seguido su curso. Sin embargo, el objetivo debe ser transformarla.

Ganar argumentos no es la misión de la Iglesia. Jesús quiere ganar a la gente. Por consiguiente, debemos tratar a los no creyentes con «con humildad y respeto» (1 Pedro 3:15, 16). Y cuando discrepamos con otros creyentes, debemos seguir los principios de Mateo 18. Dañamos nuestro testimonio cuando reflejamos prácticas mundanas al tratar temas controvertidos.

¿A qué sueño estoy dedicando mis mejores energías? ¿Y cómo se beneficiarán los demás cuando ese sueño se haga realidad?

Por último, ¡con el potencial de la iglesia cumplir la Gran Comisión es factible! La Fraternidad Mundial de las Asambleas de Dios es la cuarta denominación cristiana más grande del mundo, con más de 85 millones de fieles y casi 450 Mil iglesias. Para 2033 (el 2 Mil aniversario del derramamiento del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés) nuestro objetivo es tener un millón de iglesias realizando “la mayor obra de evangelización que el mundo haya visto jamás”.

A la luz de todo esto, no compliquemos demasiado las misiones. Cristo murió por todos. Él es «¡El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!», como afirmó Juan el Bautista (Juan 1:29). Tenemos que dar a todos esta buena noticia.

Nuestra tarea es urgente porque la vida es corta y la eternidad es real. El cielo y el infierno son reales. Debemos ser compasivos ante las necesidades humanas inmediatas, por supuesto. Pero una iglesia que ignora los resultados eternos es una iglesia defectuosa.

Debemos alcanzar a la gente para Jesús.

 

Buena teología

Lo segundo a tener en cuenta mientras cultivamos el sueño de Dios es que una buena teología resulta vital para edificar iglesias sanas y formar líderes sanos.

A veces, los pastores descuidan los estudios teológicos por el agobio de las responsabilidades ministeriales. En lugar de ello, se centran en el liderazgo espiritual y en la vida cristiana práctica, como si esas cosas compitieran con la teología en lugar de ser compañeros de equipo.

Pero como advertía C.S. Lewis en Mere Christianity: “Si no prestas atención a la teología, eso no te llevará a no tener ideas sobre Dios. Significa que tendrás muchas ideas equivocadas, malas, confusas y anticuadas”.

Las malas ideas conducen a malas prácticas. Podemos ver los resultados de una visión del mundo cada vez más postcristiana en muchas de nuestras instituciones. Consideremos el declive de la familia, la secularización de la educación, la polarización de la política, el crecimiento del escepticismo y la irreligiosidad.

Si queremos invertir estas tendencias negativas, tenemos que predicar teológicamente.

La teología es un elemento fundamental en el desarrollo de una cosmovisión bíblica. Nos enseña quién es Dios y revela los ídolos con los que a menudo le sustituimos.

Y lo que es más, la teología nos muestra quiénes somos, proporcionándonos una identidad libre de expectativas poco realistas de nosotros mismos y de los demás.

La teología define quién es nuestro prójimo, influyendo en cómo tratamos a las personas tanto dentro como fuera de la Iglesia. Y, a la luz de las Escrituras, muestra lo que Dios está haciendo, configurando así nuestras prioridades.

La buena teología es a la vez veraz y práctica. También se basa en la revelación divina y no en sentimientos personales.

No podemos simplemente sentir nuestro camino hacia Dios. Él debe mostrarnos el camino. Esto no significa que los anhelos y las experiencias espirituales carezcan de importancia.

La experiencia siempre ha formado y debe seguir formando parte del pentecostalismo. Al fin y al cabo, el Evangelio exige un cambio de corazón y una respuesta volitiva. Pero los fundadores del pentecostalismo nunca quisieron construir un movimiento basado en la experiencia. Querían que la experiencia fuera guiada por la verdad.

De hecho, la estabilidad doctrinal fue una de las cuatro razones principales de la fundación de AD. (Las otras fueron la capacidad jurídica, la coordinación de los esfuerzos misioneros y la formación ministerial).

Dicho esto, la teología no es solo un conjunto de datos aleatorios sobre Dios. Sí, la Biblia es inspirada e inerrante. Nos dice verdades sobre Dios. Pero esas verdades no son aleatorias; están interconectadas. También son confirmables por la experiencia. He visto y experimentado la confirmación de las Escrituras demasiadas veces como para dudar de ellas.

Por último, la teología es algo más que lo que creemos o por qué lo creemos. También afecta cómo vivimos. ¿Creemos realmente en la verdad si no actuamos como si lo fuera? ¡Por supuesto que no!

Richard Krejcir nos recuerda la importancia de integrar nuestra forma de pensar y actuar:

“Nuestra fuerza se demuestra en las cosas que defendemos; nuestra debilidad, en las cosas en las que caemos. A los genios se les admira, a los ricos se les envidia, a los poderosos se les teme, pero solo se confía en las personas con carácter”.

 

El poder de Dios

Hay algo más que debemos tener en cuenta. Viene de Efesios 3:20, donde Pablo dice que Dios es capaz de «lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros».

Por supuesto, hay momentos en los que nos cansamos. Trabajamos duro y vemos pocos resultados. Oramos con diligencia, pero sentimos que nuestras oraciones continúan sin respuesta.

Cuando eso ocurre, tendemos a reducir nuestros esfuerzos y añadimos reservas a nuestras oraciones para evitar decepciones. Empezamos a reducir el sueño. A falta de un término mejor, nos conformamos.

Si ese eres tú, déjame animarte con esto: Dios conoce tu situación. Él aprecia tu esfuerzo. Él siente tu decepción.

Lo único que Él te pide es que cultives fielmente el sueño que Él ha plantado en ti. Es Dios quien hace crecer las cosas (1 Corintios 3:6). En Su tiempo, Él hará más con tu fidelidad de lo que puedas imaginar, mediante Su poder.

¡Así que sigue cultivando Su sueño!

 

DOUG CLAY es el superintendente general de las Asambleas de Dios en USA.

 

Este artículo aparece en la edición de invierno de 2024 de Influence.

 

RECOMMENDED ARTICLES
Advertise   Privacy Policy   Terms   About Us   Submission Guidelines  

Influence Magazine & The Healthy Church Network
© 2024 Assemblies of God