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 the shape of leadership

Una Iglesia Saludable en Cada Comunidad

Como pentecostales, creemos en el poder de los sueños dados por Dios y en lo que Dios puede hacer a través de aquellos que son fieles.

Los sueños dados por Dios lo cambian todo. Los sueños dados por Dios son disruptivos, transformadores y, en última instancia, redentores. Cuando Dios pone un nuevo sueño en el corazón de una persona, desencadena una serie de eventos de los cuales no hay vuelta atrás. Si te ha pasado, ya lo sabes. Dios habla y obra a través de los sueños y las visiones. Y cuando escuchemos de Él, nuestro mundo nunca será el mismo.

Eso fue evidentemente cierto para José. Cuando era joven, José tuvo un sueño profético que revelaba el plan de Dios para él y su familia. Para este soñador, sin embargo, la jornada no sería fácil. De hecho, sus hermanos se pusieron celosos del sueño y lo vendieron como esclavo. Se enfrentó a malos tratos, falsas acusaciones y encarcelamiento, todo como resultado de su sueño otorgado por Dios.

 Pero debido a que se aferró al sueño y se mantuvo fiel a quien se lo otorgara, José vio a Dios moverse de una manera asombrosa. Dios usó la fidelidad de José para preservar a los descendientes de Abraham para que pudieran convertirse en una nación poderosa, en cumplimiento a su promesa.

Cualquier líder debería ser capaz de identificarse con la historia de José. Se necesita un sueño dado por Dios para responder el llamado y continuar a través de los momentos difíciles. Pero mantener ese sueño nos entrega un asiento de primera fila para observar todo lo que Dios quiere lograr.

En la Red de Multiplicación de Iglesias, tenemos un sueño dado por Dios: Queremos ver 10,000 iglesias de las Asambleas de Dios sembradas en la próxima década. Ante la creciente secularización de la sociedad americana, eso pudiera parecer audaz, por decirlo suavemente. Pero creemos en el poder de un sueño dado por Dios y en lo que Dios puede hacer a través de aquellos que son fieles.

Cuando miro (Chris) hacia atrás en mi propio camino ministerial, puedo ver el poder del sueño que Dios me dio, un sueño para comenzar un nuevo trabajo y ver un nuevo movimiento de Dios en un lugar difícil. El sueño es emocionante, pero lo que sigue es difícil, a veces confuso, y a menudo desafía nuestra fe y determinación. Sin embargo, el resultado de la fiel perseverancia hacia un sueño dado por Dios no es más que milagroso.

Creemos que una generación de plantadores de iglesias y pastores y líderes con mentalidad misionera cambiarán la faz de este país al discipular a sus congregaciones y extenderse por sus calles, cruzando ciudades, a través de sus comunidades y hacia el mundo.

Eso es lo que sucedió en el libro de los Hechos, cuando la primera Iglesia recibió el bautismo en el Espíritu Santo. Después de que Dios cumplió la profecía de Joel 2 al derramar Su Espíritu sobre todo tipo de personas, los discípulos se convirtieron en pioneros. Vieron el trabajo de la multiplicación cuando el Espíritu Santo se movió en ellos, y la Iglesia creció desde su ciudad natal, a su región y salió al mundo. Desde entonces, los creyentes llenos del Espíritu han seguido el mismo camino, creyendo en el principio de la multiplicación.

El movimiento pentecostal moderno esencialmente comenzó en una pequeña reunión de oración en Los Ángeles y ahora cuenta con cientos de millones de creyentes en todo el mundo. Sólo las Asambleas de Dios está compuesta por más de 3 millones de miembros en los Estados Unidos y más de 69 millones en todo el mundo.

En este momento de la historia, necesitamos ver otro movimiento de Dios en los Estados Unidos, y creemos que esto vendrá a través de la iglesia local. En el corazón de la Red de Multiplicación de Iglesias hay un sueño dado por Dios de ver una iglesia saludable en cada comunidad de los Estados Unidos. Pero para lograrlo, se requerirá un nuevo movimiento de profetas, soñadores y ministros con el poder del Espíritu que estén dispuestos a aceptar el llamado de hacer realidad este sueño.

Estamos orando para que Dios levante un movimiento de líderes e iglesias para que respondan este llamado. Para los ministros de las Asambleas de Dios, ese puede parecer un mensaje extraño, dado el éxito que ha tenido nuestra fraternidad. Sin embargo, creemos que todos necesitan el evangelio, y aunque hemos visto éxitos, hay mucho más que hacer. Las iglesias sanas lo cambian todo.

La necesidad: ¿Realmente estamos ganando?

Si bien muchas denominaciones están disminuyendo en América, las Asambleas de Dios están creciendo. En los últimos 10 años, la fraternidad ha visto el crecimiento del número de adherentes en un 12 por ciento, a más de 3.2 millones de personas.

En la Red de Multiplicación de Iglesias, celebramos estos éxitos, y celebramos mucho porque hay muchas noticias que son buenas. Las iglesias están generando iglesias afiliadas para llegar a los que no han sido alcanzados en toda la ciudad y en todo el país. Muchos plantadores de iglesias están yendo a lugares donde las congregaciones pentecostales nunca han ido. Otros están volviendo a plantar en áreas donde las congregaciones pentecostales alguna vez estuvieron, pero se extinguieron. Hay un poco más de 13,000 iglesias de las AD en los Estados Unidos, y cada semana esas iglesias están ministrando a sus comunidades, llevando personas a Jesús y ayudándoles a crecer en la fe.

Sin embargo, las Asambleas de Dios no puede descansar en ninguno de sus laureles porque queda mucho por hacer. Hay aproximadamente 30,000 ciudades en los Estados Unidos. Y dos tercios de ellas no tienen una iglesia de las AD, lo que significa que un gran segmento de la nación no ha sido tocado por nuestro mensaje pentecostal.

La cantidad de iglesias nuevas que plantamos cada año representa aproximadamente el 3 por ciento del número total de iglesias de la fraternidad. Con casi la misma proporción de nuestras iglesias que se cierran cada año, estamos meramente recuperándonos en este frente. Estamos entre las pocas denominaciones cuyos números de iglesias no están disminuyendo rápidamente, lo que significa que estamos en una mejor posición que la mayoría. Sin embargo, debemos intensificar nuestros esfuerzos de plantación si esperamos ganar terreno.

El porcentaje de iglesias de las Asambleas de Dios que están estancadas o disminuyendo en su asistencia ha aumentado desde principios de la década de 1990, con casi 7 de cada 10 en esas categorías, y actualmente se encuentra en su nivel más alto en casi cuatro décadas. Más de 4 de cada 10 iglesias de las AD en América experimentaron una disminución de al menos un 10 por ciento en los últimos cinco años. Solo 3 de cada 10 vieron un crecimiento del 10 por ciento o más durante ese mismo período.

Incluso cuando vemos un crecimiento en las iglesias individuales, un análisis más detallado de las estadísticas revela otro problema: Gran parte de ello es simplemente una transferencia de crecimiento. Una encuesta de LifeWay Research de 1,000 congregaciones evangélicas halló que las iglesias promedian una conversión por año por cada 19 personas que asisten (una proporción de 19:1). Para las iglesias en crecimiento, la proporción no es mucho mejor, una conversión por cada 17 asistentes (17:1). En otras palabras, la mayoría del “crecimiento” de la iglesia es el resultado de que las personas se mueven de una congregación a otra.

Hay mucho trabajo por hacer, ya que los campos realmente están maduros para la cosecha. La asistencia a la iglesia en Estados Unidos está en declive, a medida que más personas abandonan sus comunidades religiosas locales.

Alrededor del 71 por ciento de los adultos estadounidenses se identifican como cristianos, y una cuarta parte son evangélicos, según el Pew Research Center. Sin embargo, sólo el 36 por ciento de los estadounidenses asisten a los servicios religiosos semanalmente. Y el porcentaje de personas que se identificaron como evangélicos ha disminuido en la última década.

Añadiendo más problemas a nuestra fraternidad, menos iglesias se están alineando a una denominación. La mayoría de las 100 iglesias más grandes en los Estados Unidos no tienen denominación, una designación con la que se identifican casi 1 de cada 5 evangélicos estadounidenses.

El problema para las Asambleas de Dios es si el mensaje pentecostal y, el poder de una vida llena del Espíritu, continuarán en los Estados Unidos a largo plazo, y mucho menos el movimiento de misiones internacionales que la fraternidad ha apoyado tan firmemente durante su vida.

Creemos que la clave para revertir las tendencias negativas de la iglesia es una iglesia saludable en cada comunidad que pueda hacer que el evangelio sea accesible para todos.

La proximidad importa

Técnicamente, cualquier persona con un teléfono inteligente tiene acceso al evangelio a través del Internet y las docenas de aplicaciones disponibles. Pero eso no es lo mismo que experimentar el evangelio dentro de una iglesia saludable, centrada en Cristo.

El beneficio más obvio de una iglesia local es su disponibilidad hacia las personas más cercanas. Sin embargo, después de muchos años que las iglesias abandonaran las áreas urbanas y rurales para mudarse a los suburbios, y la migración de personas en todo el país, hay lugares que necesitan desesperadamente una iglesia. Millones de estadounidenses simplemente no están cerca de una comunidad de creyentes que ofrece vida. En nuestras ciudades más grandes, no sólo necesitamos una iglesia, sino muchas iglesias.

Este es un principio que las grandes cadenas minoristas, como Starbucks, entienden. Pusieron tiendas donde hay gente, y en algunas ciudades, eso significa que puede haber un Starbucks al otro lado de la calle o simplemente a una cuadra de otro Starbucks. Las compañías exitosas simplemente van donde están las personas y brindan los servicios que desean y necesitan.

¿Podemos ofrecer a las personas lo que quieren y necesitan? Eso es algo a considerar, particularmente dado el aumento de la secularización de la nación. Los líderes de la iglesia saben que todos necesitan a Jesús, pero con las estadísticas que muestran que más y más estadounidenses no tienen iglesia o salieron de una iglesia, parece que muchos en nuestras comunidades no saben que necesitan a Jesús porque es posible que no conozcan a Jesús.

Quejarse por la falta de personas que asisten a los servicios no alterará el hecho de que la sociedad ha cambiado. No se trata de que la iglesia no esté en la mente de la gente; para una proporción cada vez mayor de estadounidenses, simplemente no es parte de su mentalidad. De acuerdo con Barna Group, aproximadamente 4 de cada 10 estadounidenses califican como post-cristianos (basados en una serie de preguntas con respecto a la creencia en Dios y las Escrituras, compromiso con la Biblia, asistencia a la iglesia, auto-identificación religiosa, etc.). No conocen el poder del evangelio porque a menudo no conocen el evangelio en sí, y no han presenciado el poder del Espíritu Santo, especialmente a través de una iglesia local.

Para empeorar las cosas, es posible que no conozcan a un cristiano, y mucho menos a una iglesia que pueda brindarles orientación hacia Cristo. Durante las últimas décadas, muchas iglesias se han mudado de las ciudades a los suburbios, comprando tierras y construyendo nuevos vecindarios. Sin embargo, a menudo, ninguna iglesia regresó a los vecindarios que dejaron. Como resultado, las personas en esos lugares no tienen acceso a una iglesia saludable y llena del Espíritu.

Considere a una madre soltera que no tiene transporte para llegar a una iglesia en el borde de la ciudad. Podría asistir si estuviera cerca, especialmente si conociera a alguien que la encontrara allí. Si esa iglesia también satisficiera sus necesidades sentidas, tal vez ofreciendo clases de cuidado infantil o de crianza, las posibilidades de tenerla en la puerta aumentarían aún más.

Las personas necesitan acceso a una iglesia saludable, pero también necesitan verla en acción. En una época de Netflix y todo a petición del cliente, muchos se quejan de que la iglesia no es relevante y que necesita serlo. Creemos que una iglesia saludable siempre es relevante porque habla a las personas donde están y ofrece esperanza en medio de las luchas de la vida. También proporciona un lugar acogedor y una comunidad amorosa en una nación que ha visto una erosión de la vida comunitaria.

Se necesita un sueño dado por Dios para responder el llamado y continuar a través de los momentos difíciles.

Dios nos ha equipado de manera única para abordar la situación actual en los Estados Unidos. Como personas del Espíritu, tenemos un llamado para hacer su obra, para su gloria. Él nos ha dado poder para ser Sus testigos del mundo, a través de nuestras palabras y nuestras acciones. Somos un pueblo de testimonio. Tenemos historias para compartir sobre lo que Jesús ha hecho por nosotros, cómo nos cambió y cómo el Espíritu Santo continúa moviéndose en nuestras vidas. Los que no han sido alcanzados en América necesitan escuchar lo que las generaciones anteriores de las Asambleas de Dios le llamaban el testimonio pentecostal completo. Necesitan ver el poder de Dios en nuestra vida diaria para que las personas que asistan a nuestras iglesias lo vivan en sus vecindarios, escuelas y lugares de trabajo.

El desafío del liderazgo

Dios nos está pidiendo que levantemos líderes que puedan conocer a las personas donde están, desde las comunidades rurales hasta las ciudades del interior. Eso significa adentrarnos en una nación cada vez más secular. Según el Pew Research Center, aproximadamente el 23 por ciento de los adultos estadounidenses no están afiliados religiosamente, y el 7 por ciento se identifica como ateo o agnóstico, cifras que han aumentado en los últimos años. Necesitamos trabajadores que aren la tierra dura y oren por una cosecha.

Las Asambleas de Dios están disputándose por los corazones y la atención de los líderes emergentes que podrían ayudar a liderar este esfuerzo. En lugar de unirse a nosotros, algunos siguen redes sueltas de iglesias o se califican como no denominacionales. Para nosotros, esa es una oportunidad perdida. Una de las fortalezas de nuestra fraternidad es la multiplicación que ocurre cuando trabajamos juntos. Ya sea que estemos plantando iglesias locales o participando en esfuerzos misioneros globales, nuestra historia ha demostrado el poder de la sinergia infundida por el Espíritu.

Nuestra oración es que los líderes jóvenes capten esta visión de ver una iglesia saludable en cada comunidad. Está claro que las iglesias de las Asambleas de Dios están yendo bien al atraer a una sección transversal de Estados Unidos. Considere que el 53 por ciento de nuestra Comunidad es menor de 35 años. También considere que el 43 por ciento de nuestra fraternidad es una minoría étnica. Sin embargo, la edad promedio de los ministros con credenciales en las AD es de 56 años, y la edad promedio de los ministros ordenados es de 60. Como fraternidad, hemos trabajado en cultivar líderes jóvenes, pero debemos hacer más para expandir ese esfuerzo.

Los jóvenes no están respondiendo el llamado al ministerio como lo hicieron las generaciones anteriores. Muchos nunca han escuchado un mensaje sobre la Gran Comisión ni han meditado sobre alguna invitación para luego decir: “¡Heme aquí, yo iré! No saben cómo responder al llamado de Dios en sus vidas porque nadie les ha enseñado. Sin una infusión de jóvenes que persigan apasionadamente el ministerio, la edad promedio de nuestros ministros continuará aumentando. Si bien cada creyente puede liderar en su contexto de vida y carrera, los pastores deben tomar en serio la necesidad de llamar y levantar a la próxima generación de líderes ministeriales.

Las iglesias saludables están comprometidas a hacer discípulos y levantar líderes. Muchos jóvenes buscan relaciones de mentoría. Los padres y madres espirituales en nuestras iglesias locales pueden alentar y equipar a una nueva generación de líderes.

Multiplicación intrépida

Juntos, podemos desarrollar un entorno donde la multiplicación se sienta normal, y no amenazante. Puede haber un temor de multiplicación en la iglesia local por una variedad de razones, particularmente porque parece quitar los recursos de dinero, tiempo y personas. También puede existir el temor de que al plantar nuevas iglesias se creará una competencia entre las iglesias locales existentes.

Sin embargo, al observar a la Iglesia primitiva, podemos ver que la multiplicación no fue lo único lo que hicieron; era una parte de lo que eran. Jesús discipuló a los apóstoles, y se convirtieron en padres espirituales. Pablo fue un padre espiritual para Timoteo y Tito, entre otros. Y enviaron personas y recursos para plantar iglesias y difundir el evangelio. Lo que Jesús enseñó claramente, y lo demuestra el libro de los Hechos, es que Dios puede multiplicar lo que le damos, mucho más allá de lo que cualquiera pueda imaginar.

En la América de hoy, con su cambiante demografía, hay un nuevo campo misionero en la misma cuadra o al otro lado de la ciudad. Los modelos como la iglesia afiliada a los padres, los múltiples campos en varios sitios y las redes de colaboración ofrecen formas de multiplicar y crear iglesias locales en lugares donde las personas puedan acceder a ellas.

Simplemente necesitamos líderes que estén dispuestos a mirar más allá de sus temores, confiar en Dios por cosas grandes y dar un paso para llegar a sus comunidades con nuevas ideas.

Acciones y actitud

Es el momento para que nosotros, como fraternidad, volvamos a soñar en cómo cambiar el mundo, una comunidad a la vez. Dios le dio a José un sueño, y luego lo usó para salvar muchas vidas.

Dios está levantando líderes hoy para alcanzar un mundo perdido y moribundo, y creemos que nos ha dado un llamado profético para tomar medidas estratégicas. Sueña con lo que Dios quiere que hagas en el lugar que Él te ha puesto. Comienza con una visión para llevar el poder transformador del evangelio a cada ciudad, pueblo y barrio, a cada código postal, vecindario y calle, hasta que todos escuchen.

Es una gran tarea, pero comienza con pequeños pasos. Aquí tiene una manera simple de comenzar: En un mapa, dibuja un círculo alrededor de su iglesia. Para un pueblo pequeño, dibuja un círculo de 25 millas. En un área urbana, dibuja un círculo de una milla. Ahora mira de cerca dentro de ese círculo. ¿Cuáles son las necesidades de las personas que viven y trabajan allí? ¿Cómo está la iglesia satisfaciendo esas necesidades y alcanzando a esas personas? ¿Hay formas en que la iglesia pueda multiplicarse para ser más efectiva en satisfacer las necesidades?

Esas son preguntas difíciles, pero son vitales porque nos hacen reflexionar a todos sobre lo estratégicos que somos en este proceso. En el ajetreo del ministerio, parece que hay poco tiempo para la estrategia, pero debemos hacer el tiempo si queremos ser más efectivos.

Una iglesia saludable no está enfocada internamente sino enfocada externamente. Y los pastores de iglesias sanas no solo pastorean a sus congregaciones sino a sus comunidades. Esto tomará nuevas formas de pensar que pueden ser incómodas. Pero los líderes de la iglesia deben entender que estamos en un momento sin precedentes.

Lo que haga la iglesia local afectará al mundo, y no solo en el apoyo a las misiones mundiales. América se ha convertido en un lugar cada vez más diverso, con personas que vienen de todo el mundo para hacer una nueva vida aquí o para trabajar y estudiar a corto plazo. Llegar a personas de diversos orígenes tiene el potencial no solo de cambiar sus vidas, sino también de difundir el Evangelio a los países de donde provienen.

Para que las iglesias saludables maximicen su alcance, tanto aquí como en todo el mundo, se necesitará un sueño dado por Dios y un compromiso para hacer estas cosas:

  • Crear relaciones de mentoría espiritual para guiar y equipar a la próxima generación de líderes.
  • Trabajar en colaboración con otras iglesias, redes, asociaciones e iglesias afiliadas para plantar nuevas iglesias y campos en otros sitios.
  • Cree en la abundancia de Dios para vencer cualquier temor y libera líderes y recursos para expandir el alcance del evangelio.
  • Involucrar a hombres y mujeres de diversos orígenes que pueden llegar a áreas y personas diferentes a las que una iglesia puede haber alcanzado tradicionalmente.

Esto puede parecer elevado, pero Dios nos dará poder para la obra a la que nos ha llamado. Debemos mantener tres palabras enfocadas: Dar, enviar y comenzar. Cada iglesia puede dar a los esfuerzos de multiplicación, enviar líderes y comenzar una nueva iglesia o campo.

Las necesidades y los desafíos son grandes, lo que nos obliga a pensar creativamente sobre cómo ir y hacer discípulos. La forma en la que discipulamos dependerá de la ubicación. Para los líderes de las iglesias rurales, puede significar pastorear una gran área geográfica. En los lugares urbanos, puede significar la consideración de un vecindario por vecindario y cómo llegar a las personas en cada uno. Cada enfoque será único, pero la clave es amar a nuestras comunidades y plantar nuevas iglesias donde se necesiten.

Permanecemos humildes en la posición en la que estamos en este momento. Creemos en los sueños que Dios te ha dado, tal como nosotros creemos en el sueño que Dios nos ha dado.

Estamos abriendo nuevos caminos para el Reino, pero nuestro espíritu innovador no es nuevo. Los pentecostales siempre hemos sido innovadores. Ese fue el llamado al comienzo de la historia de nuestra fraternidad, cuando un grupo de ministros se unieron y se comprometieron a hacer la mayor obra de evangelización que el mundo haya visto. Aproximadamente 50 años después, el difunto líder de las Asambleas de Dios R.L. Brandt notó que los primeros discípulos tomaron en serio las palabras de Jesús para ir a todo el mundo, y debemos hacer lo mismo. El escribió: “Los pioneros y el progreso son totalmente inseparables. La futura expansión de las AD en casi todos los frentes se determinará en gran medida por los pastores pioneros del movimiento. Sin ellos morimos. Con ellos crecemos.”

Creemos que hay un nuevo llamado en América para que los pastores pioneros alcancen el mundo multiplicando y plantando iglesias que marcarán una diferencia en sus comunidades y más allá.

Esta multiplicación ya está ocurriendo en los bolsillos de todo el país. Nuestra oración es que usted capte la visión. La cosecha es abundante, y el día del regreso de nuestro Señor se está acercando. Si eres fiel para hacer el trabajo que Dios te está llamando para hacer en este momento, el fruto de tu trabajo durará toda la eternidad, porque los sueños dados por Dios lo cambian todo.

Chris Railey, D.Min., Es director ejecutivo de Influence Resources y director principal de liderazgo y ministerios de desarrollo eclesial para el Concilio General de las Asambleas de Dios de los Estados Unidos.

John Davidson, Ph.D., es director de descubrimiento y desarrollo para el Concilio General de las Asambleas de Dios de los Estados Unidos, y director de la Alianza para la Educación Superior de las AD.

 

CMN Plantación de iglesias/Recursos de liderazgo

Church Multiplication Network (CMN) tiene un equipo completo dedicado al desarrollo de nuevos recursos para líderes en crecimiento. CMN se asocia estratégicamente con líderes comprobados de todo el país para obtener información sobre el ministerio de aquellos que lo están haciendo mejor. El año pasado, CMN lanzó un sitio web completo dedicado a dar instrucciones paso a paso sobre cómo plantar una iglesia. Este sitio web gratuito se llama stepstoplant.com. CMN se complace en anunciar un nuevo sitio hermano de Steps to Plant dedicado a ayudar a las iglesias existentes a multiplicarse. Compruébalo en stepstomultiply.com.

Actualmente, CMN está completando un proyecto sustancial que se lanzará esta primavera llamado CMNLead. CMNLead es una biblioteca de recursos en línea y una plataforma de capacitación para pastores y líderes de ministerios. CMNLead albergará todo, desde enseñanzas en video sobre temas relevantes del ministerio, desde líderes influyentes hasta gráficos de sermones descargables y documentos presupuestales La mejor parte es que todo es gratuito. Sigue a CMN en las redes sociales para ser el primero en saber cuándo se lanzará.

¿Qué estás experimentando en el ministerio que desearías tener los recursos para ello? Queremos ayudarte. Envía tus ideas del tipo de recursos a CMNLead@ag.org.

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Este artículo apareció originalmente en la edición Enero/Febrero 2019 de la revista Influence.

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