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 the shape of leadership

Cómo ministrar a quienes se sienten solos

Cómo responder a los que están pasando por dificultades

Susan Mettes on May 4, 2022

Conozco a un médico que a menudo puede identificar problemas físicos al observar la forma de caminar de una persona.

Donde muchas personas verían sencillamente una cojera, este doctor ve un tobillo torcido, dolor en la cadera o un espolón en el talón.

Así como la cojera, la soledad puede tener una variedad de causas. Sin embargo, para ayudar a quien está sufriendo, los líderes de la iglesia necesitan mirar de cerca para discernir lo que está pasando en realidad.

 

La soledad en los Estados Unidos

A principios de 2020, antes de que la primera ola de COVID-19 llegara a los Estados Unidos, la investigación que realicé con el Barna Group reveló niveles alarmantes de soledad. Cerca del 14% de los estadounidenses dijo que se sentían solos todo el tiempo, el 19% dijo que se sentían solos a diario, pero no constantemente, y el 21% dijo que se habían sentido solos la semana anterior, pero no todos los días. Aquellos que dijeron que no se habían sentido solos la semana anterior estaban dentro de la minoría (47%).

Es probable que el porcentaje de personas que se sienten solas haya aumentado desde ese tiempo. Muchos han perdido amigos y familiares durante la pandemia. Otros se han desilusionado con los trabajos, las relaciones interpersonales y los asuntos políticos. Y otros se han sentido aislados, ignorados, poco valorados o vulnerables.

Incluso antes de la pandemia, la soledad estaba en aumento. En encuestas en línea de adultos estadounidenses llevadas a cabo por Cigna Corporation, la porción de los encuestados que reconoció que tenía sentimientos de soledad aumentó siete puntos porcentuales de 2018 (54%) a 2019 (61%).

Sería conveniente si pudiéramos achacar todos los problemas de soledad al distanciamiento social, pero esta cuestión ha estado claramente presente desde antes que COVID.

En particular, la soledad es frecuente entre las generaciones más jóvenes. En la encuesta de 2019 realizada por Cigna, aproximadamente 8 de 10 miembros de la generación Z (79%) y 71% de la generación del milenio dijeron que experimentaban sentimientos de soledad, en comparación con 50% de la generación de postguerra (nacidos entre 1946 y 1960).

En la investigación de Barna, solo 32% de la generación del milenio (que tenía entre 21 y 35 años cuando se realizó la encuesta) dijeron que no se habían sentido solos en la última semana, en comparación con 43% de la generación X (entre 36 y 54 años) y 64% de la generación de la posguerra.

El matrimonio ofrece algo de protección contra la soledad. Más de la mitad de los encuestados casados en la encuesta de Barna (56%) dijeron que no se habían sentido solos en la última semana, comparado con 38% de los adultos solteros.

No obstante, la juventud no causa la soledad y el matrimonio no es una panacea. Los sentimientos de soledad pueden afectar a cualquier persona. Los problemas subyacentes empiezan con las relaciones interpersonales.

 

La pérdida

La profunda tristeza tras la muerte de un ser querido puede contribuir a los sentimientos de soledad.

Lamentablemente, el luto es una experiencia común de la vida. Según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, entre los estadounidenses de 75 años o más, 58% de las mujeres y 28% de los hombres han experimentado la muerte de su cónyuge.

Un estudio calculó que por cada muerte causada por COVID-19 en los Estados Unidos, un promedio de nueve personas perdió a uno de sus padres, abuelos, hermanos, hijos o cónyuge.

Cuando la gente pierde a un ser querido, pasa por un tiempo difícil de añoranza, tristeza y soledad.

Incluso años después, la soledad puede volver de vez en cuando. Pero la pérdida de un ser querido no es la causa principal de la epidemia de soledad en los Estados Unidos.

 

El deterioro de las relaciones

A veces, nos sentimos solos porque no tenemos relaciones lo suficientemente profundas, cercanas o estables, es decir, relaciones íntimas y comprometidas.

Las relaciones familiares, en especial las relaciones matrimoniales, a menudo satisfacen la necesidad de intimidad y compromiso.

Sin embargo, los jóvenes adultos como grupo se están casando más tarde ... si se casan. Hoy en día, muchos en algún momento decidirán vivir en relación de pareja.

Un informe de 2019 realizado por Pew Research Center reveló que ahora es más común que los adultos estadounidenses hayan convivido en una relación de pareja (59%) que de matrimonio (50%).

Aquellos que estaban en una relación de convivencia en el momento de la encuesta dijeron que tenían niveles más bajos de confianza y satisfacción que aquellos que estaban casados. Por ejemplo, los encuestados en relación de convivencia eran menos propensos a decir que confiaban que su pareja les sería fiel, que actuaría en beneficio de ellos o que siempre les diría la verdad. También expresaban menos satisfacción en áreas clave como la comunicación, el repartimiento de tareas domésticas y la crianza de los hijos.

En otras palabras, la cohabitación está muy lejos de ser una versión moderna de la  estrecha relación que representa el matrimonio. Es un paso extra que ahora muchos están dando antes de casarse o de volver a la vida de solteros, y suele ir acompañado de mucha inseguridad e inestabilidad relacional.

Otras relaciones también están sobre terreno poco estable. En Fault Lines: Fractured Families and How to Mend Them [Diferencias abismales: Rupturas familiares y cómo repararlas], el profesor Karl Pillemer de la Universidad Cornell informó que 27% de los adultos estadounidenses han dejado de comunicarse con uno de los padres, hijos, hermanos o parientes lejanos.

Las amistades también están en peligro. Según el informe reciente del Survey Center on American Life (Centro de encuestas sobre la vida estadounidense), la cantidad de amistades cercanas que los adultos estadounidenses informó tener disminuyó en años recientes, en especial entre los hombres. En 1990, 55% de los hombres afirmó tener por lo menos seis amigos cercanos (sin contar a los parientes). Solo 27% de los hombres afirma tener muchos amigos cercanos hoy. Y 15% dice que no tiene amigos cercanos (comparado con el 3% que dijo esto mismo en 1990).

Podemos en parte achacar la soledad norteamericana a nuestra dificultad de formar y mantener las relaciones profundas, amplias y a largo plazo que necesitamos.

Entonces, podemos en parte achacar la soledad norteamericana a nuestra dificultad de formar y mantener las relaciones profundas, amplias y a largo plazo que necesitamos.

Algunas personas se sienten solas porque no pasan suficiente tiempo con la cantidad suficiente de personas.

La necesidad social de los introvertidos puede ser satisfecha más fácilmente que la de los extrovertidos, pero todas las personas necesitan a otros.

El deterioro en las relaciones sugiere que esa fuente de soledad — una de las más fáciles de tratar — está asolando a muchos.

 

Las expectativas no satisfechas

Tener expectativas incorrectas de las relaciones también puede causar soledad. Algunas personas exigen de las relaciones cosas que otros no pueden cumplir.

Un joven insinuó que se sentiría menos solo si pudiera expresar sus opiniones sin que nadie estuviera en desacuerdo. Eso obviamente no es realista. El desacuerdo surge en las relaciones más cercanas e íntimas y, como lo demuestran las redes sociales de comunicación, en las más superficiales.

Pero la fantasía de este joven revela la siguiente expectativa: que aquellos que lo aman o tendrán que estar de acuerdo o tendrán que abstenerse de expresar cualquier discrepancia. Alguien que iguala el desacuerdo con el rechazo será propenso a alejarse de las personas y terminará sintiéndose solo.

Las buenas relaciones requieren una inversión de emociones y tiempo. Aquellos que quieren amistades con un sinfín de momentos en los que se ríen a carcajadas — y no frases como «En realidad, me pasó algo que realmente me afectó» — en última instancia, no quieren tener amistades.

La gente necesita relaciones personales que incluyan mutuo cuidado y atención, en lugar de comodidad unilateral. Cualquier relación que no tenga esto es una relación superficial que deja a ambas partes sintiéndose insatisfechas y solas.

Según Pillemer, los padres distanciados de sus hijos a menudo acusan a un yerno o a una nuera de abrir una brecha entre ellos y su hijo adulto o hija adulta, en vez de cambiar sus expectativas en cuanto a la cantidad de tiempo y atención que recibirán después de que su hijo o hija contraiga matrimonio.

Algunas personas tienen dificultad para desarrollar expectativas realistas acerca de su lugar en la vida de otra persona. Incluso cuando son valoradas, se sienten rechazadas si no tienen el lugar principal. Ya sea en una relación con un hijo o una hija, con un hermano o una hermana, con un amigo o una amiga, las competencias insalubres por tener el primer lugar conducen a expectativas no satisfechas, disfunción y soledad.

Las redes sociales forjan expectativas no realistas. Representaciones de vidas que parecen perfectas dejan a las personas sintiendo que su propia vida no es suficientemente buena. Esos sentimientos contribuyen a la soledad.

El fácil acceso a tantas formas de comunicación también puede darnos la impresión de que siempre debemos estar al tanto de la vida de los demás si realmente les importamos, y que siempre tenemos que mantenerlos informados de todo lo que está pasando en nuestra vida. Eso no es del todo cierto.

Las expectativas poco realistas que tenemos de otros demandan tiempo y atención de los demás, aun cuando la consideración por nosotros permanezca. Entender esto abre la puerta a relaciones personales más sanas.

 

La inseguridad

Otra causa de soledad es la inseguridad. Mirando más allá de los datos demográficos, le pregunté a la gente acerca de los sentimientos aparte de la soledad y consideré algunos que corresponden a la soledad. La inseguridad fue lo que sobresalió por su estrecha relación.

Cuanto más solo se siente uno, tanto más probable es que también se sienta inseguro. De hecho, el 70% que se siente solo todo el tiempo dice que también se siente inseguro a diario.

En el extremo opuesto, 81% de los que dicen no haberse sentido solos la semana anterior también dicen que no se sintieron inseguros.

Cuando la gente dice que se siente insegura, probablemente no se siente valorada por los que están a su alrededor.

También podría ser una conclusión lógica en base a sus experiencias vividas. En una cultura de desprecio, discriminación e intimidación, muchos llevan las marcas emocionales del abuso y el maltrato.

Algunos estadounidenses viven con el temor de que su currículo será desechado o que su vida está en peligro debido a su raza u origen étnico. En particular, los afroamericanos enfrentan estas barreras, que ayudan a explicar el incremento de soledad dentro de ese sector demográfico.

También hay otras fuentes de inseguridad que se relacionan con la soledad. Por diversas razones, algunos tienen dificultad para creer que son dignos de atención y afecto, haciendo que sea difícil para ellos formar relaciones cercanas. Ese tipo de inseguridad puede dar inicio a un ciclo de aislamiento y soledad cuando las personas perciben rechazo donde no lo hay o se alejan de otros para evitar el rechazo.

 

¿Qué pueden hacer las iglesias?

A Dios le importa la soledad. Sin lugar a duda, las personas pueden acercarse a Él cuando se sienten solas. Dios también llama a la Iglesia a ponerse en contacto con ellos en un espíritu de fraternidad cristiana.

Para combatir la soledad, los líderes de la iglesia deberían hacer lo que pueden para fomentar relaciones cálidas, profundas y duraderas dentro de sus congregaciones y comunidades.

No hay arreglos rápidos para muchos de las circunstancias que causan la soledad. Y para la soledad tampoco hay largas listas de soluciones respaldadas por estudios.

Sin embargo, hay al menos cuatro cosas que toda iglesia puede y debería hacer.

1. Reconocer la soledad. Esto empieza al desmantelar la creencia de que la soledad es algo que un buen cristiano no experimentará.

En mi experiencia, los cristianos practicantes son más propensos que otros estadounidenses a estigmatizar la soledad. La gente tiene necesidad de relacionarse entre sí y con Dios. La soledad apunta a esa necesidad.

David reconoce su soledad en el Salmo 25:

Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo y afligido. Crecen las angustias de mi corazón; líbrame de mis tribulaciones (versículos 16–17).

Asimismo, la gente hoy debería tener libertad para reconocer su soledad y su necesidad de la ayuda de Dios. La soledad no debería ser motivo de vergüenza o tristeza, más bien debería impulsarnos a la oración y otras acciones.

Cuanto más solo se siente uno, tanto
más probable es
que también se
sienta inseguro.

2. Fomentar mejores relaciones. Al enseñar principios bíblicos para las relaciones interpersonales, también se debe hablar de cómo lidiar con la sensación de rechazo que suele llevar a la soledad.

Una estrategia eficaz es ayudar a las personas a replantear interacciones que no despiertan en ellos buenos sentimientos, enfrentando las suposiciones negativas como hipótesis que deben ser probadas — o refutadas — con evidencia.

Por ejemplo, el caso de una hija adulta que no pasó las fiestas con sus padres, y estos creen que la razón es que el yerno se siente incómodo con ellos. Para contrarrestar este dañino supuesto relacional, se les debe preguntar si pueden probar que no hay otra explicación posible, como la falta de días de vacaciones o un sentido del deber de también celebrar las fiestas con el otro lado de la familia. Si ellos no pueden demostrar su sospecha, quien los aconseja debe animarlos a no acumular resentimiento o a actuar como si sus sospechas fueran hechos.

En otras palabras, una manera compasiva de pensar acerca de las interacciones y relaciones puede ayudar a enmendar ciclos dañinos de soledad y relaciones disfuncionales.

Como dice Santiago 1:19: «Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse».

Evidentemente, a veces las personas son rechazadas, traicionadas y maltratadas. Pero la venganza y la amargura no son el camino de Cristo. Hay esperanza y sanidad para aquellos que están sufriendo a causa del trauma relacional.

Se debe encaminar a la gente hacia el perdón sin desechar su dolor. Y es necesario confrontar la injusticia cuando surge.

Ayudar a la gente a lidiar con el rechazo — o la percepción del rechazo — a la manera de Cristo reduce el riesgo de la soledad.

3. Proveer un lugar donde las personas desarrollen un sentido de pertenencia. El sentido de pertenencia y la soledad rara vez coexisten por mucho tiempo.

El sentido de pertenencia es un vínculo mutuo que se forma con el tiempo a través de interacciones frecuentes y suficientemente gratas. Por supuesto, no podemos forzar a alguien a tener un sentido de pertenencia. Es algo que tenemos que desarrollar juntos.

La Iglesia debería ser buena para esto. Después de todo, la Escritura les dice a los creyentes que se reúnan y se animen unos a otros (Hebreos 10:25).

Los líderes de la iglesia también pueden facilitar el sentido de pertenencia promoviendo familias saludables.

Por ejemplo, si tu iglesia abre su edificio para que se celebren bodas u ofrece consejería prematrimonial, mantén los costos bajos o brinda ayuda económica.

Y no te detengas con la boda. Ofrece cuidado y guía antes y después de que la pareja se ha casado.

4. Fomentar la proximidad. Compartir tiempo y espacio con otros es una buena manera de enfrentar la soledad.

Los apóstoles constantemente le recordaban a los cristianos que practicaran la hospitalidad (Romanos 12:13; Hebreos 13:2; 1 Pedro 4:9; 3 Juan 8).

¿Cómo se vería eso hoy? Podría incluir ser amigable en la iglesia y tal vez reunirse con alguien en un lugar neutral fuera de la iglesia, por ejemplo, en un restaurante.

Pero más que eso, la hospitalidad tiene como esencia abrir nuestro hogar y nuestra vida a otros. Incluso durante la pandemia, muchos encontraron maneras seguras de hacer esto.

La persona que está confinada a su hogar o que ya no tiene a su cónyuge corre gran riesgo de sentirse sola. Sin embargo, lo mismo sucede con los jóvenes adultos y aquellos que se acaba de trasladas a un nuevo lugar de residencia. Los adultos solteros tal vez se sientan particularmente solos y aislados durante las fiestas.

Si uno limita las visitas a los nacimientos o las defunciones de los miembros de la familia, significa que posiblemente no está ayudando a personas que tienen mucha necesidad. Las transiciones a la independencia pueden ser en especial muy solitarias, por ejemplo, criar a hijos pequeños o aprender a vivir con la pérdida de la movilidad. Algunos cristianos tienen llamados o circunstancias que implican que nunca se establecerán en una iglesia por más de unos pocos años.

Entonces, ¿por qué no ampliamos las razones para enviar líderes o voluntarios de la iglesia para ayudar a las personas con las tareas de la vida diaria? Los miembros de la iglesia que envían tarjetas o llevan estofados a otros, posiblemente también están lidiando con su propia soledad.

 

Reunirse

La Iglesia tiene una función que cumplir para mitigar la soledad, fomentando relaciones gratas. Eso significa ayudar a que se formen esas relaciones, enseñar principios relacionales, acompañar a los que están de duelo, resolver el conflicto y establecer una cultura de confianza, amistad y pertenencia.

Una de las razones de reunirnos es para animarnos unos a otros. Atender esos asuntos desde el púlpito es un buen primer paso, pero no debemos detenernos ahí. Necesitamos conversar acerca de la comunidad y también forjar los lazos comunitarios. Mucho de esto puede suceder de manera orgánica cuando la gente participa en la vida de la iglesia.

Si promovemos programas y eventos y a la vez ignoramos las relaciones interpersonales, no estamos entendiendo la cuestión. Pero si tomamos con seriedad tendernos la mano en amistad, podremos combatir la soledad en todo lo que hacemos, ya sea que estemos adorando, apilando sillas o alimentando a los hambrientos.

Cuando realmente practicamos la justicia, amamos la misericordia y caminamos en humildad ante nuestro Dios (Miqueas 6:8), amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:31), la gente a nuestro alrededor debería sentirse menos sola.

Susan Mettes es una científica e investigadora del comportamiento, editora asociada de Christianity Today y autora de The Loneliness Epidemic: Why So Many of Us Feel Alone — And How Leaders Can Respond [La epidemia de la soledad: Por qué tantos nos sentimos solos, y cómo los líderes pueden responder].

 

Este artículo aparece en la primavera 2022 de la revista Influence.

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