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Cómo crear un cambio positivo para las mujeres llamadas a liderar

Lo que todo líder de la iglesia puede hacer

Kadi Cole on January 22, 2020

Tienes caderas muy bonitas para dar a luz».

Esa fue mi introducción al liderazgo ministerial cuando era una jovencita. Recientemente, me había mudado al otro lado del país para comenzar mi primer empleo después de finalizar la universidad. Me desempeñaba como voluntaria dirigiendo la entrega de etiquetas con los nombres para el picnic de los solteros de la iglesia. Tenía energía, era ingenua, estaba llena de esperanza y preparada para compartir acerca de Jesús con todas las personas que conocía. El comentario desagradable que había hecho ese hombre divorciado de 45 años me tomó absolutamente por sorpresa.

No sabía qué hacer. ¿Bromeaba el hombre? ¿Será que le envié una señal errónea? ¿Cómo se responde a un comentario de esa clase?

En ese momento, incómodamente intenté tomarlo como una broma, pero nunca olvidé que me sentí vulnerable y fuera de lugar. Gracias a Dios, tuve muy buenos líderes que se acercaron, me apoyaron con sus gestos, y me ayudaron a descubrir otras experiencias ministeriales que fueron exactamente lo opuesto: reafirmantes, edificantes y muy divertidas. Si no hubiera sido así, estoy segura de que el hombre de «las caderas para dar a luz», y otros encuentros desafortunados, hubieran descarrilado mi pasión para servir en el ministerio y deteriorado mi confianza en las personas que asisten a la iglesia.

Hoy, como consultora para iglesias y asesora ejecutiva, paso mucho tiempo ayudando a líderes de la iglesia para capacitar y empoderar a las mujeres. En muchas ocasiones este controversial tema ha surgido cuando tuve la oportunidad de enseñar en conferencias y eventos de capacitación para líderes. Un número creciente de pastores empezaron a preguntarme cómo podían mejorar el desarrollo de las mujeres en sus equipos. Yo podía darme cuenta de que su deseo era genuino, pero al conversar sobre lo que ya hacían, era evidente que sus esfuerzos no eran siempre útiles.

Siento una gran compasión por los pastores que desean honrar a Dios al liderar y desarrollar bien a toda su gente. A menudo, encuentran desafíos inesperados y confusos. Muchos lideran en congregaciones y culturas inclinadas al prejuicio que puede ser difíciles de identificar y superar. Pero, la buena noticia es que hay cosas que todo líder de la iglesia puede hacer para crear un cambio positivo.

Tenga en cuenta los pisos pegajosos

Quizás usted haya escuchado acerca del techo de cristal, esa barrera invisible que las mujeres y los que están en la minoría deben atravesar para avanzar en los niveles del liderazgo. Si bien es importante identificar y derribar estas barreras organizacionales y sistémicas, la realidad es que muchas mujeres también luchan con los «pisos pegajosos». Estos representan las disposiciones condicionadas en la cultura y los hábitos que pueden impedirles buscar oportunidades, compartir puntos de vista, o entrar en el liderazgo.

En una ocasión acepté la invitación para participar en una reunión de los pastores ejecutivos de algunas de las iglesias multisitio más grandes e influyentes en el mundo. Y, aunque fue una oportunidad extraordinaria, encontré que caía en algunas de las tendencias clásicas de los pisos pegajosos. Fui precavida de no tomar la palabra en las conversaciones formales. Hasta le pasé notas a mi pastor para que él pudiera agregar mis pensamientos al diálogo porque pensaba que yo no pertenecía en ese salón prestigioso de líderes y temía que mi perspectiva no pudiera valerse por sí misma.

Cuando había un descanso entre sesiones, no estaba segura de qué hacer conmigo misma, así que empecé a recoger los platos sucios y vaciar los vasos en vez de unirme a las conversaciones que los hombres tenían a mi alrededor. Estaba preocupada por estar lejos de mi familia por una noche y me preguntaba si valía la pena mientras batallaba con el perfeccionismo interior que todo el tiempo hacía que me cohibiera.

Más tarde descubrí que yo tenía tanta experiencia como los otros líderes en el salón. Aquellas notas que pasé a mi pastor terminaron siendo puntos de vista influyentes. Y aquellos pastores varones, ejecutivos intimidantes no solo se sentían cómodos conmigo en el salón, sino que desde entonces se han convertido en mis defensores más grandes.

Las inseguridades que sentía en esa reunión ejecutiva son comunes entre las mujeres que sirven dentro de los entornos dominados por hombres o si se criaron sin modelos ministeriales femeninos. Siendo usted su líder esto puede ayudarlo para aprender sobre estas tendencias, para poder reconocerlas cuando emerjan y alentar a las mujeres en su equipo a superarlas. Su apoyo puede ayudarlas mucho a ser libres de esos pisos pegajosos.

Explique frecuentemente su teología

Comunique sus creencias y prácticas acerca de las mujeres en el liderazgo, y hágalo con frecuencia. No asuma, únicamente porque las Asambleas de Dios consagra a mujeres o porque usted tiene mujeres en su equipo, que todos en su personal y en su congregación entienden plenamente su posición.

Como líder, usted debe llenar el vacío entre lo que prescribe su teología y lo que las mujeres en su congregación realmente creen que son capaces de contribuir.

Algunos miembros podrían venir de iglesias o entornos familiares más limitantes. Tal vez se sorprenda de que, lo que usted considera como conocimiento general, podría ser algo confuso en el frente de batalla ministerial del día a día, especialmente si usted sirve en un área del país donde se asumen los papeles que los géneros deben desempeñar y los prejuicios son más comunes. El dejar de hablar sobre sus creencias podría significar perder mucho liderazgo potencial.

Recuerdo hablar con Sarah, ella lidera el equipo de bienvenida en su iglesia. Sarah reúne al grupo cada domingo antes del culto, pero a menudo siente conflicto de cómo dirigir la reunión. Aunque Sarah ve a otras mujeres líderes en su iglesia, no está segura en lo que su iglesia cree, y su crianza conservadora la hace titubear.

Además, Sarah también siente presión de los hombres en su equipo por no ser más fuerte o directa en su liderazgo. Esto hace que Sarah piense en si debería orar por el equipo en voz alta o si sería mejor pedirle a uno de los hombres que lo haga.

Sarah quiere estar en acuerdo con las creencias de su iglesia y ganarse el respeto de los otros voluntarios, pero con frecuencia ella se siente incómoda y temerosa. Ella no quiere que las cosas salgan mal. ¡Pero Sarah sabe que debe liderarlos!

Alinear la visión de su iglesia con sus prácticas liberará a las líderes como Sarah para representar bien esas creencias y liderar con confianza.

Proteja e incluya a las mujeres

La Iglesia no está inmune a la inmoralidad sexual, la infidelidad y el acoso. Tristemente, vemos los escándalos en los titulares. Por eso, necesitamos tener prácticas en el ministerio y en el liderazgo que protejan a las mujeres, la integridad de nuestros líderes y la reputación de nuestras iglesias.

Cuando dedica tiempo para escucharlas, usted provee validación y eleva a las mujeres como líderes.

Sin embargo, muchas prácticas comunes en la iglesia tienden a limitar el acceso de las mujeres a las oportunidades importantes del liderazgo, tener mentores y ser reconocidas por los supervisores. Además, esto también envía el mensaje encubierto que las mujeres son tentaciones que deben ser temidas y evitadas, en vez de verlas como a hermanas en Cristo. Y, aunque estas consecuencias son involuntarias no podemos pasar por alto tales realidades si queremos hacer un mejor trabajo desarrollando mujeres líderes.

Yo sugiero que la respuesta yace en encontrar nuevas maneras de navegar nuestra cultura actual. Las normas de la iglesia que en otro tiempo no permitían que los hombres y las mujeres estuvieran juntos y solos, no abordan la conectividad que tenemos hoy las 24 horas y el acceso digital que se puede tener de unos con otros. Y francamente, en una cultura de normas sexuales cambiantes, tales políticas ignoran el hecho de que tal vez ya no sea «buen testimonio» que un hombre pastor viaje solo con un joven estudiante interno de seminario. Tenemos que considerar mejores opciones que sean inclusivas a los dos géneros y que ofrezcan protección para todos.

Por ejemplo, una práctica común de los mentores es llevar a una persona joven del personal cuando hacen una visita al hospital o asisten a una conferencia, pero es aun más útil extender esta práctica al llevar dos personas con usted. Esto podría ser dos hombres, dos mujeres, o un hombre y una mujer. Esto agrega una medida de seguridad quitando la intimidad de las conexiones exclusivas del uno a uno. Además, le da acceso a las mujeres a que tengan mentores y el entrenamiento que anteriormente no estaba disponible a causa de los límites específicos de género.

La meta debe ser desarrollar mujeres líderes y al mismo tiempo mantener nuestras iglesias saludables. Cuando protegemos y somos inclusivos nuestro liderazgo y nuestras iglesias serán más fuertes.

Reduzca el límite de diversidad

Las mejores ideas en el mundo no pueden vencer la cultura, aunque las personas verdaderamente quieran ver cambios. Tenemos que cambiar la cultura antes de que los planes y las estrategias hagan raíces y produzcan fruto. Esto lo logramos cuando reducimos el vacío entre lo que creemos y lo que nuestra cultura está creando.

A menudo, los símbolos comunican algo con más eficacia que solo las palabras. El uso intencional de símbolos puede influir y cambiar la cultura de una iglesia. Por ejemplo, agregar una mujer al equipo principal del liderazgo es un fuerte símbolo de inclusión.

Sin embargo, también puede haber símbolos no intencionales, tales como no tener mujeres en el equipo principal de liderazgo. Si la gente no ve a mujeres sirviendo como líderes en algún equipo asumirá que no son aceptadas para servir como líderes, más allá de la teología que tenga la iglesia.

Una de las mejores maneras para remediar esto es agregar intencionalmente a sus equipos mujeres líderes cualificadas y competentes. La investigación sugiere que para que la diversidad sea eficaz debe ser aproximadamente el treinta por ciento. En otras palabras, si su equipo tiene diez líderes ministeriales, para ser efectivos con la diversidad de género tres o cuatro deberían ser mujeres. Si hay cincuenta y dos sermones por año, al menos quince de ellos deberían ser enseñados por, o incluir una mujer. Si usted está entrevistando a candidatos para una posición abierta en su iglesia, al menos treinta por ciento de los candidatos deberían ser mujeres.

Muchas iglesias con las que trabajo apoyan plenamente a las mujeres en todos los niveles del liderazgo ministerial. Pero cuando miran la relación métrica del liderazgo, las prácticas de reclutamiento pastoral y las plataformas de predicación, a menudo no representan al liderazgo femenino. No es intencional, pero es una realidad. Sin embargo, es una realidad que podemos cambiar. Cuando empezamos a dar seguimiento a nuestros esfuerzos, es fácil ver si verdaderamente estamos progresando.

Escuche

Procure entender las perspectivas de las mujeres en su iglesia al dedicar tiempo para conversar con ellas como personas. Pregúnteles sobre sus historias y experiencias y haga el mejor esfuerzo de escuchar sin defender, filtrar u ofrecer soluciones rápidas. Use una o más de las siguientes preguntas para iniciar la conversación:

  • ¿Cómo es ser una líder mujer en nuestra iglesia?
  • ¿Alguna vez intentó liderar algo en nuestra iglesia? Si aún no, ¿por qué? Si lo hizo, ¿cómo le fue?
  • ¿Qué oportunidad cree que está disponible para usted?
  • ¿Qué obstáculo ha enfrentado cuando trató de liderar?
  • ¿Cómo impacta su manera interior de ver las cosas a su propio liderazgo?
  • ¿Cómo podemos nosotros, como pastores y líderes de la iglesia, apoyarla en su liderazgo?

Hay muchas mujeres que se sienten solas por los prejuicios que enfrentan y los pisos pegajosos en los que se quedan atascadas. El primer y mejor regalo que usted puede ofrecerle a una mujer es hacerle preguntas y escuchar sus experiencias. Darle a una mujer la oportunidad de procesar los desafíos que ella enfrentó demuestra su compasión por sus perspectivas personales. Además, ayudará a clarificar cualquier malentendido o las áreas que necesitan ser realineadas dentro de la cultura de su iglesia.

Para la mayoría de las mujeres estas conversaciones están ligadas muy de cerca con la esperanza de obtener un mayor ingreso y conseguir una mejor posición que ¡en muchos casos son bien merecidos! Pero las mujeres quieren saber que no están luchando solas, sin ser vistas, abandonadas o poco valoradas. Cuando dedica tiempo para escucharlas, usted provee validación y eleva a las mujeres como líderes. Además, también estará obteniendo un punto de vista invaluable de cómo usted puede liderar mejor a su iglesia para ser inclusivo de todos los dones y las contribuciones de los demás.

Acepte el cambio

En mi libro, Developing Female Leaders [Desarrolle mujeres líderes], abordo las mejores ocho prácticas para el desarrollo de mujeres líderes. Desde su publicación, he visto cambios positivos y escuché muchos testimonios inspiradores.

Un pastor que leyó el libro inmediatamente llamó a los miembros de su junta directiva y les pidió que lo leyeran y que se comprometieran a tener una conversación honesta con él acerca de su contenido. Cuando la junta se reunió, acordaron aumentar el pago de sueldo para las mujeres empleadas que ganaban menos que los hombres en funciones similares.

Otra junta directiva le pidió perdón a las mujeres empleadas por ser tan ignorantes de los desafíos que ellas enfrentan y se comprometieron en trabajar para eliminar el prejuicio de su cultura.

Otras iglesias han hecho cambios significativos a sus programas de predicación para incluir más voces femeninas.

Me alientan los líderes que están entrando en la conversación y que verdaderamente trabajan para asegurarse que están viviendo lo que creen de una manera útil.

Aún queda mucho por hacer. Pero continuaremos avanzando en una dirección positiva a medida que surgen líderes, a veces abordando las conversaciones incómodas, y hacer el duro trabajo de liderar el cambio dentro de sus culturas. Juntos podremos identificar los obstáculos, abrir el diálogo, crear soluciones y ser más intencionales acerca del desarrollo de todos los que Dios llama a nuestra iglesia.

Kadi Cole es una consultora organizacional y de liderazgo, conferencista y autora de Developing Female Leaders [Desarrolle mujeres líderes]. Para más información visite KadiCole.com.

Este artículo apareció originalmente en la edición enero/febrero 2020 de la revista Influence.

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